[Cada vez me parezco más…]
Cada vez me parezco más a mi hermano Germán.
Huaco Mochica, cabeza jíbara, ojos de lagarto.
Cierta timidez esencial nos iguala,
cierta desenfocada imagen que se la lleva el viento.
El transita ahora por la economía informal
y siempre fue el más indio de la familia,
yo estoy ligado a una gran institución extranjera
y siempre fui como el marqués de la familia.
Nos unen muchos rasgos comunes,
sobre todo en el abatimiento:
una suerte de aprehensión en el rostro,
cierta manera de lucir los dientes — los suyos postizos —
como pato dentado
(un palmípedo volador
que comía ostras).
Así es mi hermano,
así soy yo,
bueno con los dientes
para encontrar la última carnecita — la escondida —
en ese rincón de sobrevivientes
que es el Perú.
De su bondad — de la de mi hermano —
mejor no hablo.
Aunque se parece a la del anticucho,
puro corazón atravesado.
Pedro Granados, El fuego que no es el sol (Lima: Ediciones de los lunes, 1993)