Desde lo más inmediato o sencillo, por no decir evidente, se descubre y levanta aquello que quedó en penumbras; aquello que siempre nos apeló y nosotros no percibíamos o caíamos en la cuenta. Función primordial del arte o de la poesía. Ahora, una poeta completa sería llamar a la contraparte en el mismo poema; a tal distanciamiento que parecería nos halláramos como ante un texto en apariencia intransitivo; o a tal glamour, tipo Clarice Lispector o en los 70 Ana Rosetti, que gustosos aceptaríamos instalarnos ante una parsimoniosa sesión de maquillaje. Inclinar el plato sólo sobre una orilla, la más cercana a nosotros o la que tenemos por más costumbre, puede causar un desborde del agua del poema, pero no del lector. Mucho mejor es que éste sucumba de modo inadvertido; como quien se adentra en una playa desconocida y acogedora; como quien se halla maquinalmente seguro que regresará incólume a la orilla. Sin embargo, se escribe sobre algo porque aquello se lo ganó, muy al margen de que lo que se diga sea o no afortunado; y estos versos de Olalla Castro nos lo arrebataron. P.G.
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