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Poesía

En simetría

Girasol dividido al medio de forma simétrica

Página en blanco pantalla en rollo aire giratorio

Así se me ocurre ser nuestro segundo de existencia

Que ni nos mira

Y sí lo hace más  bien la historia y nos contempla Inkarrí

Ni los muchos o pocos alimentos engullidos

Ni nuestras enésimas idas y vueltas salvo

Comprobemos que el cemento es igual en todo lugar

E idéntico el modo en que una mujer se enamora

Encandila hechiza entrega un hombre o un animal

Aunque la simetría todavía resulte asimétrica

Y la justicia siga siendo aún muy injusta

No basta comprobarlo en uno mismo

En nuestros inmediatos a más lejanos círculos concéntricos

Tuvo razón Sologuren que puso en tierra el esquema del cielo

O Góngora que puso aquello a girar y metamorfosearse

O César Vallejo testando al detalle aquel tinglado

El paisaje externo es el mismo que el interno

Como que a cierta hora hallamos dos soles

Que son sólo uno sumergido hasta media cabeza

El próximo acierto consiste en experimentar

Amar celebrar necesitar un mesías en minúsculas

E intensamente inmanente

Propenso a una simetría cada vez más más cierta

Propensos a una mayor justicia

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Para Alejandro Abdul, en Lima, Perú, año 2025

Corazón afuera corazón adentro una sola mano basta vasta mano

La historia se precipita aquí la catarata gira un momento el cuello

Y yo me arrodillo por todos los que sufren o fracasan

En sus proyectos como si por cualquier cosa que los

Psicólogos psiquiatras asesores gente de bien consideran

Cojudeces de alguien que no tiene nada que hacer ni nada ha hecho

Salvo sentir su entero tórax atropellado cada día y cada asueto y cada

Vez que los otros toman el autobús o salen apurados a tomar el autobús

El grito sordo de un feto es muy revelador

A pesar de nada conocer todavía salvo un tanto sus pómulos

Los que aprende a tocar con las yemas del anular de cada mano

O con ambas manos abiertas tal como alas de una inquieta paloma

Que no entiende que no quiere que no quiso

Salir ni para picar el regado maíz y ni siquiera para respirar

Fuera de su huevo a pesar de la novedad y de tanto alboroto

Sólo el cielo gris o azul y siempre deslumbrante de su madre

Sólo el espacio obscuro e interminable de la mirada de su padre

Únicamente la alegría para espolvorear el día y no saber qué hacer

Qué hacerse cuando viene la noche

©Pedro Granados, marzo 2025

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[La mañana catabólica]

by Barnett Newman

La mañana catabólica

Ideal para drenar la poesía argentina 

Ilusión que cae justo cuando el telón  se derrumba 

Borges no fue argentino, sino peruano

Tampoco Lugones, prueba de ello fue su suicidio

Anagnórisis radical sin atenuantes

Al Instagram de la poesía hispánica lo monitorean

Argentinos y españoles, a mujeres y hombres me refiero

No a los animales que aún no han decidido nacionalidad

Ni preferencias literarias

Aunque a mi perro Mique  le chiflan las nanas

Derriten sus sesos hasta trocarlo en un conejo

O más o menos en alguno como nosotros

No será por la letra (digo yo) sino por la tonada

Que viene desde la tripa (João Cabral de Melo dixit)

Fracaso esterilidad caras de palo (con o sin el concurso de Eliot)

Han ganado y van ganando terreno por doquier

Peruano-argentino  paulista-porteño  dominico-español

Mexicanos atentos a sus atrapa  nieblas

Dejan a diario sus babas por aquí

Arañan la tela de mi incrédula Laptop

No jodan desahuévense

Su poesía es una narrativa más que se morfaron

La tarde anabólica

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[Nací otra vez en Pachacámac]

Nací otra vez en Pachacámac

Como a los veinte y poco

Ya había intuido este nuevo nacimiento

En Breña, mi barrio de siempre

Bajo el tornasol del cielo de Lima

Durante algunos días del verano

Tardes mediterráneas

Sin playa ni horizonte y sólo un olor a mar

Que llegaba como de otro planeta

Una discreta caricia sobre mi nuca

Una puerta dorada sobre mi sien

Un ojo un tanto distinto del otro

Porque oteaba ya el día de mi nacimiento

La luz estrujada y como entretenida

Sobre aquellas paredes sucias y pobres

Subí la rampa

Mientras mis amigos hacían exactamente lo mismo

Llegué livianamente a la meseta

Casi inadvertidamente

No estaba ninguno de aquellos con los que allí llegué

Sólo mi cuerpo entero contra todo aquel poniente

Sólo mi parietal sobre aquel dorado polvo

Echo un ovillo

Sólo mi ojo derecho levemente boqueante

Entre aquellas tornasoladas nubes

Y mi lengua un tanto amarga del sabor de la tierra

 

(9 de marzo, día de mi setenta onomástico)

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Pedro Granados en el canon (oculto) de la poesía colombiana contemporánea

“En 1993, después de haber participado en el Festival de Poesía de Medellín, viajó a la Costa Caribe; en Cartagena, se reencontró con la pintora Bibiana Vélez, a quien había conocido, junto con Gómez Jattin, en el Festival de Medellín. Bibiana quería publicar un libro inédito de éste, que se había quedado en Medellín, y le pidió un concepto editorial a [Pedro] Granados. Entonces él hizo una mínima labor de edición del manuscrito: corrigió errores ortográficos y mecanográficos, quitó un verso aquí, limó una imagen allá. Y en el orgullo que no ocultaba de haber dejado su huella en Esplendor de la mariposa se hacía más claro su gran aprecio por la poesía del cereteano”  Joaquín Mattos Omar

1ero: Intervine, no sólo en el punto tocante a la “descuidada”  ortografía o vocabulario, en la publicación de Esplendor de la mariposa; edición casi artesanal de 1993 –en Medellín– y que luego pasara o se reprodujera, sin modificaciones, en las posteriores y definitivas.   En mi crónica de 2002, aunque no ahondo en ello, sí establezco ya algunas precisiones. Básicamente, fueron unas cuantas páginas mecanografiadas –con gruesas erratas ortográficas y otras, mínimas, de composición o formateo de los textos– las que recibí de parte de Bibiana. Gazapos aún más notorios en cuanto pertenecían a poemas breves y a escuetos versos. Lo nuestro fue una intervención leve; anfibia, entre el error y el acierto. Es decir, limar lo mínimo, apenas lo evidente, para que subsista el «ruido» particular de este poemario escrito a manazos entre el talento y el deterioro… en el que, por esa época en particular, andaba sumido el extraordinario poeta de Cereté. Siempre he creído, además, que corregir poesía requiere ponerse previamente a tono con un ritmo, universo y lenguaje específicos… y, por lo tanto, aplicar apenas la tinta blanca. Esto cuando se trata de una alta poesía, por cierto. Tal como en este caso, manchada por un descuido involuntario; por un pliegue, de menos o de más, por mera cuestión de la tintorería.  Testimonio de Bibiana Vélez Cobo.

2do: Mi crónica, “Si yo lo escribí: la poesía de Raúl Gómez Jattin“, poco a poco ya no aparece vinculada a su autor, este servidor, y va formando como parte de la tradición oral en el ámbito de toda la región.

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Sol de Lagunas/ Sol de Zorritos

-El escenario de los hechos

-Paisaje del otro mundo; adyacente, pero muy distinto al de Lagunas. Es un paisaje que rechaza a la gente viva, o todavía en estado viviente.

-Exactamente…sentí esa diferencia enorme.

-Lagunas admite trashumantes, viajeros, curiosos, etc. El de Zorritos es un sol tomando lonche y desatento a cualquier cosa que no sea aquello; el de Lagunas, en cambio, es más cercano e incluso travieso. Un sol acaso más humanizado por las miradas de tantas culturas anteriores.

 

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Cuestionario de Isaac Goldemberg y Sasha Reiter a Pedro Granados

A propósito de la publicación de Amerindios/Amerindians (Ney York: Arte Poética Press, 2020), donde ambos escritores tradujeron al inglés “La mirada”; el cual, junto con “Roxosol”, traducido por Leslie Bary, completa el conjunto de aquélla publicación neoyorquina y bilingüe.

¿Qué relación tienen los poemas de La Mirada con Trilce y con los “zorros” de Arguedas? ¿Qué significan en tu libro?

El punto crucial y reiterativo de los “zorros” –equivalentes, aunque uno de “arriba” y otro de “abajo”– es que cuando se juntan –hecho extraordinario, tal un mito cumplido–en aquel espacio –nominalmente Chimbote, aunque más bien abstracto, tipo La Metamorfosis de Kafka– en lo fundamental miran: observan y comentan lo observado.  Tanto que, en aquel tan significativo trance o circunstancia,  Arguedas insinúa pueda tratarse –ya que pueden convertirse en cualquier cosa– de un solo “zorro”; y nosotros agregamos, por ende, constituir una sola “mirada”.  Nuestra lectura de aquello, por lo tanto, no es meramente “literaria” (canon) ni en estricto cultural (noción de las humanidades en tanto pueblos, culturas  o minorías); sino mítica o, más bien, ontológica.  Trata de rescatar no el asunto ideológico o político, al menos inmediato de la novela, sino su magma filosófico o teológico (prefiero el filosófico) un tanto descuidado por la crítica a la sazón.  El ojo de Yhavé, de Buda  o de Guérnica podría vincularse a esta lectura… de Arguedas… y a mi concepto de La mirada.

Algo semejante existe con Trilce, la simultaneidad de los “tres soles” (OOO) de mi poemario Roxosol, observen la carátula del mismo, y aunque cada uno de ellos de color diferente en mi sueño, aluden también a su posible, dada la equivalencia, intercambio entre aquellos soles.  La continuidad solar, en lo básico (mañana, tarde y noche, como para el hombre antiguo), contemplada tal como una epifanía… tal como una mirada o un encuentro de miradas.

 

Tu poesía parece estar en un diálogo con él y con Vallejo. ¿Es así? ¿Cómo?

Fundamentalmente con Vallejo, a través de un paulatino descubrimiento poético que se toca con uno también intelectual, de modo un tanto más consciente en los últimos veinte años.  Lapso de mi tesis de doctorado que le dediqué, junto con poemarios y ponencias; las cuales, estas últimas, por lo general van a contracorriente del modo usual con que hasta ahora se recepciona al autor de Trilce.  Ejemplos de esto: “Trilce, muletilla del canto y adorno del baile de jarana” (2007), Trilce: húmeros para bailar (2014) y Trilce/Teatro: guión, personajes y público (2017).  Pero no me considero, en tanto poeta, un vallejólogo ni, mucho menos, un vallejómano; tengo voluntad de estilo y ambición personal que me hacen, tal como la pregunta, dialogar con él y no meramente imitarlo.

¿Hablas quechua? ¿Está influenciado el castellano del hablante de tus poemas por “una” dicción quechua? De ser así, ¿cómo?

Arguedas, desde 1938 (“Vallejo, el más grande poeta del Perú”) y con aquello de “Vallejo era el principio y el fin” (1969), testifica que el autor de Trilce le permitió resolver un problema que todavía sigue vigente para la mayoría de estudiosos; aquél de que el español es un mediador cultural válido del quechua.  Es decir, que fue leyendo Los heraldos negros, Trilce y Tungsteno donde Arguedas se percató de cómo superar sus angustiantes conflictos lingüístico-culturales  a la hora de escribir.   Sin duda que el haber sido mis padres bilingües (español/quechuas I y II) ha sido cultural y humanamente importante para mí; pero creo que el español “solito” del Perú –¿de los peruanos y andinos incluso fuera de su país?– es quechua también e incluso amerindio.  Sé del quechua algunas contadas palabras, pero lo que se ha filtrado en mi escritura sea acaso su sensibilidad, no estoy seguro.  En suma, creo que no precisamos enfatizar la diferencia cultural, somos indígenas todos; y el Everest representa nuestro apu mayor.  Por eso Vallejo se daba el lujo de no ser un peruano profesional o de utilería; jamás intentó ganarse la vida con su “diferencia” o devenir en un gurú de lo “otro”, ni en su vida ni en su poesía.Entendió que el mito no pertenece a ninguna lengua –o cultura–, sino que cada lengua es traducción de aquél; siempre apuntó hacia al origen de este Babel.

Como tú hablas y lees en inglés, te parece que las versiones de tus poemas en este idioma dicen de alguna manera algo distinto que los originales? Y no me refiero solo a La Mirada sino también a Roxosol.

Me parece que en las versiones de mis poemas al inglés se acentúa el aspecto conceptual o intelectual de los mismos; no sé qué tanto sea equivalente, entre ambos idiomas, el aspecto expresivo o más corpóreo.  Acaso aludan, más bien,  a las coordenadas propias de un cuerpo o sensibilidad distintos en inglés.  Pero aquello no está mal o no constituye una limitación de la traducción; por el contrario,  mi poesía ventila mucho aquel aspecto intelectual, aunque entrelazado a lo cotidiano.  Y que el aspecto expresivo al que se ligue en inglés no disminuye, sino, por el contrario, multiplica  sus posibilidades apelativas y de configuración de realidad.

Lo cual me lleva a preguntarte: ¿Piensas que un idioma puede captar la mentalidad cultural de otro idioma? ¿Piensas que es posible traducir una cultura a otra?

Perfectamente posible, aunque no se pueda decir que esta traducción sea mejor o peor respecto a un original.  ¿Cuál original?  ¿Cuál principio u origen?  Bastardos somos todos no sólo a nivel genético, sino asimismo a nivel cultural.  Compartimos, a modo de glosolalias insertadas en nuestra cultura y a veces también en nuestras lenguas,  desde ya fragmentos de muchas culturas anteriores que sobreviven en nosotros, que sólo de modo aparente se encuentran extintas.  Y que se activan y actualizan,  algunas de ellas, particularmente cuando se escribe poesía.  Somos permanentes homínidos migrantes  con una gran y antigua alma en común.  Esto sostiene la posibilidad misma de la traducción.

En los poemas de este libro, me parece que el acto de mirar está identificado con el acto de conocer y saber y de cierto modo “poseer” lo que se ve. Asimismo, el lector siente esta preocupación: ¿Cómo capturar con palabras lo que ve el ojo. ¿Podrías decirnos cuál es el papel de la mirada en tu poética?
Conocer, saber, “poseer” y consolar o poner en práctica la compasión; no el mero consuelo, sino la mutua identificación con el otro.  Pero, finalmente, de ningún modo con un propósito de ayuda o de auto ayuda, de causa-efecto práctico, pragmático o filantrópico.  Se puede mirar o contemplar juntos el horror o la dicha suma y, sin esto ser inventado sino real,  su consecuencia pedagógica puede mantenerse incierta, latente u opaca.  La mirada, eso sí,  es una invitación a mirar en red; a reavivar y multiplicar, por ejemplo desde la experiencia andina,  los ceques o puntos de visión que salían y se orientaban, hacia los cuatro puntos cardinales,  desde el templo del Sol o Koricancha.

El sol juega un papel protagónico en varios de tus poemas. Alumbra descubriendo los espacios oscuros. Lo mismo desempeña “tu/la” mirada. Hay una analogía entre el sol y el ojo?

La mirada no alude a un ojo ni a dos o más; es más bien una cualidad o acontecimiento.  Por ejemplo, en El zorro de arriba y el zorro de abajo, son dos zorros que juntas sus rostros y, por ende, sus ojos, los cuales  constituyen cuatro entonces, aunque ensayan una sola mirada milenaria dirigida a Chimbote.  Instancia que implica experiencia, y no sólo una idea o pensamiento.  La mirada se parece a una epifanía y a una anagnórisis porque, en última instancia, aquélla es gozosa.  Un mito cumplido; y no sólo una utopía o algo abstractamente por venir.

En uno de los poemas de este libro, te preguntas “dónde está la poesía”. Para ti es esta pregunta mejor que preguntarte “qué es la poesía”?

Exacto.  Qué es introduce apropiación y corte sincrónico; de algo que no tiene propietario y es algo semejante a un fenómeno continuo y ubicuo.  No existe o, por el contrario, existe; no es antes ni después; no implica una disciplina, premio o ascesis; todo va depender de la perspectiva con la que se observa.  Aquí resuena el budismo zen; las propias teorías actuales del multinaturalismo, aquello de que entre nosotros y los animales mayores compartimos un alma (cultura) en común y lo que nos diferencia son sólo los cuerpos; un propio catecismo renovado –desde que la creación continúa, no ha cesado–; etc. ¿Y qué podríamos hacer?  No nos queda sino echar mano de lo que tenemos más cerca para orientarnos e intentar explicar nuestra experiencia de ella, de lo que por un mero formalismo  denominamos poesía.

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Las humanidades en los talleres de creación literaria

Resumen

Un típico ejercicio preliminar de taller universitario podría ser, y de hecho lo ha sido en diferentes contextos y desde hace varios años, ensayar la creación colectiva y participativa del profesor con los estudiantes. Por lo general, una vez dividido el salón en pequeños grupos —a modo de ensayar una variante de «cadáver exquisito» entre cinco o seis personas sentadas en círculo— nos avocamos a la composición de algo que previamente el profesor denomina poema. De este modo, apurando siempre a los grupos —y luego de que, a modo de romper el hielo creativo, se lee un pequeño texto del canon en voz alta— cada cual escribe sobre su hoja de papel un título arbitrario y, a la voz del docente, lo pasa rápido al compañero vecino para que este prosiga agregando nuevas palabras o frases —el profesor ha advertido que son versos— al texto en plena producción. Por último, luego de sucesivas y dinámicas rotaciones orquestadas siempre por el maestro —cinco o seis, según sea el número de integrantes de cada grupo, y en el sentido de las agujas del reloj—, las hojas de papel vuelven a sus autores iniciales y entonces se trata de terminar —poner el último verso— a los susodichos poemas. 

Granados, Pedro (2010). “Las humanidades en los talleres de creación literaria”, en Miguel Giusti y Pepi Patrón (editores), El futuro de las humanidades: las humanidades del futuro. Lima: PUCP. 197-204.

https://repositorio.pucp.edu.pe/items/bf3c0607-00b5-4dd6-bc51-1d72f3721a4b

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