Árbol veloz (poemas 1990-1998) de Luis Bravo

Cubierta

Afortunado desde los títulos de sus poemas, este libro no lo es menos en su conjunto. Consistente y densa propuesta -entre mágica, lúdica, mística y sugestivamente especulativa-, Luis Bravo (Montevideo, 1957) sabe, sobre todo, articular junto a sus preguntas su propio cuerpo. Es decir, sus textos obedecen a un surtidor doble y común, tienen aglutinados cultismo y performance; son de honda desbarrancada -a lo Huidobro-, pero sobre una malla elástica que los acerca a los juegos de Girondo. Juegos estos, claro está, no menos graves y fecundos -tal como en Trilce de César Vallejo-, mas en proporción y medida típicas de las personas inteligentes. Libro evento, transitivo e intransitivo a un tiempo, sus múltiples cabos se resuelven finalmente en un nudo cordial: fervoroso y definitivamente incluyente. Como muestra vaya algo de su “El enamorado”:

[…]
es quien mora en la noche como un vigía.
Es él, el mordiente amorófago
bebiendo el vidrio de la resurrección
en el murmullo de tu cuello espléndido
[…]
es el desconsolado en pleno incendio de la razón.

Árbol veloz, por cierto, no sólo es un lema paradójico, sino también arduamente connotativo e intertextual. Nos hace recordar, en seguida, un inolvidable verso de Javier Sologuren: “árbol que eres un penoso relámpago” que a su vez es, muy probablemente, un sesgado homenaje a un famoso poema de su maestro, nos referimos a “Beato sillón” de Jorge Guillén. Ícono mismo del deseo, entonces, es aquel lema; Ícaro redivivo, logos en máxima tensión son otras de sus riquísimas connotaciones. Complejas y fecundas como en una afinada orquesta de cámara. Tal las sensaciones que nos quedan luego de leer la obra de este estupendo poeta uruguayo.

Puntuación: 1.00 / Votos: 1

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