Las palomas/ Carlos Eduardo Quenaya

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…y la piedra cae
del pensamiento al suelo

L.M. Panero

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Viviré de mis ahorros –dijo. Podré vivir del dinero ahorrado –subrayó. Sin embargo, ¿de qué cosa hablaba si 200 jamás había ahorrado una sola moneda, si nunca había guardado un miserable sol peruano en su bolsillo? Dinero no tenía y familia tampoco. Así que luego del secuestro, o del abandono, pues lo abandonaron en un mercado, en medio del alboroto y la estupefacción de los compradores, luego del secuestro sólo le quedaba empezar a trabajar y pacientemente cultivar la amistad de, quién sabe, sus delirios.

Se dedicó, pues, a cultivar su arte. Pero no tenía arte alguno. Y se quedó pensando y mirando las palomas. En la plaza, la desierta plaza, decía para sí mismo, las palomas son seres que superan con astucia la proximidad. Y eso era todo. El día terminaba así como empezó, sin una verdad, sin ningún misterio enterrado allá en lo confuso.

Carlos Eduardo Quenaya (Arequipa, 1984). Actualmente busca editor para “Los discutibles cuadernos”, que es lo que debe seguir a Elogio de otra vana invención (2008). La viñeta publicada pertenece a otro conjunto de textos en plena elaboración.

Puntuación: 5.00 / Votos: 5

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