Nuestro hermano Edgar empieza a ser masivamente reconocido para empezar en México, su patria. Aún no entienden los críticos mexicanos esa mezcla curiosa, casi oximorónica, de poesía postautónoma y, al mismo tiempo, devota de Platón en tanto creyente en la Poesía y en tanto, por ejemplo, pinta cierta Idea de mujer (pongamos por caso su esposa). Pero qué le vamos a hacer. Lo rescatable es que, por ejemplo, el Diario de Poesía de la UNAM lo antologue y ciertos críticos de oficio conocido (picapleitos que escriben en automático) lo reseñen. Hasta que, caro lector, acaso por aquellos buenos oficios leas directamente a Edgar; y, al modo del mejor Machado de Assis, no sepas si está hablando en serio o en broma. Repases sus versos, sonrías y te encandiles; sin saber si están en poesía o no. Grande Edgar!
La Nada
En mi adolescencia
uno de los juegos acostumbrados
era el de la nada.
Se trata de pensar en tí,
en los seres vivos con quienes
convives, como algo efímero.
Al morir, desapareces,
se desintegra la memoria.
Se apaga para siempre
la actividad cerebral
que generaba el “yo”
no habrá más pensamientos
el cuerpo es una masa
de carne y huesos putrefactos.
Después de la vida, ¿qué pasa?
:EL VACÍO:
Puedes jugarlo de múltiples formas
Mirándote de frente en el espejo,
acostado e intentando levitar,
en presencia de un cadáver
o simplemente pensando, imaginando
estremeciendo tu existencia
asumiéndolo: el “yo”, se extingue.
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