Inclusión no significa homogenización; menos, alienación o antídoto contra la crítica (y la belleza). Deseamos lo mejor para la literatura dominicana porque, aunque como híbridos andino-caribeños, también estamos integrados a ella (es sólo cuestión de ir a Google). Sería fabuloso para la República Dominicana –su pueblo es de los más listos, receptivos y creativos que jamás hemos conocido– que también los “neo-testimoniales” hagan taller por radio allí, y Junot Díaz en Villa Mella, y Armando Almánzar Botello en las zonas de la ciudad que le sean más entrañables, y Soledad Álvarez expanda su glamour entre las niñas de San Cristóbal, y por qué no Glaem Rosario Parls, con allegados, deje escuchar sus ecos al interior mismo del patio presidencial.
https://dialogosliterarios.files.wordpress.com/2013/03/15.pdf