Reynaldo Jiménez acaba de publicar una tan arrojada como odisíaca traducción de Galáxias de Haroldo de Campos, junto a una selección de entrevistas y escritos tardo- y/o transconcretos (de nota Transluciferación mefistofáustica: contribución a la semiótica de la traducción poética, y Tradición, traducción, transculturización, historiografía y excentricidad). En “Nota bibliográfica”, Reynaldo confirma que al momento de su muerte el autor de Galáxias dejó en suspenso una translucinación de Nezahualcóyotl (o de quienquiera que fueran la manos que se encubrieran bajo ese nombre, en una multisecular tradición de “reiteración transcreativa” habría dicho de Campos, de la cual apenas tenemos noticia gracias a la labor de Garibay y León Portilla, entre otros) del náhuatl
como tantos y a la vez tan pocos, en la estela del proyecto de Mallarmé, Galaxias trata (carnavalera y paródicamente por momentos, grave y cuasi-religiosamente en otros) con el Libro, con el libro total secularizado, que es a la vez ilusión de disolución del lapso entre “vida” y “obra”. Como el Ulysses dublinense-mediterráneo, como La nueva novela de Martínez, Galaxias moviliza saberes enciclopédicos de nunca acabar, confesando de paso algo así como una transcreación excéntrica de los cantares de Ulises en la lengua de Fernando Pessoa, de Camões y de Guimarães Rosa, que no es, se habrá barruntado, ninguna lengua, ninguna lengua una o enteramente unificable sino un “singular plural”, tal Galaxias
Galáxias se dan como proyecto, subraya su autor en un texto de 1992 incluido en estas Galaxias/Galáxias — proyecto, por de pronto, en vistas a situarse en “la frontera entre prosa y poesía” (y, en efecto, el poema haroldeano a ratos hace vacilar distinción tal al operar a través de versos-frases y des/encabalgamientos de toda laya), aunque, a la postre, confiesa, “el polo poético termina por imponerse al proyecto” (op. cit., p. 123). Y aquí el “polo poético” viene no sin problema o proyecto de problema a ser identificado con la imagen: el polo poético es el polo de la imagen, reitera, en suma, diferencialmente de Campos, siendo la imagen entendida aquí como vislumbre o llamada de lo “epifánico”, de la súbita revelación plena: “… la imagen acaba por prevalecer, la visión, la vocación de lo epifánico” (idem). Singular reiteración (escritura) creacionista, ultraista y aun surrealista podríamos decir, y no por nada el concretismo, al menos el impulsado por el lote de Noigandres, es parte activa de la vanguardia y, como el mismo Haroldo de Campos lo dice por ahí, traducción creativa del modernismo antropofágico más temprano sino de una plurimilenaria tradición “visionaria”. Que la imagen, la imagen epifánica, constituya el alfa y omega de la trazadura poética lo desmiente generosamente esta traducción de Galáxias, de Reynaldo Jiménez, amorosamente entreverada en los pliegues, sudores, tactos y contactos entre lenguas. En otras palabras: como el Coup de dés desmiente a Mallarmé, Galáxias desmiente maravillosamente el proyecto de Haroldo de Campos. Y “desmentir” no es aquí refutar ni menos decir a alguien que miente (es una de las acepciones que trae la tan Real como Irreal Academia de la Lengua Española en la última edición de su Diccionario) sino darle suspenso, dejar en suspenso (“suspense” dice Haroldo de Campos en el texto ya citado), diferir o eyectar temporalmente el pro-yecto dicho, el dicho proyecto… de fin a comienzo:
y comienzo aquí y peso aquí este comienzo y recomienzo y sopeso y arremeto
y aquí me meto cuando se vive bajo la especie del viaje lo que importa
no es el viaje sino el comienzo por eso pienso por eso comienzo a escribir
mil páginas escribir miliunapáginas para acabar con la escritura para
comenzar con la escritura para acabarcomenzar con la escritura por eso…
esta choda la historia porque es una historia del uno porque tiene muchas fantasias
Es una traducci’on bastante mediocre. Con un o’ido negado por el traductor. Haroldo debe de tratarse con m’as respeto y menos megalomania del traductor.