Nilo Espinoza Haro, presente

Nilo Espinoza Haro, Huaraz 1945 – Lima 2021

Coincido, con Luis Alberto Sánchez, cuando puntualiza: “Los escritos de Nilo Espinoza Haro me hacen recordar la imaginación poderosa de algunos disparates ordenados y estéticos de Franz Kafka”.  Canon vinculante donde participaría, asimismo, la obra de Juan Rulfo, por lo que tiene de constante “Tic…Tac”, corsi e recorsi, entrada y salida, la identidad de algo allí. Y, junto con la del sujeto mismo que escribe, también la consistencia de todo allí, y a todo nivel de este Tic…Tac: prosodia, sintaxis, estructura del volumen, temas y motivos.  Lo único que parecería fijo, más que un tiempo y lugar, es una atmósfera; acaso limeña, que ha marcado a este sujeto de la escritura tanto como el Marcará de “Plaza San Martín”, relato liminar con el cual abrimos este libro –literalmente: colores, diseño y amplias solapas debidas a la absoluta complicidad de Lorenzo Osores– como quien pela una fruta.  Lima, cuyo paisaje, al modo de Da Vinci, lo constituyen una serie de capas superpuestas a modo de transparencias; y cuyo meollo no es algo distinto a una tela blanca: “aquella blancura que habitaba las / profundidades del espejo / era la nieve” (Javier Sologuren dixit).  Lienzo en blanco, más bien desteñido por los muchos años, el cual ciñe y cubre a un estóico bastidor.  Macedonio Fernández que en sus momentos de ocio, cuando para de jugar, contempla a Vallejo (otro niño al lado); aunque a  cierto Vallejo: “mañana que no tenga yo a quien volver los ojos,/cuando abra su gran 0 de burla el ataúd”.  Tal como consta en la “Liris salumba salífera” con que se cierra Tic…Tac, que “los creadores son hijos del fuego” (Ralph Waldo Emerson) y que “sin valor es estéril la sabiduría” (Baltasar Gracián).  Así sea.  P.G.

Sobre el último libro de Nilo,  Tic…Tac, escribí aquello; pero seguramente no todo sobre lo buena persona que él era.  Nos presentó Luis Eduardo Wuffarden, hacia finales de los años 70 donde, gracias a los buenos oficios de Nilo, escribí para La Prensa –bajo el seudónimo de Jules Renard– sobre artes plásticas en las galerías de Lima.  Y, justo ahora último, nos volvimos a comunicar.  Gran lector de poesía.  Vaya para él nuestra gratitud y amistad permanentes.

i.m.

 

Puntuación: 5 / Votos: 4

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