Perdido entre la voz de estos sucesos y estos techos blancos, tomados por la niebla, inmisericordes, como los charitos que picotean la guava del jardín vecino… que impiden cosecharla… pero que como pajaritos son de los más alertas, gorditos, frágiles y adorables. ¿Qué hace Juvenal Agüero ahora mismo? ¿Cómo espanta las moscas y mata sus pulgas? Por lo que pareciera, no han vastado los años para borrarlo del mapa… para apagarlo con el extinguidor que cada uno de nosotros llevamos dentro. Menos su buen amigo Edgar Artaud Jarry, de Chilpancingo y buzo de la poesía, que ahora mismo anda con un megáfono leyendo poemas con jóvenes treinta o cuarenta años menores que él… -soy una pera, dijo uno de ellos, y estuvimos celebrando y riéndonos con esta ocurrencia por horas a través del skype. O bien la muchacha de Chiapas a quien la lectura que hiciera Juvenal, en aquella frontera de México, inspirara lo que sigue:
Palabras que llenan la habitación vacía
Palabras dardos
Palabras frías
Palabras tranquilas
Que se clavan sin permiso
En medio de la mente.
No duelen
Sí duelen.
Juvenal y su bolsa de agua caliente para poder dormir, dentro de no demasiados años. Juvenal cara a cara con la pelona. Juvenal recibiendo homenajes póstumos, absolutamente de mal gusto por inoportunos. Juvenal entre estas cortinas que involuntarias baten y encorvadas se traban y no permiten escuchar con claridad al viento.