Soy feliz.
Inmensa y plenamente feliz.
Como nunca nadie había soñado serlo,
ni los adolescentes enamorados,
ni los flamantes esposos,
ni los poetas auténticos
con algún dinero en el bolsillo,
ni los místicos
de rostros transfigurados por el mismo Dios,
ni los perros, ni los cerdos
en plena voltereta, en plena
caricia en el hocico.
Soy feliz, soy felicísimo.
Pero no me traiciones
y vayas a comentarlo por todo lugar.
De EL FUEGO QUE NO ES EL SOL (1993)