RECUERDO DE JESÚS URZAGASTI (1941-2013)

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Todo el año 1994 viví en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, y colaboré con comentarios de libros para El Deber, de esta última ciudad;  también de modo frecuente escribí en el suplemento cultural Presencia Literaria que, entre los años 1972 a 1998, dirigiera Jesús Urzagasti.  Generoso escritor y amigo al que rindo mi homenaje enterado de su reciente deceso. 

En los últimos años cada vez que recalaba en La Paz y preguntaba por él me decían que no se dejaba ver por nadie.  Es el único intelectual boliviano con el que, frente a frente, me he sentido a vontade; acaso por ser él chaqueño.  Me decía, y nos reíamos a boca llena con su ocurrencia, que los paceños (y de alrededores) demostraban aquel inalienable acartonamiento porque andaban extreñidos.  Obviamente, desde que se me informara de aquello, al presente son casi ya veinte años,  me la he pasado un tanto mejor en La Paz; es decir, ejercitando la comprensión o la solidaridad.

Claro que exagero en todo esto.  Caricaturizo para hacer resaltar, aun más, la amistad o complicidad que de modo inmediato nos sabía comunicar el amigo Jesús.  Tengo otros viejos y nuevos conocidos –y conocidas– bolivianos con los que es agradable y llevadero entrar en mayéutica.  Sin embargo encuentro que, aunque talentosos, son disímiles todos.  Que de común pueden tener, entre sí, un Humberto Quino y un Homero Carvalho; un Juan Carlos Ramiro Quiroga y un Jorge Campero; una Vilma Tapia Anaya y una Jessica Freudenthal; etc; etc.  Salvo que todos ellos escriben poesía y se me hace que Eduardo Mitre, en sus Pasos y voces (2010),  omitió acaso al mejor entre todos sus compilados y estudiados allí; me refiero al Jorge Campero de Árbol eventual (1984, 2009), poemario publicado con Jaime Sáenz todavía  en vida.  Árbol eventual es la mariposa de la crisálida que constituye la poesía de Vilma Tapia; es la adolescencia frente al justificado –por demiúrgica tarea– cansancio de Quino (y un tanto del propio Jaime Sáenz); es el pensamiento vivo –la inteligencia natural– frente a tanta exhibición de saber librezco.  Es un libro de sangre ligera, tal como la recordada amistad de Jesús Urzagasti.

http://es.wikipedia.org/wiki/Jes%C3%BAs_Urzagasti

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