No son los nombres de los protagonistas de alguna nueva novela, pero podrían perfectamente serlo. Se trata, más bien, de constatar la fuerza de la bachata –su ligao– el cual encontré hasta en Corrientes (Argentina), entre la gente que se aglomera ante un kiosko de su costera sur para bailar o ver bailar las pegajosas composiciones del grupo Ventura. Obvio, para alguien que venga de El Torito de Villa Mella o del Blanco de Boca Chica, aquélla le parecerá una bachata sin picante; de las que desde el primer paso revelan el empeño con que se aprendió danzando en una academia. Sin embargo, vivísima allí se halla; en los auto-parlantes y entre los labios de las bellas muchachas correntinas. Literalmente, una vez que las radios la difunden continuamente en La Paz (Bolivia), en Asunción del Paraguay y, aunque aún no mucho, en Foz do Iguaçu del Brasil (donde vivo), se me hace que el ritmo dominicano domina incluso hasta el sur de Sudamérica. La chipa es un pan de queso que, junto con el mate y el tereré, están desde antaño omnipresentes por aquí. Y la bachata le sigue los pasos.
Saludos a Tony “Bachata” en Villa Mella!
A mi me encanta bailarla también, aunque no lo haga como las dominicanas!!!!!