En el Perú contemporáneo sólo han habido tres poetas, y uno cuarto y otro quinto (pendientes de identificación). Ninguno de ellos escribiendo sobre sí mismos, sino, más bien, desde cierta multitud que es cada uno de nosotros. Honrando esta complejidad multipersonal o postpersonal; esta –sobre cualquier patio– recurrente y espontánea arborescencia. Así Vallejo que echó mano a muy antiguos fermentos de sol; y entre ellos se reconoció y reconcilió. Así Martín Adán, cuyo mayor legado, muy superior al de Luis E. Valcárcel (“inventor del Cusco”), consistió en “bañarse con la india desnuda/ en chorro/ donde sólo alguna agua nos vea”; es decir, junto a la naturaleza y al lado del “extranjero”. Desde el íntimo Macchu Picchu que, como promesa aún no cumplida, alienta en cada uno de los peruanos. Así, Luis Hernández Camarero, cuya voz más auténtica son sus muchas y arbitrarias traducciones; aquél que supo siempre, aunque solitario en la noche, que alguien lo amaba.
Feliz día!