Yo también he recibido esos jugosos
Y puntuales cheques
Y visto la nieve
Y vivido, más o menos,
Como una persona decente.
Y una mujer muy hermosa
Me ha esperado
Con sus caderas de péndulo
Contra mi vientre
Con su cadera y su leve
Compás
Allí donde uno
Es un hombre muy feliz.
También he cruzado el lago
Congelado
Y, por qué no,
Huido con el humo más vivo
De alguna chimenea
Colocada en el vasto camino.
Sin duda que he sido feliz
Que soy feliz todavía.
Sólo que
Vivo mal por un recuerdo
Y no puedo prescindir de él.
Los poetas vivimos por un recuerdo.
No para hacer el bien o el mal
A la gente
Ni para acertar
Con el mundo.
Me importa un comino el mundo
Aunque guste del condimento
Y del brote primero de tus ojos
Cuando te hayas en estación
De entender de escuchar de fijarte
Que he sido
Que soy el hombre más afortunado
Contigo.
A la poesía
Porque existe
En medio de las necesidades
Y la esquiva bonanza.
A la poesía. A la madre
La hija
Y la hijastra.
A la poesía
Que no impone
Cambiar tu vida
Ni otorga acaso ningún perdón.
A ella, la linda
La que viene, por lo común,
Con nuestros muertos
Pero que no está muerta.
Pero que no es avivata.
Una nube de hule
Un cielo de hule
Una ciudad de hule
Poesía, cuchillo viejo
Pegas a penas
Y lo hechas todo a perder.
(En mi enésimo cumpleaños) A cada una de las mujeres que he amado.
Hermoso poema, Pedro.
Un abrazo.
Juan Carlos
Otro abrazo a ti, Juan Carlos… amigo y poeta.