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Anoche llegue tarde a casa, hice de comer y me senté frente a la compu con mi plato de lentejita y mi copa de vino, quise llamar a cholito pero eran las dos de la madrugada, quise llamar a Pierre y no encontré mis fuerzas, quería llamarme a mi pero no lo hice, terminé releyendo “las vírgenes locas”. La lectura como siempre era muy bella hasta que me detuve en la exclamación de Elena:
“…Hegel dice que todo lo real es racional y yo no entiendo que todo lo ideal llega a ser real. No hay belleza soñada por filosofo o poeta que no llegue a ser realidad algún día. Por eso los profetas aciertan. Lo que el profeta anuncia se realiza, no porque estuviera escrito, sino por la fuerza plasmante de la imaginación del profeta. Pero siéntate a mi lado, y entenderás mejor. Ortega obedeció. Ahora las rodillas redondas y excitantes de Venus Urania tocaban con las rodillas del novelista, que perdió otra vez el miedo, y volvió a sentir, con menor fuerza que antes, un calor que le abrasaba las entrañas con delicia inquieta. -El amor -prosiguió aquella Hipatía de las Vistillas- tuvo su expresión ideal mas grande y noble en la creación mitológica de Venus Urania; el amor casto y razonado; el amor lógico puro y ennoblecido por la idea, el que canto Platón en sus divinos diálogos, el que Sócrates ensalzaba en el “Banquete” lo representa Venus Urania. Pero Venus era un sueño de la fantasía griega; y como todo rostro bello, grande, debe realizarse algún día… Después de siglos y siglos nací yo, que viví muchos años ignorando esta mi segunda naturaleza, llamándome Elena (Cristina era su nombre de pila, pero ella se había olvidado del santo de su nombre), hasta que un día…, día horriblemente solemne, se me reveló mi condición de diosa; yo era, sin saberlo hasta entonces, la Venus Urania.
Octavio sudaba. Otra vez sintió la aprensión extraña de notar que la locura le entraba por los poros y le hinchaba las meninges en el acalorado cerebro…”
Aquí cerré mi lectura y me fui con Vallejo a vagar por las orillas del Sena, me gusta la hora esta, los paquebotes se hamacan y duermen, la luz de las farolas dibujan humeantes ojos sobre las aguas, la Torre Eiffel también duerme y de rato en rato el silencio se corta con el ulular de alguna ambulancia.. Este libro de Pedro Granados, “poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo”, es uno más de los tantos que año a año inauguran nuevas pistas vallejianas. Ulyses, muy amigo de Pedro me ha pedido esta lectura para sacramentar el paralelismo vallejiano que tampoco lo deja dormir. Ulyses me dice: “tu que vives en Paris podrías explicarme un poco mas la ansiedad de Pedro, un buen juicio, una buena lectura me ayudaría a comprender esos vacíos a veces tan profundos que Vallejo ha sabido evocar”… Me pican los ojos y necesito concentrarme en esta parte del libro analizado por Pedro:
C’est la vie, mort de la mort!
Es como si contaran mis pisadas.
Es como si se hubieran puesto aretes!
Es como si se hubieran orinado!
Es como si se hubieran dado vuelta!
Es como si contaran mis pisadas!
Este es un texto cargado de ansiedad -sigue escribiendo Pedro- donde el Yo poético, luego que “acaba mi enemigo de quererme”, es travestido: “Es como si se hubieran puesto aretes”. Paralelamente, en este poema se establece un constante contrapunto entre un espacio exterior (Paris, Luxemburgo, en general, “la urbe”) y uno interior, la propia subjetividad del Yo poético padeciendo la manía persecutoria: “Es como si me contaran las pisadas”, probablemente por la presencia implícita de aquel “enemigo”. Eso si, ninguno de los dos espacios es grato o feliz; mas bien, si lo son de fatiga y hasta de humillación: “Es como si me hubieran orinado”, “Es como si se hubieran dado vuelta”. Estamos aquí ante un caso de ambigüedad, segun W. Empson, de “séptimo tipo” donde se superponen y aclimatan en el texto dos sentidos diferentes. El primero de ellos se vincula a las hojas… El segundo sendito cuenta el travestismo del Yo poético… La expresión darse vuelta, en el Perú, implica la muerte o el coito contranatura. En todo caso este último sentido, este verso cala bien en la ilustración del sinsentido, desorden o caos que cunde en todo el poema..”
Son las 7 de la mañana… Mi cafe favorito: “les deux magots” recibe sus primeros clientes y me provoca un chocolatín..
Saludos grandes a todos, (Paris, 14/09/2005)