La suavidad del pan que no ha nacido
sostiene sus caderas,
un lomo terso de venado,
la curvatura del melón,
altas mejillas donde escribió
su adiós final la espalda.
Cómo no amar a este varón
sentado en sus dos lunas,
volcado como un río sobre el lecho.
Amo su boca tocada por la abeja,
amo sus higos apretados,
amo esta órbita doblemente dulce:
detenidos ocasos sus dos nalgas,
oh gloria de la esfera, las dos copas
en que lo habrán vertido un día.
Su grávida ternura me devuelve
a las cosas más terrenas.
Los ángulos equinos, el traje circular del universo.
Cómo no amar a este varón tocado
con piel de albaricoque en la cadera.
Ana Istarú
Costa Rica, 1960
De La estación de fiebre. XIII
Muy bueno, hace algunos meses puse este mismo poema en mi espacio. Un gusto haber recalado en el tuyo.
Saludos…
altas mejillas donde escribió
su adiós final la espalda.
Muy bueno, nunca lo había visto antes
dejo mi recomendación.
un abrazo.
AGRADECIDA… ABRAXO FORTE QUERIDO PEDRITO!!!!! BISESSSSS
Muchas gracias Ana Istarú por este magnifico poem. Cómo no amar a este
La suavidad del pan que no ha nacido! Es muy sensetivas palabras!