y apestas cuando léesme aquí
y esperarte
aquí en la posada de mi escucha
do gimes esta alerta de tsunami
Frido [Martin] o Marco [Young Rabines], como prefieran, ocupa un lugar singular entre mis memorias de profe de colegio. Coincidimos en el “San Andrés”, a mediados de los años 70, junto con otros muchachos con peso específico, Napurí, Tokeshi, McKay, sólo por citar algunos apellidos, institución centenaria donde enseñé literatura. Hechizado por naturaleza, Frido ha sabido honrar su vocación contrafáctica sembrando un minucioso desconcierto por donde se desplaze. Lugar y tiempo, cómo no, se lo agradecen, se lo agradecerán. Ahora, desde que incluimos algunos de sus poemas en nuestra antología para la revista Arquitrave, “Poesía peruana actual” (2007), ha pasado ya alguna agua bajo el puente, cada vez más caudalosa o performática y, asimismo, discursiva o enfocada en el detalle de corte barroco. En Arquitrave decíamos sobre Naufragios (2005), hasta este momento su único libro de poesía: “rito carnavalesco, travestista y, no pocas veces, la mar de desopilante; aunque, con mucho más énfasis que en Chocano [Magdalena], siempre entre los bastidores de isotopías típicamente barrocas”. En lo básico, ambas serpientes, voz y sotileza, se alían y trenzan en lo que ha sido su trabajo e incluso en el nuevo poemario que alista (y del que esta nota constituye algo así como una primicia). Trenza que se halla debajo (como en el Uku Pacha) y que debemos identificar y no confundir con el soporte de su trabajo, aunque éste sea cada vez menos el papel y, en cambio, de modo mucho más frecuente, la electrónica y la escena. El performance de Frido logra resolver una dificultad o límite fundamental de las propuestas que, a la corta o a la larga, resultan monótonas y estériles de la creación a través de efectos sonoros de máquinas o programas computacionales al uso. Y esto último porque, de modo fiel, para su arte Frido continúa valièndose del barroco. Es decir, tal como la Fábula de Polifemo y Galatea, de Luis de Góngora, no constituye un mero lío o amasijo arbitrario de palabras –lo demuestra su prosificación por parte de Dámaso Alonso– tampoco a la propuesta de Frido la define, en lo fundamental, lo aleatorio. No está hecha de “fragmentos” (vanguardia histórica), sino de “fermentos” locales y vivos del cuerpo despedazado del Sol (Inkarrí); y por esto es que sus sonoridades, experimentación con el sonido, pueden limpiar. Otra vez, tal como sucede con los personajes de la Fàbula de Góngora, puede hacernos regresar a nuestra corriente y fuente, el agua sencilla y clara. En suma, en el arte de nuestro siempre joven poeta limeño subsiste una prosa, un manifiesto, una consigna; veladura sobre algo absolutamente real, cotidiano y palpable que se nos invita a develar. Por lo tanto, la suya no constituye una deconstrucción más de lo ya por enésimamente vez deconstruido; sino, por el contrario, su propuesta pretende un “giro ontológico” incluso, siendo Marco Young Rabines lingüísta, respecto a la ubicua “cárcel” del lenguaje, Y, en este sentido, su trabajo ha evolucionado; no se contenta ya sólo con el humor desestabilizador, el cual felizmente para nada ha perdido, sino que ha través de los sonidos reencuentra –casi sin proponérselo, como debe de ser– un origen, se reconecta con un punto de mira (ceque andino) o, más bien, eco civilizador para una democracia posantropocéntrica o perfeccionalizada. ¿Barroco + Inkarrí podrían liberarnos?
POEMA DE OÍDAS
(PARA SER LEÍDO
DE OÍDO EN OÍDO
EN MODO ASMR)
Hoy elido el oído
No es el oído:
es el odio
el odio de dios
No es el odio:
es el oído
el oído de dios
Soy Elohí
soy Elohí
do soy Elohí
do soy el oí
do soy Elodio
Hoy elido el oí
do hoy he leído el oí
do oye el ídolo ido
2-9-18
PERFORMANCES:
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