Tomás Mallo, Marcos R. Barnatán, Antonio Cillóniz,
Miguel Cabrera y Pedro Granados
Recital de poesía en ocasión del 50 Aniversario
de la muerte de César Vallejo
Foto en el Ateneo de Madrid, en ocasión de un recital de poesía en homenaje a los 50 años de la muerte de César Vallejo (1938). Participamos, además de este servidor (flaco y con pelo), el poeta Antonio Cillóniz (de blanco) y, al lado de éste, Marcos Ricardo Barnatán (buen lector de Borges). El Ateneo estaba literalmente abarrotado. Al final de la lectura, recuerdo, entusiasmado se nos acercó el bueno de Alfonso Barrantes Lingán (“Frejolito”) a felicitarnos. Yo no tenía sino unos pocos meses en Madrid (andaba becado por el ICI) y, por tal motivo, conservaba la mirada en claroscuro desde mi popular barrio de Breña. Mirada en blanco y negro en tanto pobre y pendeja y, por otro lado, deslumbrada por las maravillas que me ocurrían todo el tiempo. Mirada esponja y, al mismo tiempo, garrafa para beber; fuente.
Casi en llegando a la capital de España, fragué el siguiente poema:
Amanecer en Madrid.
Amanecer en invierno.
Hay sopas:
De ajos.
Castellana.
Consomé de la casa.
Origen de las nuestras.
Los ojos de la señora
que atiende en la barra.
Origen de los ojos de todas
nuestras madres y de todas
nuestras mujeres.
Necesitar estos ojos.
Necesitar acariciarlos,
besarlos, copularlos.
Todo a un tiempo.
Queremos decir que estamos
en un amanecer en Madrid.
Pero la banalidad
no es lo nuestro. Sí,
las canciones.
Las canciones y esta luz
que se arroja lenta
desde el trampolín del cielo.
Ya me duele el alma
de tanto quererte.
Pero lo nuestro no es la banalidad.