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Mandyju/ Cristino Bogado

 

Al poeta Bogado se le pilla con una trampa de hojas secas de literatura camuflando un hoyo de aquellos aderezados para sachavacas, corpulentos mamíferos hoy por hoy casi extintos.  De otro modo, no es posible ampayarlo; es decir, en sus textos, autores remiten a otros, páginas de un libro a otras análogas o tangencialmente diferentes.  Y así hasta, no el infinito, sino el patio, antes, una ventana que mira hechizada a la yiyi de la infancia, aquélla de los muslos tan prematuros de tanto darle a la bicicleta.  Y porque este sujeto poético, vaya, también que ha sido precoz para el enamoramiento que confundió, que entreveró, que su inaudita timidez prefirió solazar con los libros antes que con aquella yiyi que, hoy por hoy, apenas cabe en la bicicleta y que adora la poesía aunque, de ninguna manera, a aquellos, por tan desubicados, agrimensores de la nada P.G.

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LIBROS DE GRANADOS EN LA VII FLS

TRILCE: HÚMEROS PARA BAILAR       

LA MIRADA

VALLEJO SIN FRONTERAS

UN CHIN DE AMOR            

INKARRÍ     

Los libros se encuentran a la venta en el stand “Cajamarca”, departamento al que se dedica este año la VII FERIA DEL LIBRO DE SAN BORJA.  Este sábado 18 y tambien el 25 (4 – 6pm.) el autor estará firmando los libros. Y el viernes 31 de mayo, en el auditorio de la FLS,  bindará una charla alrededor de Trilce: Húmeros para bailar. Quedan todos invitados.

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“La vida en que sueñas”/ Laura García del Castaño

Tiene alrededor de veinte años en el oficio de escribir y ya varios poemarios publicados.  Es capaz de romper, de un solo martillazo, la más firme y bien contorneada maceta y hacer que retornen,  flores y plantas, al campo abierto.  Leer y escucharla leer su poesía es un verdadero consuelo entre tantísima estéril sabiduría.   La suerte me halló preparado para su rabiosa arremetida, aquella que dura lo que canta un solo gallo.  Me bailaría un tango malevo con ella; o mejor, si no sabe le enseñaría, una bachata de talones clavados sobre la arena, la tierra, el polvo de aquella tan marginada ciudad, resulta exactamente lo mismo.  P.G.

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VALLEJO, ADÁN Y EIELSON-SOLOGUREN: ESTANCIAS AMERINDIAS

(Autofiguraciones amerindias en el contexto de la migración y la interculturalidad)

MINI CURSO

Mediador: Pedro Granados, Ph.D -VASINFIN-  

Sumilla

Aquello de auto figuraciones alude, sobre todo, a anagnórisis o, también, deseo.  Estos poetas, representantes de la poesía peruana letrada-culta o experimental-vanguardista canónica del siglo pasado, las encarnan todos ellos en sus respectivas obras.  Viajeros sin excepción, incluido aquí el supuesto “exilio” predominantemente interior de Martín Adán (Lauer), a pesar de su clase social o el color de piel o de sus simpatías u oscilaciones políticas, repararon en que escribían en tanto mediadores amerindios o, aunque con premeditada opacidad en el montaje, aquello constituyó una suerte de autodeterminación ontológica.   ¿Por qué empezamos con César Vallejo?  Porque este autor representa, no sólo en el Perú sino en toda nuestra región, este discreto giro ontológico por excelencia.

Descripción   

Vallejo, Adán y Eielson-Sologuren: Estancias amerindias

Superada la “escenografía” modernista, la poesía latinoamericana recupera el paisaje; aunque no precisamente el telúrico y, sí, considerando la complejidad y virtualidad del espacio como un soporte más adecuado para lo humano: “Perception, Gibson argued, is not the achievement of a mind in a body, but of the organism as a whole in its environment, and is tantamount to the organism’s own exploratory movement through the world. If mind is anywhere, then, it is not ‘inside the head’ rather than ‘out there’ in the world” (Ingold 3).  Ejemplos: Escalas, de César Vallejo, o Fervor de Buenos Aires, de Jorge Luis Borges, ambos libros de 1923.

De los formatos a las sensibilidades y de éstas a los espacios (“estancias” aquí) es de lo que trata el presente mini-curso.  Traducible este último, de manera intersemiótica y del modo más económico, acaso al dibujo de una ola y un rayo de sol.  El riel César Vallejo se halla presente por aquello que éste acuñara sobre “poesía nueva“ (1926).  El otro riel es una lectura de la tradición de la poesía peruana ya no como formato/s ni, tampoco, en tanto “sensibilidad” (individual, grupal) sino, en cuanto imposición o consagración en ella de un espacio amerindio (Ingold).  Gesto simétrico o multinaturalista (Viveiros de Castro) y, asimismo, no menos contra instrumental respecto a nuestro intento de tomar posesión únicamente libresca, histórico-política o en tanto “narrativa” del texto poético.

En consecuencia, entendemos “estancias amerindias” en tanto íconos o conceptos localmente motivados; aunque, de modo simultáneo, de relevancia o proyección universal.  Es decir, “estancias” en tanto fruto de una mediación conceptual amerindia para el mundo (Granados 2019).  Y, asimismo, mediación conceptual vinculada a una tradición –en este caso específico– el de la poesía peruana culta.

Por último, aunque no sería lo menos importante, trabajar con poesía nos parece metodológica y epistemológicamente urgente para, en específico, el actual contexto académico internacional.  No leemos poesía culta por perjuicio de hallarnos ante un objeto decorativo o intransitivo, propio sólo de una clase social privilegiada; o porque carece de la suficiente información para aplicarle, en automático, nuestros esquemas realistas (históricos e ideológicos); o porque simplemente no la entendemos, en particular, la de la vanguardia para aquí, y en consecuencia mejor la evitamos.  Este minicurso, a pesar de su brevedad, pretende echar luces y desterrar, si no todos, alguno de estos prejuicios.

Calendario en cuatro fechas

Introducción. César Vallejo: Muros melografiados

Martín Adán: “En la azotea”

El (des) nudo en la poesía de Jorge Eduardo Eielson

Estancias (1960), de Javier Sologuren.  Nueva visita. Conclusión

Bibliografía

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BOJEAR/ Enriquillo Sánchez

 

“Bojear (‘bojar, costear, navegar, rodear, circunvalar’). Sin embargo, título el de esta poesía reunida, que también puede juntar opuestos y actuar cual un oxímoron, al modo en que lo ensaya César Vallejo, de boca (voz) y página (hojear); y, acaso no menos, de golpes al “hipócrita lector” (‘bokear’) tanto como su simultáneo y reparador “hechizo” (‘ojear’ o ‘mal de ojo’).” P.G.

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Georgette asesinó a Vallejo

Vía un  almuerzo casero envenenado, a solo tres días del cumpleaños número 46 del poeta,  el día 13 de marzo de 1938; y luego de un mes, lapso en que por lo regular los venenos rusos causaban su inexorable efecto, el autor de Trilce (1922, 1930) falleció el 15 de abril de aquel mismo año en la clínica Arago de París.  Fiel a su causa, stalinista antes que esposa de nadie, Geogette Phillipart tomó esta medida  por órdenes directas del Kremlin.  Las sospechas del rebrote trostkista en el peruano no las habría tolerado el régimen soviético; ya que, según el NKVD (Comisariado Popular de Asuntos Internos), luego de “auténtico amigo” (primer viaje a Rusia en 1929),  Vallejo se habría tornado en uno “falso”; con claridad a partir de su tercer viaje allí (1931) y consecuente decepción política.  Pablo Neruda, miembro secreto del NKVD, entre las sombras habría participado en todo esto.  Georgette, por cierto,  se arrepintió muy pronto de tan insensible determinación; en realidad, esto lo manifestó casi enseguida: destruyó la máscara mortuoria de su recién finado esposo estrellándola  contra el piso; a modo de recriminarse por su propia conducta y, de paso, destruirse a sí misma.  E hizo la promesa, motu propio, de irse a vivir al Perú y no volver a casarse a pesar de su aún lozanía y, no menos, atractiva belleza.  Que Vallejo se supiera blanco de la NKVD, aunque jamás sospechara de su propia esposa, era lo que lo apuró a escribir con tanta urgencia sus últimos poemas (desde 3 de septiembre hasta el 8 de diciembre de 1937), incluidos aquellos que dedicara a España. P.G.

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VALLEJÓLOGOS V

César Vallejo: Materiales para su reconocimiento

«Trickster (malandro)

https://pt.wikipedia.org/wiki/Trickster:

Mircea Eliade mostra que o Malandro, por sua característica de burlar os limites, é frequentemente andrógino (masculino e feminino ao mesmo tempo – o que não se equivale a homossexualismo), como o Shiva indiano

Para Jung, tal simbolismo se refere à harmonização psíquica de Animus e Anima (imagens internas da Psiquê para masculino e feminino), dinâmica importante no processo de individuação.

A dualidade também se apresenta como uma espécie e «ambiguidade» que lhe é característica.

Na cultura de massa de origem norte-americana, são expressões dotrickster: o Pernalonga, o Pica Pau e O Máscara»

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El zorro forma parte importante del paisaje cultural andino y, como personaje legendario con múltiples roles, es una imagen que recorre el mundo maravilloso de novelas, cuentos y cantos en quechua y en español. Sus correrías y simulaciones enriquecen la complejidad de sus intervenciones como agente cultural, intermediario activo y “rizoma” andino, mientras traspasa barreras, entabla negociaciones, establece alianzas, dialoga, traduce, lleva y trae mensajes desde distintos espacios y emisores entre la tierra y el cielo. Siempre escurridizo, libre e independiente, sin representar a ningún bando político ni “agencia cultural”, logra promover intercambios en aras de una vida social más democrática.

Julio E. Noriega Bernuy, El zorro andino y sus simulaciones

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“Salvo los discursos que se pronuncian en su entierro, el retrato que le esculpe José Drecrefft, las pocas fotografías en las que aparece, y los testimonios de quienes fueron sus amigos, no hay memoria de quien es ahora uno de los poetas latinoamericanos más importantes. El dibujo que hace Picasso de Vallejo es un tributo póstumo.  Sólo se puede conjeturar sobre la imagen que tienen los demás de él.  El poeta del que han leído poco o nada.  El cronista que los entrevista o los explica a veces con poco o demasiado aprecio.  El peruano que tiene cachuelos por empleo.  El que sueña con la revista propia. El becario del gobierno español que no asiste a clases y hace agitados viajes a España.  El propagandista del indigenismo o del gobierno peruano.  El materialista que aún en 1929 le pide a su hermano que le mande a decir misa al santo de su pueblo porque le ha pedido que le “saque de un asunto”.  El periodista que fue a Rusia como free-lance.  El activista que deporta el gobierno francés.  El escritor ignorado por la Revista de Occidente y La Gaceta Literaria.  El dramaturgo que Camila Quiroga y Louis Jouvet rechazan.  El marido de la “hija de concierge” como la llama Neruda a Georgette Phillipart.  El “criollo” que maquina fraudes con los que engaña a dos gobiernos.  El métèque que no paga el alquiler.  El “cholo” que vive en París y cuyo regreso al Perú nadie toma en serio.  La encarnación del pathos.  El “zorrillo” de Montparnasse.  ¿Cuál sería la palabra usada por latinoamericanos para referirse a quienes como él tenían como acreedores a sus amigos?  ¿Cuál retrato hubieran preferido o preferían quienes lo conocieron: el de la escultura de Joseph Decrefft o el de las caricaturas de Toño Salazar?” (Guido Podestá, Desde Lutecia. Anacronismo y modernidad en los escritos teatrales de César Vallejo.  Berkeley, CA: Latinoamericana Editores. 1994. pp. 20-21)

“VASINFIN, en homenaje a Henrique Urbano (1938-2014)”

 http://vallejosinfronteras.blogspot.pe/2016/05/vasinfin-en-homenaje-henrique-urbano.html

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José Rosas Ribeyro, en “Vallejo y el viudo de la viuda (Respuesta a César Ángeles)

El viudo de la viuda defiende, pues, a capa y espada el mito construido por la viuda del poeta. En verdad, más parece interesarle doña Georgette que el propio Vallejo. Y para defender a la viuda no vacila en hacerse el distraído ante algunos aspectos que señalo en “Un Vallejo propio y mío”,aspectos que intencionalmente “olvida” en su respuesta. Aquí le reitero algunos que creo que merecen respuestas serias de parte de un académico como usted:

¿Cree usted realmente que Vallejo tenía una aureola de santidad escondida debajo del sombrero, como lo pretende la señora Philippart en sus “Apuntes biográficos” sobre el poeta? He aquí la frase en cuestión:“Vallejo quitándose el sombrero me saluda y veo una gran luminosidad blanco-azul alrededor de su cabeza”.

¿Cree usted realmente que distinguidos estudiosos de la obra de Vallejo, como Luis Monguió, André Coyné y James Higgins, brillantes académicos como usted, son “loros descerebrados”, como lo afirma la señora Philippart?

¿Cree usted que el comunista Gonzalo More, íntimo amigo de Vallejo, era un ser “totalmente amoral por no decir inmoral” y también “un reaccionario”, como dice la señora Philippart?

¿Cree usted que Juan Larrea, otro íntimo amigo de Vallejo, estudioso de su obra y fundador de Aula Vallejo (revista que apareció en Córdoba, Argentina entre 1961 y 1974), era “un impostor” y “un oportunista”, como sostiene la señora Philippart?

¿Cree usted realmente que tiene algo que ver con el debate sobre la vida y la personalidad de Vallejo el hecho de que, en los años sesenta, tres décadas después de la muerte del poeta, la señora Phillipart haya apoyado con dinero la aventura guerrillera peruana, como usted lo señala en “César y Georgette Vallejo entre las dos orillas y al pie del orbe”?

Quedan muchas interrogantes sin respuestas de su parte, señor Ángeles. Muchas interrogantes ante las cuales usted “se hace el loco”, como se dice en el lenguaje popular. Éstas cinco que menciono no son sino ejemplos embarazosos para usted.

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Según Elena Garro:

A mí no me interesaban los oradores, me fascinaba el rostro grave de Vallejo, como si estuviera devorado por un terrible sufrimiento, y no pude quitarle la vista de encima. Él se dio cuenta de cómo lo miraba y me echó un brazo al cuello, sin dejar de escuchar a los oradores. A su contacto me invadió una corriente de bondad que nunca más he vuelto a sentir. Aquel hombre era un hombre aparte, era un poeta. Creo que la poesía va unida a la profundidad de la bondad. Todavía veo su suéter de lana cruda y sus ojos trágicos. César Vallejo nunca se quejó. Tal vez sabía que el hombre moderno tiene el corazón de piedra y que era inútil pedir socorro. (…) Yo sentía que Vallejo era desdichado, pero no sabía la causa a pesar de su mirada febril y terriblemente profunda. Vallejo se sabía el elegido de la desdicha. Los mayores conocían el fondo del drama de Vallejo, pero preferían el mutismo y hacerle el vacío. (…) Nosotros sabíamos que Neruda no lo quería, pero no imaginábamos que su poder fuera tan grande como para hundir a César Vallejo en aquella desgracia. Poco tiempo después supe que Vallejo había muerto de hambre en París.

http://www.elhablador.com/debate17_rosas2.html

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