Lo que tenemos en común con mi perro es apenas la cola y el apellido los dos la tenemos colorada y nos reconocemos mulatos fray martines de porras arriba y porras abajo con espinas gemelas y almas puestas a batirse al aire del universo que a veces entrevemos visitarnos en nuestra habitación compartida hasta el extremo que uno de los dos queda mudo hasta el extremo que ninguno de los dos va fuera sin el otro hasta el extremo de que les abro las fauces y les hundo las uñas y les mal digo como perro y no menos lo estropeo todo como humano
Archivo por meses: julio 2018
30/07/18: “¿César Vallejo, por bulerías?”
Resumen
El intérprete y compositor peruano, Micky González, lanzó el 2009 un disco titulado “Landó por bulerías”, donde fusiona de modo maravilloso música afro-peruana (marinera limeña incluida) con palos flamencos. Por nuestra parte, hemos publicado ya “Trilce: muletilla del canto y adorno del baile de jarana” (2007) donde demostramos la pertinencia de relacionar la palabra Trilce con “!Trila!”, término de resbalosa de la marinera limeña y, a su vez, glosolalia de “La Tirana” (la Madre Patria, España, para los soldados españoles de servicio en las Indias y, en concreto, en el Perú). Por lo tanto, y lo intentaremos demostrar en el presente ensayo, creemos que es tan pertinente y lograda la propuesta de Miky González –de fundir el landó a la bulería– como puede ser observar ya no sólo qué tanto de ritmo afroperuano existe en Trilce; sino también el grado de fusión de éste con los palos flamencos –en voz y versos– y, obvio, asimismo con los tópicos medievales que de manera directa –vía Jorge Manrique– o a través de sus lecturas de los autores del Siglo de Oro (Góngora o Quevedo, por ejemplo) pasaron a la poesía del peruano. No olvidemos que, étnicamente, César Vallejo es un peruano de segunda generación (abuelos, materno y paterno, españoles). Y curiosa o paradójicamente, un mestizo que con su arte ha gravitado en los movimientos nativos más “beligerantes y descolonizadores” del Perú y Bolivia (Elizabeth Monasterios Pérez); el Grupo Orkopata, a manera de ejemplo.
Palabras clave: Poesía de César Vallejo, Trilce y marinera limeña, Cesar Vallejo y Grupo Orkopata.
Sessão de comunicação livre 16
Coordenação: Marília de Nazaré de Oliveira (UFPA)
9h às 13h
Local: Sala Nº 12 de Reuniões do CELA, Bloco Francisca Corina de Azevedo Feitosa
28/07/18: Enrique Verástegui (1950 – 2018)
“De toda aquella sociología [Hora Zero] sólo se salva En los extramuros del mundo de Enrique Verástegui, dicho sea de paso, otro aprovechado alumno guevareano; y se salva porque en este poemario su escritura -mucho más corporal que letrada- aún no ha envejecido”
Los poetas vivos y más vivos del Perú, y también de otras latitudes
27/07/18: MAD (1938 – 2018) y “Nosotros” (Paracaídas Editores et moi)
Autismo comprometido: sobre poesía peruana reciente
Autor: Pedro Granados
Editorial: Paracaídas Editores
Ver: Libros De Pedro Granados
Reseña: En esta obra se ensaya una crítica de tono y formato menor. De carácter postautónomo en tanto sus textos son transdisciplinarios o híbridos. Y donde se intenta indagar, en este caso particular, los microsistemas de poder u opinión que subyacen en la lectura de la tradición poética peruana.
http://madvideosperu.blogspot.com/search/label/Pedro%20Granados Leer más
26/07/18: Lanzas por los poetas “bolivianos” (por cuna o adopción)
Pedro Granados, Andrés Ajens, Juan Carlos Ramiro Quiroga, Jorge Campero y Jessica Freudenthal.
Fuente: https://culpinak.blogspot.com/2008/02/tinkuna-kama-mar-con-soroche.html
25/07/18: ARCHIVO VALLEJO VOL. 1 Nº 1 ENERO- JUNIO 2018. REVISTA DE INVESTIGACIÓN DEL CENTRO DE ESTUDIOS VALLEJIANOS (Reseña II)
De manera semejante a como Stephen Hart, sin querer queriendo, intentó sugerirnos en su ensayo, “El cadáver exquisito de César Vallejo”, aquello de que cuando leemos la poesía del peruano levantamos un cuerpo –tal cual en una curaduría, tridimensional o multidimensional–, de uno muerto y simultáneamente vivo (Inkarrí o Túpac Amaru o su madre o cualquier animal o el voluntario de España mucho más que el de un Cristo crucificado); del mismo modo, otros ensayos de este mismo volumen, giran alrededor de algo más o menos equivalente. Es decir, giran alrededor, aunque sin mencionarlo, del impacto de la lectura vallejiana y multinaturalista de Pedro Granados. Para intentar fundamentarlo, no nos parece ocioso recordar que este crítico ya encontró y demostró la continuidad –enmadejando su aparente y no menos canónico abismo teórico– entre Los heraldos negros y Trilce; tanto como permitió percatarnos, en cuanto a los “Poemas de París I”, que el semen humano puede también copular y fecundar una piedra, y su virtual producto –huevo cigoto– pasar a constituirse en primicia de un nuevo proceso evolutivo o de una nueva humanidad (post-antropocéntrica). Todo esto en la tesis de PhD de Granados para Boston University (2003) (capítulos 1 y 2) y publicada al año siguiente tanto en México (BUAP) como en el Perú, Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo (Lima: Fondo editorial PUCP, 2004). Aparte de libros y artículos más recientes que inciden, sobre todo, en el patrimonio cultural –jamás decorativo, melancólico, chauvinista o profesional– del “Cholo” nacido en Santiago de Chuco.
De este modo también ya estamos reseñando, aunque de manera sucinta, el interesante ensayo de Dominic Moran, “Trilce XXXVII: arte poética de la evolución”; citamos a esta docente de la University of Oxford:
“Según Bergson, la naturaleza esencialmente creadora de la duración evolucionista significaba que su curso no era ni inevitable ni previsible, que en principio pudo haber seguido una numerosidad de caminos […] Esta concepción radicalmente ingeniosa de la evolución podría explicar la aparentemente extravagante conficuración de los elementos ‘boca’, ‘dientes’ y ‘cristal’ [Trilce XXXVII: ‘Este cristal aguarda ser sorbido’] que de tan familiares hemos llegado a considerar fijos y necesarios y no transitorios y sujetos al cambio” (63)
Huelgan comentarios, en conexión de lo que más arriba decíamos sobre los “Poemas de París I”. Sin embargo, lo que sí quisiéramos destacar es que a partir del texto de Moran podríamos postular el siguiente esquema respecto a las diferentes perspectivas, finalmente interrelacionadas, con las que se aborda ahora mismo el estudio de la poesía de César Vallejo y, en general, acaso toda la obra vallejiana:
A Metamorfosis – Cultura
B Ciencia
C Mito: Cultura (A) + Ciencia (B)
Esquema que es un poco por donde van o retornan –y asimismo se reelaboran– los tiros críticos recientes. Si no, vayamos a esta conclusión de Alain Sicard sobre su propio ensayo, “La épica como pasión: reflexión sobre el exordio de España, aparta de mí este cáliz”:
“No nos parece exagerado decir que Vallejo vive la guerra de España como una visión histórica de la Pasión. Histórica, queremos decir, sin dios, sin trascendencia. Desde este punto de vista toman toda su importancia las ‘caídas de arquitecto’, y la inflexión que dan al poema hacia una ‘crucifixión a lo humano’”
Aunque infelizmente, van a disculpar si insistimos en esto, perspectivas y aportes de los vallejólogos, alrededor de la complejidad, que formatean –una y otra vez– al poeta como si éste fuese no universal, sino nada más otro de los suyos y cuya obra bastaría a ser descrita del modo suficiente :
“podemos rastrear en su escritura [de Vallejo] las huellas de un discurso que conduce su pensamiento desde las teorías de Taine, Rodó, Haeckel o Max Müller (etapa de Los heraldos negros), pasando por Maeterlinck, Nietszche, Shopenhauer, Hegel y los positivistas-evolucionistas (Trilce), hasta llegar al materialismo dialéctico de los Poemas Póstumos (Merino 250-251) [Antonio Merino, “Las estaciones de lo Real. César Vallejo y la (no) poética del 27”].
23/07/18: ARCHIVO VALLEJO VOL. 1 Nº 1 ENERO- JUNIO 2018. REVISTA DE INVESTIGACIÓN DEL CENTRO DE ESTUDIOS VALLEJIANOS (Reseña I)
Nuevo formato de las Actas del “Vallejo Siempre”, congreso bianual (2014, 2016, 2018), y hoy por hoy “Revista de Investigación del Centro de Estudios Vallejianos”; cuyo primer número reúne las actas del congreso llevado a cabo recientemente en Salamanca. Catadura del conjunto que, aunque pretende ser especializado, constituye más bien una miscelánea; esto por la factura muy desigual de los contenidos. Sin embargo, y para contento de todos, no faltan ensayos o pasajes de artículos en este mismo número que reflejan compromiso con la investigación, frente a refritos u obviedades, más una palabra viva, frente a una escritura moribunda.
Acaso el más intenso y logrado de todos sea el de Stephen Hart, “El cadáver exquisito de César Vallejo”, y que tratándose de cadáveres vivos y del brillo del oro (‘metal’ y ‘plegaria’) y de los colores del crepúsculo, “!Oh botella sin vino [vida, verdad, verdadismo, Sol, “gracia incaica”, vaso de sangre]! ¡O vino que enviudó de esta botella!…” Hart no se remite a Inkarrí ni cita siquiera algo de nuestros libros que se regodean alrededor de ello, Trilce: húmeros para bailar (2014) ni Trilce/teatro: guión, personajes y público (2017).
Samain diría el aire es quieto y de una contenida tristeza
Vallejo dice hoy la Muerte [la Vida] está soldando cada
lindero a cada hebra de cabello perdido, desde la cubeta
de un frontal , donde hay algas, toronjiles…
En un aspecto importante, el rechazo de Vallejo al Surrealismo en tanto burgués, efectista, políticamente oportunista y finalmente “muerto” (‘sin vida’) es análogo al de Alejo Carpentier (El reino de este mundo) en su crítica a André Breton; pero resulta exclusivo del peruano, en su debate con aquella escuela europea, rescatar y encumbrar –aunque de modo sutil o casi a manera de un secreto– el aspecto cultural solar, amerindio o andino, y no menos multinaturalista (animal, vegetal, post antropocéntrico en suma). Herencia o legado, absolutamente vivo en Vallejo, y sin el cual, aunque demos con el manubrio [“crea, en efecto, otro cadáver del material del cadáver exquisito, pero el cadáver de Vallejo es vivo y, en algún sentido, eterno” (Hart 345)], no acertaremos a abrir del todo la puerta de su poesía. Como hemos dicho en otro lugar –en concreto en la conclusión de Trilce: húmeros para bailar— el “vanguardismo” del poeta peruano no está constituido realmente de fragmentos (desde Apollinaire); sino más bien, como en el caso del cuerpo de Inkarrí, de redes o fragtales. No se trata de algo en ruinas, devastado o absurdo; sino de algo radicalmente actual y vivo. No se trata de folklore (“me friegan los cóndores”), se trata de patrimonio inmaterial. No se trata de Darwin, se trata de pensamiento amerindio o multinaturalismo. No se trata de ser glocal (global-local) para entender mejor al poeta; como si esto consistiera en aumentar o multiplicar las miradas en un mismo rasero dimensional o sintagma coordinado (Europa + USA + América Latina, etc.). Se trata, más bien, de subir y bajar ontológica o culturalmente; a modo de los Zorros de José María Arguedas y donde el autor de Trilce, según el propio José María, es el primero entre todos ellos: no dos seres o dos personas o un consumado “hipócrita” (culpable/inocente, surrealista/no surrealista…). Aquello de global/local se haya sobrepasado a la hora de leer a Vallejo. “Botella” es icónicamente un ser humano, tal como “vino” constituye el color de la luz del crepúsculo (no aquélla todavía melancólica o rubendariana de Los heraldos negros, sino la abrumadoramente epifánica y simétrica de Trilce) que llenaba a dicho ‘ser humano’; pero lejos de ya no estar habitándolo, el “Vino” se siente viudo de la “botella”. Ética del cuidado o de la compasión –bien observada por Alain Sicard, otro crítico que se queda sólo en el manubrio, aunque para otro texto y recreando un contexto más bien místico-cristiano– del “vino” ante el nihilismo en que derivaron Bretón y los suyos y, en general, también la cultura europea (¿de los 20′ del siglo pasado, de los años 20 del actual?). Esta dialéctica que, aunque ambas convivan en Vallejo, no es la marxista, es fundamental para leer también, y acaso sobre todo, los Poemas humanos.
18/07/18: Chuponeo a los biógrafos de César Vallejo
- La muy reciente publicación de los Manuscritos poéticos de César Vallejo, por parte de Enrique Ballón Aguirre, ha traído consigo, aparte del tan significativo acceso a aquellos papeles –junto a un minucioso estudio de más de seiscientas páginas, firmado por aquel lingüista peruano–, el destape de un auténtico submundo en lo que atañe a los vallejólogos o biógrafos de nuestro “Cholo” universal. Libelo, mejor convendría denominarlo, el que Ballón ventila en su “Preámbulo” (páginas 5-26) y torna al desconcertado lector en un escéptico radical –todos los vallejólogos terminan por ser gente de muy baja estofa–; incluido el propio autor del libelo. Estudioso que acaba de hacer público, aunque por la misma fecha ya lo supieran Pablo Macera y Fernando de Szyszlo (p. 25), que en 1978 recibió de parte de Georgette Phillipart, en calidad de donación, los manuscritos del poeta. Aunque, más que donación, mejor cabría hablar de canje, dados los buenos oficios de Ballón en tanto estudioso de Vallejo, abogado y facilitador editorial de la mayor consideración y complacencia por parte de la autora de Masque de Chaux (Máscara de cal). Es más, desde aquel “Preámbulo”, pareciera que su autor se aproximó y brindó apoyo a la viuda de Vallejo en tanto y en cuanto ya conocía –por intermedio de E. González Bermejo desde 1976 (p. 23)– de la existencia de aquellos manuscritos. Obvio, Ballón intenta en primer lugar –no con cierta inmodestia o sostenido auto exhibicionismo intelectual de su parte– limpiarse de la acusación de apropiación ilícita de un trabajo ajeno y que hasta hoy lo toca, aquel de la reunión de las crónicas vallejianas por obra de Jorge Puccinelli. El asunto es que, con sus luces y sombras, Ballón logra que Puccinelli (fallecido el 2012) caiga bajo sospecha de hurto impune. Para el efecto, convoca y se apoya en la autoridad de Luis Alberto Sánchez y, constituye una constante, en la complicidad de Georgette de Vallejo. ¿Ladrón que roba ladrón? Según aquel “Preámbulo”, fue otra vez la viuda la que proporcionó a Ballón –y por lo tanto no tenía necesidad de hurtárselas a nadie– las crónicas que publicara nuestro “autor sin derechos de autor” en el Diario El Norte (1923-1926) y que constituyen el eje del problema. Librados aquí de culpa no queda casi nadie, con excepción de Georgette y el propio Ballón por supuesto. Evidentemente, Juan Larrea, André Coyné, Gonzalo More, conocidos enemigos de la viuda, son pasto del fuego. Pero algo semejante ocurre, por enemistad con una o con otro, con José Miguel Oviedo, Antonio Cornejo Polar y alguno más. Algo semejante, con el prurito de no haber contextualizado sus minuciosos hallazgos, ocurre con la crítica de Ballón a los trabajos de Giovanni Meo Zilo y Roberto Paoli. Crítica, esta última, para nada gratuita ya que el perfil de ambos estudiosos italianos es relativamente semejante al del propio Ballón. Es decir, un tanto, aunque no del todo, al margen del libelo, la “clamorosa falta de interpretación del sentido contextualizado de cada composición” (p. 22) es únicamente la de ambos peruanistas y de ninguna manera la de Enrique Ballón. Hecho, este último, que por nuestra parte hemos debatido hace muy poco al reseñar un artículo de nuestro compatriota y ahora más famoso todavía gracias a los manuscritos vallejianos, “Diglosia poética: Vallejo/Verlaine“.
15/07/18: Enrique Ballón Aguirre, “Diglosia poética: Vallejo/Verlaine” [Reseña]
Ensayo de Enrique Ballón; el mismo que, en la sumilla, declara su objeto de estudio: “mostrar los modos en que se manifiesta el cambio de diglosia literaria castellano-quechua por la intervención del francés en la poesía vallejiana a partir del análisis del poema sin título [“Calor, cansado voy con mi oro, a donde”] incluido en Poemas humanos” (133). Es decir, bajo “Diglosia poética: Vallejo/Verlaine”, tenemos aquí tratadas: “diglosia literaria”, cultura y poesía. Enfoque complejo, aunque acaso no menos necesario hoy en día, que intenta trascender –tarea ardua y, no menos, imaginativa por delante — la actual y dominante lectura al “británico modo” en lo que se refiere a la vida y obra del poeta peruano (v.g. Stephen Hart, César Vallejo. Una biografía literaria. Lima: Cátedra Vallejo, 2014). Para ilustrar su propuesta, Ballón Aguirre recala en el análisis puntual de aquel poema de 1937; tarea para la cual le resulta fundamental la edición César Vallejo. Obra poética completa (1968), porque básicamente ésta incluye los famosos mecanografiados o “tiposcritos” de los poemas[1].
[1] Aunque ahora sabemos –mejor dicho, justo ayer: 15 de julio de 2018– que desde 1978 Enrique Ballón ha tenido acceso privilegiado no sólo a los tiposcritos, sino también a los manuscritos del poeta. Los cuales les fueron donados, aquel último año, por Georgette de Vallejo: “Apreciado Dr. Ballón: Me es muy grato dirigirle la presente carta para hacerle entrega en calidad de donación de los manuscritos y tiposcritos originales que conservo de César Vallejo, los mismos que constan de dos legajos correspondientes al teatro y el resto a Poemas en Prosa, Poemas Humanos y España, aparta de mí este cáliz” (Ballón 24). ENRIQUE BALLÓN-AGUIRRE (2018) «Manuscritos Poéticos de César Vallejo», [En línea], Volume XXIII – n° 2 (2018). Coordonné par Carine Duteil-Mougel.