Poesía para teatro es el más reciente eslabón en la poética de Pedro Granados, un poeta limeño que se caracteriza por su independencia literaria, su insatisfacción permanente, su rebeldía y misticismo poético. Clasificado a veces como un poeta enigmático, comparte con César Vallejo el uso de un vocabulario propio y muy singular. Su poesía es aparentemente sencilla, con un ritmo entrecortado y sobrio, que captura la atención del lector y pervierte la realidad que le circunda, escribe lo que él ve, con un lenguaje personalizado, directo, sincero, lo cual le ha granjeado enemistades en un país de grandes y auténticos poetas. Leer a Granados, y lo digo por experiencia, es un placer gradualmente creciente, sus poemas aparentemente sencillos, semejan obras de arte labradas con paciencia y oficio; creo que los versos de Granados promueven a la manera de Robert Frost, el individualismo y la inconformidad. Pedro Granados, como Frost, eligió el camino menos transitado y esto hizo la diferencia.
Edgar Artaud Jarry
México
¡Rompe Saraguey!
No creo en gelman
No creo en kozer
No creo en zurita
Menos en milán
Tampoco en otro garcía
Aunque sea montero.
El maquillaje
Los traiciona. La mirada
Los delata.
No son poetas. Jamás
Lo han sido. Su obra
Es un desperdicio del tiempo.
No sus mañas.
Políticos, funcionarios,
Árbitros y racioneros
De la imaginación
Por estos feudos.
Te descuidas y te endilgan
Alguno de sus halagos.
Y entonces,
Escapas de la caverna
De la opinión para figurar
En el entremés como telonero.
Voceadores profesionales
Demiurgos al centavo.
Preferible creer en la antipoesía
Pero no de don de Nicanor Parra.
Creo en Rafael Cadenas
Creo en Alejandra Pizarnik
En varios versos de Javier
Sologuren
Que hasta el día de hoy me acompañan.
Palabras en la presentación de Poesía para teatro (Cuernavaca, Morelos, México: La Cartonera, 2010) que se llevó a cabo en la Casa Spencer, de la ciudad de Cuernavaca, al medio día del 19 de septiembre.