A modo de Daniel Alcides Carrión, aunque en el área de las Humanidades o de la
poesía peruana, Juvenal Agüero se auto-inoculó el virus del anonimato. Entiéndase, el
manejarse sin grupete de amigos o de colegas en esta área y, lógico, lo esfumaron de
ciudad y campo. Corre ya el año 2020 y, al menos en el Perú (su patria), Juvenal es un
total desconocido y, en respuesta a esto, debe ganarse tenaz y meticulosamente la
existencia. Objetivo cumplido, entonces. ¿Qué pasó, qué demostró? Que la literatura
no la hacen los individuos, sino las instituciones por más equivocadas o periclitadas que
éstas sean. Que cuando un determinado autor (si es que esta categoría aún debe
permanecer) se adapta o se maneja en consonancia con alguno de aquellos clanes o
grupos todo puede ir sobre ruedas; es decir, uno entra en el canon y se coloca en algún
punto del partidor. Pero si no.
file:///C:/Users/WINDOWS/Downloads/AGUEROS_PARA_ARMAR_Nobloga_I_al_X%20(1).pdf
AGÜEROS PARA ARMAR, micro novela del 2020, publicada por entregas a través de este blog. La décima, luego de Prepucio carmesí (2000), la primera novela del siglo XXI –escrita por un migrante peruano– trasandina, archipiélica o multinatural. Sin melancolias ni con el espíritu –típico o, peor todavía, profesional– de un sujeto andino damnificado. Post-exótica y post-indigenista (Indigenismos 1 y 2); la cual, como también en el caso de “Agüeros para armar”, apostó más bien por la complejidad desde el origen, por la opacidad.