Qué será la poesía peruana/ Santiago del Prado
Es el niño José María, en la hacienda Chuquitanta, muy temprano interrogando a una ranita, verde corazón del estanque.
Es, pistola en mano, el siempre joven Valdelomar, capitaneando setecientos hombres para asaltar la Junta Electoral.
Es Carlos Oquendo, a la hora de dormir, extendiendo periódicos en el suelo.
Es Georgette en París, en una embajada abandonada, encontrando unos poemas en el suelo.
Se cumplen cuatro años sin “PUERTO EL HUECO” (2006-2011), alimentado por el incognito y más bien odiado Dintilako. Fue un blog carnavalizador –por arbitrario, provocador y, no pocas veces, también honda o místicamente acertado– de la literatura peruana de los últimos años. Arremetía, sobre todo, contra las argollas; quizá contra lo que Georgette de Vallejo denominó alguna vez “hampa letrada”. Lo suyo abordaba el tema serio, pero su tratamiento del asunto resultaba más bien desopilante. Aunque aquello que convertía al blog en algo excesivo e incluso de mal gusto era, sobre todo, el doble continuado de comentarios anónimos que cobijaba; lo cual, a la larga, acaso provocó su clausura. Conectado a la vieja tradición –ya desde nuestra Colonia– de lo satírico y el libelo; supo sin embargo conectar aquello al lenguaje de la Internet: textos breves e imágenes de por sí harto elocuentes. Para un lector extranjero, PUERTO EL HUECO, constituirá un artefacto literario postmoderno en sí mismo; entre el kitsch, la novela negra y la crítica postbarrial. Para los peruanos, algo que de modo inquietante reflejaba nuestra actualidad literaria y, obvio, también una porcion de nosotros mismos. Se deja extrañar.