“Me doy cuenta ahora de que cada tanto yo cambiaba de opinión, y me llenaba de remordimientos: después de preferir la poesía de Rodolfo [Hinostroza], me resultó algo sobrescrita; después de preferir la de Antonio Cisneros, me pareció algo astuta; y después de preferir la de Lucho Hernández, me sorprendió la candidez de su ingenio”
Fino comentario de parte del que desde hace tiempo es un claro maestro; fino y oscilante y tentativo y no menos exacto. Por este motivo Ortega, a diferencia de otros críticos que más bien calculadamente la auspiciaron, no ha creado escuela, ni discípulos directos. El legado de su lectura, en tanto “comedia” se opone a (a)cademia, es finalmente dialógico y antiacadémico. A modo de la concentración y seriedad con que los niños juegan.
Julio Ortega, La comedia literaria. Memoria global de la literatura latinoamericana. Lima: PUCP Fondo Editorial/Tecnológico de Monterrey, 2019.