Perdí la conexión a Internet.
Es demasiado tarde para dormir,
demasiado temprano para la calle.
El frío penetra en la habitación.
La desolación y el desamor
deambulan con un olor a muerte.
El mundo en sombras.
Los fantasmas en la planta baja
provocan escalofrío en la piel.
Me encierro con llave en el estudio.
El puto corazón que se estremece.
No puedo revisar los poemas
que se quedaron en la nube.
Ni puedo conversar con alguien.
Mis manos temblorosas.
Oprimo algunas teclas.
Ingiero pastillas, no importa qué.
Toda la piel es un escozor impreciso.
Escribo cosas sin sentido.
No tengo Internet, no tengo a nadie.
Puedo hablar en el espejo
intentar atenuar
la memoria, el deseo perdido.
De cualquier forma
si entro a la red
no tengo a nadie
pero espera,
en el lejano horizonte
esa débil luz aparece.
O más conocido regularmente como Edgar Artaud Jarry; que no es sino Edgar Altamirano, profesor e investigador, de la Universidad de Guerrero; el cual, asimismo, es un ser humano y poeta extraordinario y gran bebedor de café.