El Barroco constituye, nada más y nada menos, la auténtica Coartada (Santo Domingo, República Dominicana: Editorial Búho, 2017) de Alexis Gómez Rosa; pero su poesía o aquello que debe pagar por el delito que encubre, es una bala, ya fue una. Ni meandros ni vaticinios ni jitanjáforas la acercan al lector; la alejan más bien. La escritura de Alexis, tal como el vivo juego de piernas del pugilista sobre el ring o el lento acecho del rifle en la obscuridad, simplemente retarda –intenta distraernos– lo inminente, lo que ya fue. En otras palabras, nunca sucede finalmente nada allí porque, de antemano, estamos todos muertos o –a lo Rulfo– ya todos lo estuvimos. La flora, la fauna, el cuerno alegre y emplumado de la abundancia, entonces, evidentes en su poesía, constituyeron siempre el ardid –más bien, y tal como el Quijote– de un auténtico enderezador de entuertos (en la poesía, en el cariño, en la más “lúcida política”). Poesía y país que se encontró un día sobre una paca, apilados por ahí, y –tal como su camisa Mac Gregor de segunda mano– consiguió igualmente a un par de dólares.
La Coartada debió salir conjuntamente con la Indómita & brava: antología de poesía
dominicana que hizo Manolo García Cartagena, publicada por Amargord, y que se puso
a circular en el marco del IV Festival Internacional de Poesía.