Archivo por meses: noviembre 2008

«Lincería»: un poema programático de León Félix Batista/ Manuel García Cartagena

retolicasdelvallico.blogia.com/upload/2007022...

LINCERÍA
“oh lince, mi amor, mi amor lince.”
Pound

Leer este fenómeno ya es molde de la niebla. Aparece
desplazado a una región difícil. Pero pasa que el pensar (que
va como torrente) se involucra para hacer del desfase diferen-
cia. Siempre saca de lo amorfo la antigua percepción, de
modo que el absurdo boceta simetrías. Se conserva tan lúcida
en la curva de la córnea que simula reposar (pero en verdad
se muestra) mediante el argumento que expresa sus
constantes, bajo el tórrido estatuto de la audacia.
Yo pinto su perfil fijándolo a un desvío y (en esta sola
hipótesis) le doy actualidad.
León Félix Batista

El neologismo «lincería», empleado a manera de título del primer poema del citado libro, guarda una relación de evocación directa con el vocablo «lencería»: «ropa interior femenina» y con el bello verso de Ezra Pound (que aparece citado sintomáticamente en español en el epígrafe que precede al texto): «oh lince, mi lince, mi amor lince», con el cual establece un vínculo semiótico que lo sitúa, entre el conjunto de signos que integran el texto, como una forma-sentido de significado (semántico) intencionalmente ambiguo: quizás esa lincería no sea otra cosa que las prendas íntimas que cubren el cuerpo del «amor lince», pero quizás es también otra cosa. Una cierta tensión se deriva, en efecto, de este primer hallazgo verbal de León en este texto, tensión que poco a poco irá deviniendo en inteligencia o lógica textual, a medida que se vayan sumando a esta primera forma-sentido las demás formas que componen el poema.

Descarto de entrada la tentación de considerar la escritura de León en Burdel nirvana como un remedo del automatismo. Más bien, me parece todo lo contrario: la tensión lógica que se establece entre los distintos segmentos de su texto está orientada, no hacia una orgásmica libertad de asociación (automatismo), sino hacia un desdoblamiento de la relación sintagma-paradigma. Y lo que es más: de este desdoblamiento (sistematizado en el proyecto de escritura de la mayoría de los poemas del libro) es de donde surge precisamente el efecto-destrucción-del-sentido que estos provocan en el plano de la lectura.

Sobrevive en este poema la vieja ideología simbolista del mensaje «encriptado», oculto bajo el manto impenetrable de la «Idea». Como ocurre en ese otro poema sorprendente que es Hechizos de la Hybris, de Plinio Chahín, lo escrito en «Lincería» se da a consumir bajo la especie de lo no-dicho, como si ese texto nos hablara de otra cosa radicalmente “distinta” de lo que dice.

De ser cierta esta hipótesis, entonces cabría preguntarse qué es lo que resulta destruido con la lectura-escritura de este poema, puesto que ni la técnica del mot valise, ni la del télescopage, ni el delirio concettista por el juego semántico están ausentes entre las distintas estrategias textuales empleadas por el autor en su escritura. ¿Qué es lo que se destruye, si, incluso, la sintaxis de éste y otros textos de Burdel nirvana merece muy pocas objeciones, quedando más que demostrado el dominio que posee nuestro autor de los signos de puntuación (algo que muchos de nuestros poetas usurpadores ignoran por completo, dicho sea de paso)?

»Leer más

LA MEMORIA/ Rosy Paláu*

< %image(20081109-Rosy_palau.jpg|102|136|www.poemariodemujeres.com/P/Rosy_palau.jpg
)%>

A través de los sueños,

cuando el silencio ilumina

su niñez de los hechos

y nace un árbol que prolonga

la especie de lo triste

y no hay luz

y no hay sombra,

sólo la pureza de los días

que conservan la frescura

del instinto,

por esa inmensidad abreviada

en un segundo de la noche,

pasas.

Eres la palabra

en cuyas aguas el cielo se descubre

una nube ardiendo en el pecho,

un rumor de atardecer,

en ti toca fondo el olvido

y se aparece

con la sencillez que toman

los cuerpos en el alma.

Pero de pronto

el viento golpea la puerta precisa,

las cosas se alzan verdaderas

y hay que detenerse,

dejar caer la palabra

que se astilla en la sospecha

de un posible asombro,

mirar esa ciudad donde la luna

buscando su evidencia

en reflejos se deslava.

Dichosos los que aún

no han sido descubiertos,

los que ciegos de amor

se alumbran con el milagro

y andan por todas partes

adivinando el pasado,

los iniciados del deseo,

porque a ellos no los tocarán

las sombras.

Silencio de paso la memoria,

tiempo del tiempo

que para siempre irse, vuelve

y sediento de si mismo

se busca en la claridad que existió,

pero esa luz,

no tiene pruebas.

»Leer más

Premios, gloria y fortuna/ Harold Alvarado Tenorio

www.jehat.com/.../Harold-Alvarado-Tenorio.jpg,

Ni Borges, Camus, Cervantes, Dos Passos, Dostoievsky, Dreiser, Drieu la Rochelle, Faulkner, Flaubert, Forster, Genet, Greene, Hemingway, Huxley, Joyce, Lawrence, Machado de Asis, Martin du Gard, Mauriac, Montherlant, Orwell, Proust, Scott Fitzgerald, Waugh o Wilson, escribieron para que los invitaran a bailar merengue y soplar canutos en las Ferias del Libro y los Festivales de hoy. Escribieron bien porque dijeron las verdades de su tiempo, porque no fueron la voz de los establecimientos, y quienes leen saben que no mienten. Porque quien crea una voz, crea un destino, y vivirá para siempre, como bien lo entendió Han Yu, un poeta chino que conocí en el siglo VIII, y me dijo:

Todo resuena cuando se rompe el equilibrio.
Las yerbas son silenciosas,
pero si el viento las agita, silban.
El agua calla,
pero si el aire la mueve, repica;
las olas mugen: algo las oprime;
la cascada se precipita: le falta suelo;
el lago hierve: algo lo calienta.
Son mudos los metales y las piedras,
pero si algo los golpea, rechinan.

Así el hombre.

Si habla, es que no puede contenerse;
si se emociona, canta;
si sufre, se lamenta.
Todo lo que sale de su boca
se debe a una rotura…
Cuando el equilibrio se fragmenta,
el cielo escoge entre los hombres
aquellos más sensibles y los hace hablar.

»Leer más

Juvenal Agüero y el Caribe

www.el-bohio.com/malecon/photos/maleconH.jpg

Si bien es cierto, Juvenal Agüero había sobrevolado alguna vez las playas de Cancún y admirado su mar esmeralda, jamás había caminado a sus anchas en alguna de las costas del Caribe. Como andino, y luego de haber vivido un tiempo en Cartagena de Indias, reconoce que lo caribeño es su complemento natural. Claro que entre los mismos caribeños persiste el mito de otros más caribeños todavía, o más naturales, o más libres, o más plenos, o más felices:
-”El que no ha zingado con haitiana, no conoce lo que es zingar”, afirma, por ejemplo, la mayoría de dominicanos que habita en la frontera con la república de Haití. Asimismo, ya sabemos que algo de esto es lo que animó a Don Alejo Carpentier a escribir Los pasos perdidos; mas, al menos Juvenal cree que los mitos son ciertos, que algunas veces se tornan en cabal realidad. El Caribe para un andino no sólo es erotismo, sino también mirada abierta, lucidez, asegura Juvenal, y agrega:
– ¿Te imaginas, peruano, si tienes un mínimo de sensibilidad y –a pesar de las tragedias que te ha tocado vivir– una elemental exigencia a la vida de dicha, de alegría, cachando con alguien donde tú te digas a ti mismo por la puta madre, qué maravilla el ser escuchado, el ser bien recibido como si hubieras estado ausente, por muchísimos años, de tu tan añorado hogar?
Juvenal Agüero se aproxima a la telaraña de estos recuerdos como si, después, necesariamente tuviera que morirse; algunos recuerdos se pagan con la propia vida, piensa. Lo cierto es que la mujer que conoció en Cartagena de Indias lo acompaña para siempre. Más allá de sus sueños, donde Zumurrub aparece de pronto en cualquier esquina; más allá de tener una pinga que bendecir, una rama de olivo con la que dar gracias al creador, porque la regó y supo hacer dar fruto abundante una hija suya. Una pinga, con la cual dar gracias, y un coño y unas tetas y unos ojos maravillosos y, otra vez, una chucha y un culo sonrientes y concertados con una pinga –en contra de todas las tinieblas–, eso fueron ambos amantes frente al mar y alto cielo de Cartagena de Indias.

»Leer más

“Condiciones para superar la telefísica”. Entrevista con Heriberto Yépez/ Ariel Ruiz Mondragón

img.photobucket.com/.../v109/guiveza/yepeto.jpg

Recientemente, dentro de su colección Versus, Tumbona Ediciones puso en circulación el libro de Heriberto Yépez Contra la tele-visión, un libro en el que el autor realiza una original y polémica reflexión crítica acerca del aparato-tecnología-técnica en dos opúsculos francamente lapidarios. En el primero de ellos aborda la transición de la era dualista en la que, paulatinamente, la telefísica ha ido sustituyendo a la metafísica, lo que ha traído severas consecuencias filosóficas cuyo término aún no alcanzamos a percibir.

En el segundo se ocupa de lo que llama la mass-co-media, en el que perfila el estado psicohistórico de los mexicanos y la formación de su cultura popular-mediática, la que expresa su profundo conservadurismo. Esto puede gozarse diariamente en la programación –especialmente cómica- de la bidictadura televisiva que nos gobierna.

Sostuvimos con Yépez una breve conversación virtual que ahora presentamos, en la que se abordaron temas como los cambios en el pensamiento debidos a la telefísica, el conocimiento que produce, la condición psicohistórica del actual mexicano, las posibilidades de superar la democratización televisiva mexicana, así como de las condiciones para superar la telefísica y nuestro destino de dominación.

Yépez es profesor de la Universidad Autónoma de Baja California, autor de una docena de libros y colaborador de Laberinto, suplemento cultural de Milenio diario, de Replicante y Metapolítica, entre otras publicaciones.

Ariel Ruiz (AR): ¿Por qué escribir un libro como el tuyo?

Heriberto Yépez (HY): Hay que crear conceptos propios. Cuando alguien crea una idea, algunos dicen que sólo ha creado una palabra. En México por esa idiotez no tenemos filosofía. Los escritores sólo se han ocupado de fruslerías. El mexicano no se ha atrevido a redefinir la realidad, es un cobarde.

Para pensar la televisión, usé conceptos que describen lo que ha venido sucediendo desde mitad del siglo XX: un giro de paradigma dualista.

AR: En el primer opúsculo, tratas la transición de la metafísica a la telefísica, en la que ésta, a diferencia de aquella, postula que se puede encontrar la realidad “lejos”, “más allá”, pero dentro de este mundo. ¿Qué cambios ha traído esto para el pensamiento?

HY: Combatimos la metafísica, ¡como si no hubiese sido reemplazada por otra cosmografía! La telefísica —que abrevié en Contra la Tele-Visión y que ahondaré en otro lugar— es una doble pérdida. Por la metafísica, perdimos el aquí-ahora en beneficio de un más allá ilusorio. De ahí, siguió la pérdida de ese más allá.

Nos quedamos en un limbo, metaforizado sin quererlo por Hollywood o Televisa, en la sensación de que nothing is real y la realidad es algo que tenemos que alcanzar, porque está lejos, inclusive la más inmediata. Esa que diariamente tratamos de conocer a través de la información, que nos trae noticias del Presente General, más allá reloaded y neo-aquí-ahora.

AR: Encuentras en la televisión información, entretenimiento y espectáculo –allí está la amalgama industrial de esos elementos: el infoentretenimiento-, y una obsesión por el hoy, lo que da forma a lo que llamas pantopía.¿Esto tiene que ver con la cortedad de miras hacia el futuro y con la carencia de grandes proyectos históricos señalada por el posmodernismo?

HY: El posmodernismo es la continuación de los valores de la Modernidad. No ruptura sino auto-knock-out, preconizado por el propio romanticismo. ¡Más Desilusión romántica! Nadie ha querido verlo. Los románticos alegaban que el mundo no tenía sentido. Entonces, el romanticismo se refugió en el mundo interior. La única novedad del posmodernismo es que extendió el sinsentido al mundo interior. (Otro giro telefísico). El hombre posmoderno se engañó. Efectivamente el universo no tiene un Sentido antropomórfico. Pero sí hay direcciones, líneas evolutivas.

»Leer más

Para Billie Holiday

imagecache2.allposters.com/images/pic/IMPO/MR...

Si no fuera por tu sentido del humor,
Querida.
Si no te inhibieras en destruir, oradar
Mi corazón con tus canciones.
Creyera que el corazón
De verdad existe
Me creyera
El corazón
Y me creyera yo mismo
A esta hora.
Pero esa manera
De hacerme llorar
Sobre la leche derramada
Y consolarme luego
Porque nada ha pasado
En verdad
Absolutamente nada
Sobre este valle
De fantasmas erizados.
Y mi hermano mayor que no acepta
Vayan a tener que limpiarle
El culo cuando más viejo.
Y todo el resto de mi familia
Fallecida ya, toda
en un vagón de tren
que me queda un poco lejos.
¿Qué clase de carrusel es éste?
¡Señores, qué vueltas me voy dando!
Sin ti el aire sería de verdad aire
Y no esta pista que no tiene aire
Ni tiene tiempo
Felizmente
Y sí tus blandas manos, más bien
Y el cariño acorde
Con la batería y el saxo.
Nada es de verdad, qué va.
Solo esta música que lo envuelve a uno
Por completo
Y todo lo consuela.

»Leer más