Nunca está uno preparado para un bolero. Llueve afuera. La noche es una desconocida. Unas nalgas magníficas y oscuras recortadas en dirección a un cuarto pequeño. Sus labios, globos de carnaval, sus pechos diminutos que no coinciden con aquel culo de apaga llamas y roba corazones. Que me he encontrado de puro lechero. Que ya desnudo he tratado como si fuera un sueño. Y hacia quien no he regresado para no despertar. Se llamaba Raquel, de la escuela de samba “Unidos da Tijuca”. Y como ella también yo tengo otro nombre. Soy Miguel, el ángel. Soy de Malambo. Soy mi hermano Germán, del que se enamoró la puta de todos. La mirada que desde mucho tiempo antes ya conocíamos. De la que gime como si estuviera sola; sola y muy boca abajo ante el borde del mundo.
En homenaje a las mujeres, mediadoras por excelencia entre este mundo y el otro.
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Parece que fuera de verdad, esa Raquel!! o es? Da igual… me da muchos celos y mis pechos se desinflan, y mi cerebro quiere salvarme, y mi vagina se arrecha. Todo un mundo de emociones encontradas …