Poesía de Antonio Moreno Figueras

figueras

ÁNGEL DE ANTONIO

“Por otro lado, en medio del monocorde panorama general, también hemos podido toparnos con muy agradables sorpresas. Comprobar, por ejemplo, que excelentes poetas como Angela Valley, Jesús Aguayo o Antonio Moreno Figueras comparten los mismos sobresaltos de sus pares latinoamericanos: ¿cómo persistir en ensayar una voz personal en medio de tanto espejismo de mercado? u otra también pertinente y, quizá, más agobiante en Latinoamérica: ¿cómo sobrevivir sin perder el sentido del humor, sin que la política mate en nosotros lo mágico? Obviamente, en nuestra época hipercrítica nadie, mucho menos los poetas, quisieran que los tomen por ingenuos en política; mas, tampoco, creemos sea obligatorio tener que pensar y expresarnos siempre como si fuésemos ministros del interior. Sin embargo, a aquellas didácticas y, por lo tanto, simplificadoras preguntas nos responde de forma mucho mejor el poema “Esperanza”, del último de los poetas nombrados:

“Derrocado el corazón,
intento salvarme de la tragedia.
Hago como si no estuviera muerto”.
Estimado, Pedro. Estas palabras suyas, publicadas en la revista “Babab” y referidas a mi obra, fueron como nombrarme caballero deprisa y corriendo para participar en unas justas… Me dirijo a usted porque quiero hacerle llegar mi último libro, “Ni lugar adonde ir”, publicado por “El Sastre de Apollinaire”. Me hace ilusión que tenga el libro físicamente, pero también, si lo desea, le puedo mandar un documento.
                            Un cordial saludo
                                   Antonio M. Figueras

Recibo, literalmente desde la nube, este correo de Antonio.  Mensaje del todo inesperado y casi dirigido a un otro yo, a uno que dejé en el camino.  Pero que todavía palpita, incluso para mí mismo, en aquella crónica que  –basada en los sucesos que viví en España el año 1988– titulé “Desde otra margen: la última poesía española” (2003).
De la poesía de Antonio puedo decir que me sigue encantando; obra de un filólogo inspirado y de un poeta auténtico; que sabe no tomarse demasiado en serio.  La risa que es prueba de vida y de entendimiento; que ya lo sabía y lo aplicaba a su aire nuestro César Vallejo.
Paso a copiarles algunos poemas de su reciente poemario, Ni lugar adonde ir.

ZONAS COMUNES

Estación de Santa Justa.

Mi primer viaje

después del coma.

Y en esas estábamos los dos.

Charlando de nuestros asuntos.

Todo normal

si no fuera porque

no le recordaba de nada.

Así son las cosas,

porque alguien así lo dice,

como que tú eras muy puta

y de Murcia.

No iba yo a llevarle

la contraria

al psiquiatra.

El AVE demostró

que soy capaz de hablar

con cualquiera.

 

UN VIRUS HOMÉRICO

Siempre me consideré un troyano.

Antes que sudista.

Pero no creo en la belleza de la derrota

ni en que una mujer pueda incendiar

el mundo.

El destino ya no cuenta

entre mis tropos.

Intuyo, no obstante,

que en esa ciudad,

entre esas gentes

ardiendo,

una vez descansó

mi corazón.

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