No es como un vaso griego
para adornar la vida
y mostrar a la vez el valor
imperecedero de algo
que ya no puede ser
esa idea de la belleza
que en algún momento
se perdió
relegando al fragmento
la partícula
la consideración de nosotros los modernos
No la cariátide el vaso
el templo
para atrapar en una forma
imperturbable
el sentido que huye
y así ofrecerle luz y lugar a lo humano
sino por el contrario
el tótem
la joya en el ojo vaciado
primitivo
de una deidad repulsiva
la lengua burda
e inhóspita
que remeda no calla
el furor bárbaro
oído entre sueños
al alba
menesterosa
de un sacramento incomprendido
Generoso envío, para este blog, de Elkin Restrepo. Muchas gracias al poeta.