Imagen, colaboración de Bibiana Vélez Cobo
La poesía de Pedro Granados es el hilo de habla que emerge de una herida en
el cuerpo del lenguaje español. Habla que es hilo de vida, huella de sangre,
texto de la voz que borbotea con asombro y convicción.
Estos poemas, por lo mismo, palpitan en cada sílaba, con sobriedad y desnudez,
o con la dignidad que hay en la desnudez que recibe la palabra viva del poema
como una rama de fuego arrancada de la voz.
Esa palabra en carne propia reverbera en la intimidad de una conversación en
la que la confesión y la súplica, la oración y la convocatoria, se suman, con
ardor y sed, para que el poema sea una historia de vida, una breve memoria
de la muerte viva.
De allí la demanda que nos impone el poeta. Es una demanda de pasión vital
y ardor verbal. Aun cuando el lenguaje sólo puede dar cuenta de la fragilidad
y fugacidad del tiempo presente, el poema demora ese ardimiento, ese brío
del habla en el coloquio.
Como si la poesía fuese capaz de concedernos todavía verdad y piedad.
Julio Ortega
A manera de sumarnos al Brindis-Homenaje a Julio Ortega.
En el contexto del Congreso Internacional “México Trasatlántico”,
Tecnológico de Monterrey (México) del 20 al 23 de marzo.
Miércoles 21 de marzo. 7.30 p.m. El Mirador, CEDES piso 12