Archivo de la categoría: Ensayo

Ensayo

1, 2, 0: Trilceana dialéctica

Barnett Newman, ONEMENT I (1948)

Sirva esta breve reseña, en torno a un reciente artículo de Santiago Vera[1], por la cual –a manera de modular o clarificar– intervengamos nuestro propio libro de 2004[2], respecto a lo que argumentábamos allí sobre el tiempo, más precisamente, el “tiempo utópico” en Trilce: “Poética de la circularidad”.

Para empezar, los números en la poesía de César Vallejo, y sobre todo en Trilce, constituyen tanto unidades simbólicas, icónicas y, no menos, metafóricas; estas últimas, mejor entendibles en el marco de su vocabulario poético.  Metáforas abundantes en Trilce, claro, a las que debemos identificar auxiliados por una aguja de marear templada para guiarnos ante el oxímoron que atraviesa transversalmente todo el poemario de 1922; es decir, tanto el plano estructural, sintáctico y prosódico.

Luego, aquello “prospectivo” (marca de futuridad o de “progreso”) es inherente al 1, 2 y, asimismo, al 0 (cero); esto último, como bien observa Santiago Vera, en contraste con el canónico o esperado 3 (tesis-antítesis-síntesis) de la dialéctica hegeliana[3].  Ya que, añadimos, propiamente no existe en Trilce ni utopía –en prospectiva cosmopolita, por ejemplo, Marx– ni mito entendido en tanto milenarismo (lectura urbana, asimismo cosmopolita, del denominado “eterno retorno”).  Todo es 1 (UNO) y O (CERO), según sea observemos –de lleno o de perfil– un círculo; es decir, todo se resume o se resuelve, al final,  en la ubicua metáfora de estar “parado”; es decir, en el inicio o plenitud de todo: 1 o 0. Aunque el 2 en tanto continuidad de la serie  –aquello que no es 1 o  0– implicará  en Trilce diversidad, multiplicidad y metamorfosis; y esto se hallará simbolizado en el círculo observado de lleno (0), aunque aquí, más bien, en cuanto “círculo vicioso”, noria o repetición.  Y a nivel metafórico, aunque por lo común a un segundo grado (gesto de estilo propio del barroco), y del deseo (omnipresente en Trilce) podamos identificar este cero (0) con el onomatopéyico cunnilingus (¡Odumodneurtse!) o el juego erótico alrededor de una vulva: de ella, de él.  Sin embargo, aquella noria de lo metamorfoseante constituye virtualmente, de manera paralela y simultánea, siempre el “parado” 1, símbolo del inicio y de la plenitud. 

Por lo tanto, sólo didácticamente se podrían distinguir en Trilce dos viajes diversos o autónomos: vertical (1) y horizontal (0).  Su lectura constituye, más bien, el acceso a un manifiesto, diseño y performance de un único viaje; aunque jamás individual, sino colectivo o incluyente. Viaje simétrico, post utópico (ni utopía ni distopía) y acontecimiento cotidiano-metafórico (la salida del Sol que ocurre todos los días).  P.G.

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R D y este pechito

“De tanto quejarnos del aislamiento de la literatura dominicana en el Universo no se sabe quién envió a Pedro Granados, el poeta peruano, a Santo Domingo, por allá por los años 90 del siglo pasado. Granados se encandiló con la poesía y con la gente dominicana y se jodió para siempre, que está preso por la guardiemón”. Clodomiro Moquete (Revista Vetas)

“Creo que es este un libro [Breve teatro para leer: Poesía dominicana reciente] que amerita una lectura pausada, porque es un esfuerzo genuino de un investigador literario [Pedro Granados], académico, que ha puesto sus ojos y oídos en la producción literaria dominicana, a la vez que refuerza una mirada nueva de esta poesía desde afuera (como lo hicieran Baeza Flores, Manuel Ugarte, María Prosdocimi de Rivera y otros).  Solo nos resta esperar que lo que hoy queda bosquejado y segmentado en su análisis se convierta luego en un estudio más ambicioso y, a pesar de las polémicas que esta obra suscite (y creo que así será), con él la poesía dominicana ganará en entendimiento y en su difusión”. Miguel Ángel Fornerín (Fragmento del Prólogo)

Al paso. No te apures.
Hasta el hoyo del papel
o de aquella india
de perfil tan moreno.
¿Qué es lo que se mueve
por ahí? Más ná.
Montao, y qué.
Con oro, y qué.
Como dice Chicho Severino
en su tan conocida bachata.
Hay problemas. Al poema
lo defendemos con un par de botellas rotas,
salvo si nos vienen con piedras.
Entonces, nos vamos.
Me llamas para atrás. Cónchole.
Ante la curva de la piedra
prefiero la de tu vestido.
Y encaramado como un mango
tu tan sinuoso paso espero.
¡Bendito palo!

Pedro Granados, Obra negra

CRÍTICA

La poesía dominicana revisitada

Breve teatro para leer: poesía dominicana reciente

Poesía dominicana: “leer poesía era (es) leer a Vallejo ” 

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Estancias, de Javier Sologuren: ATLAS AMERINDIO

“Estancias, síntesis de imágenes aéreas en la poesía de Javier Sologuren (1944-1960)” (Bachiller, PUCP, 1987)

Leíamos a Javier Sologuren desde el colegio; la sensación que siempre se nos quedó a través de sus versos fue la de discreta intimidad, levedad y sutileza. Ya en los años universitarios nos llamó la atención la rigurosa arquitectura de sus poemas, su encauzado caudal, que, según hemos averiguado con el poeta, no obedecen a un trazado previo sino a la irrupción instantánea de un sueño resoñado, de un texto gestado largamente en lo oculto. Del mismo modo nos cautivaban su poderosa visualidad. De alguna manera, arquitectura y visualidad iban juntas refinándose, apuntando hacia una totalidad, desechando excesivas apoyaturas (sonoridad, signos de puntuación, figuras retóricas). Nos propusimos entonces algo que ahora daremos a luz, intentar dar cuenta de la coherencia y armonía de esa fanopea , de los pilares que sostenían dicha arquitectura. Incandescentes ideogramas, esta última, o discreto vocabulario el cual, hoy por hoy, podemos conectarlo a una mediación conceptual de corte multinaturalista; a un modo de pensar “amerindio” que surge desde la urbe moderna. P.G.

https://www.academia.edu/32877031/A_los_treinta_a%C3%B1os_de_nuestra_tesis_Estancias_s%C3%ADntesis_de_im%C3%A1genes_a%C3%A9reas_en_la_poes%C3%ADa_de_Javier_Sologuren_1944_1960_Bachiller_PUCP_1987_

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Alfredo Fressia (1948-2022)

Fressia, durante su última visita a Montevideo en 2018 (Paola Scagliotti)

Cuando nací el sexo fue un destino. No se puede elegir ser poeta.
De las mujeres nunca amé a ninguna sin duda porque las amé en bloque. Fue un amor largo y sin alegría. Ellas también me amaron sin deseo y sin gozo.
Las miré con la nostalgia de una vida más bella. Cuando quise ser mejor quise ser mujer.
Después me olvidé. Devoré la costilla de Adán en la travesía del desierto. Fui hombre, poeta, amé a otros hombres. Tuve hambre.
Llegué a la playa de este mar eterno, al sur del Brasil. Mi olor es de sal virgen y de yodo azul. Sé que una mujer devolverá al mar el pez con una moneda en la boca.
Ella escribe mi poema. Yo aguardo.

Alfredo Fressia, “Mujeres” 

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Cinco ensayos deseantes

Granados, Pedro (2010). Cinco ensayos deseantes: de Cárcel de amor a la última poesía española.  Lima: Autor-Editor.  ISBN: 978-612-00-0218-6

“libro éste donde se manifiesta el placer del pensamiento, la alegría de la creación, nutrido de conocimiento y rara sensibilidad”, Alan Smith Soto

“Excelente colección de ensayos”, Jenaro Talens

“Un magnífico vuelo de bumerán: las lecturas del crítico, en sinuosos movimientos giratorios, vuelven al punto de partida: al lúcido poeta que es Pedro Granados”, Antonio Carreño

http://blog.pucp.edu.pe/blog/granadospj/wp-content/uploads/sites/97/2010/03/Cinco_ensayos_deseantes.pdf

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Trilce I (Testar-Tetar)

Comité de Lactancia Materna

Testar como Vallejo o tetar como la madre que nos parió o como me tocara aquélla que amara con sus senos de goma y sus pestañas de amapolas imperturbables ante el dolor y su piel de ninfa a la segunda potencia de lo acuático y de lo tornasolado y de lo agradecido que se va directamente al cielo de lo que había entre ella y ello que no soy yo sino acaso cuando rasgo y me desmantelo de una vez porque nada tengo que perder nada he perdido ni nada pierdo salvo el estar mejilla con mejilla contra ella y este aroma de cantos rodados de la playa desconocida hasta que la hollamos y no somos sino los dioses que jamás habíamos procurado ser sino porque nos conminara el amor por la vida y por la muerte y por la hecatombe de lo que se ha ido al fondo o hubo quedado casi sumergido aunque renuente a mostrarse de alas abiertas y de pechos aún más abiertos y que mudo recibo y muchísimo más de lengua que de palabra

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Los textos de algunos contemporáneos peruanos (II)

Carlos López Degregori, dotado verbalmente para la ardua tarea de hablar de sí mismo (o de los suyos).  Apartado aristócrata ante su ineludible lluvia de fuego.  Escenas modernistas cuya verosimilitud no encaja con el “látigo” de la cumbia ni el aroma de las marmitas donde asoma resignado el chicharrón.

Antonio Cillóniz, eximio retratista y, cuando lo amerita, incluso notable caricaturista; aunque sin poética.  Gran lector del Siglo de oro, y de la didáctica poesía peninsular de posguerra, pero que no cuaja en levantar un gran autor.

Isaac Goldemberg, como en su narrativa, su errancia poética añora la costa norte del Perú.  Aprendió, alguien le enseñó, a leer en las hojas de coca el destino humano.  Necesario distanciamiento, intelectual-afectivo, para acercarse y tratar sobre lo menudo que somos y, finalmente, sobre la historia tan breve que vivimos.

Carmen Ollé y Giovanna Pollarollo, entre una larga lista de epígonas de Blanca Varela, su visibilidad no se explica sino por el subdesarrollo educativo y la propaganda que hace de sí misma la pequeña clase letrada en el Perú.  Blanca Varela que tenía todo para ser una gran poeta, pero se conformó con la opinión de los otros, con aquella ovación de aquellos que usualmente son los mismos.

Adriana Dávila Franke, La azotea amarilla (Lima:  Katherine Sanabria Reynoso, 2022), nuestro Javier Heraud en femenino.  La pureza de vida de ambos constituye un peligro, tanto como el imán de sus versos.  Intensa vocación simétrica, posantopocéntrica, monitoreada por el río, en la poesía de Javier; por el sol en los versos de Adriana.  Y por la inteligencia (poshumano discernimiento) en los poemas de Sasha Reiter, un tipo de inteligencia a lo Paul Gauguin o a lo César Vallejo, sin utopías ni distopías: hacia otro momento o condición de la vida y del lenguaje. P.G.

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Los textos de algunos contemporáneos peruanos (I)

Roger Santiváñez, acaso se arriesga en el lenguaje, disloca la sintaxis, pero no en el diseño de su yo poético: bien pertrechado, auto-persuadido de sí mismo y docente.  A contrapelo de la extraordinaria evaporación del yo y de sus trabajos en los fragmentos de Magdalena Chocano (bebiendo de Adán, Sor Juana y J. E. Eielson).

El siempre joven Reynaldo Jiménez, sobre todo por la indumentaria, no va más allá de un Javier Sologuren oculto o bien camuflado ya que un mismo –y de semejante modo– “azahar” a ambos desvela.

La siempre guapa, Patricia Alba, es la verdadera madre del cordero de la poesía escrita por mujeres en los años 80; sin el decoro excesivo, más bien ideológico, por ejemplo, de Rosella Di Paolo, ni los desplantes clasemedieros (disfuerzo) de Rocío Silva Santisteban. Y no sólo de aquélla escrita por las mujeres.

Domingo de Ramos construye la andanada y caudal de sus rompecabezas (“como” + encabalgamiento) sin necesidad de alguna otra cosa.

Mario Montalbetti, telonero de Antonio Cisneros.  Sus Cinco segundos de horizonte implican –en la práctica– llevarse por las narices acaso cinco horas de tormentas en un vaso de agua.  Mucho más directo, escueto y potente resulta el “horizonte” de su contemporáneo español, Antonio Casado: “El vértigo es incomprensible/ desde fuera del vértigo” (Inventario).

José Antonio Mazzotti (1961-2024), colabora a entender la diferencia entre “arte del refrenamiento” y auto-represión en esto de escribir poemas.

Vladimir Herrera, suya es la magia de la libélula.  Sintaxis sincopada y ululante.  En un plano menos aéreo, acaso más al ras del suelo, su poesía semeja la inestabilidad de los adoquines bajo nuestros pies mojados en un día de intenso aguacero. El sujeto de sus versos es un zorro viejo, audaz e imbatible en sus andanzas, acaserado sobre aquella colina umbría.  P.G.

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“Aula Vallejo” exhumada/ Gabriela Milone

La vida en Córdoba. Notas sobre un archivo exhumado/ Gabriela Milone

Resumen
En 2022, en ocasión del centenario de la publicación del libro Trilce de César
Vallejo, en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba
se inició el proyecto de digitalización de la revista Aula Vallejo, revista que dirigió Juan
Larrea durante sus años de docencia en dicha institución. Ese proyecto paralelamente
exhumó archivos relacionados: el legajo y un expediente abierto al profesor Larrea por su
enfrentamiento con parte del alumnado universitario de la época, quienes acusaban a
Larrea de “despojar de marxismo” a Vallejo. Esta propuesta es un primer acercamiento a
esos materiales, un intento de escucha de esas voces exhumadas. Porque si lo propio del
archivo es su hueco —como sostiene Didi-Huberman—, habremos de ubicarnos en esa
caverna de resonancia de los tiempos donde alumnos y profesores —con Vallejo como
bandera— imaginaban y disputaban nuevos mundos por venir.

Palabras clave: Juan Larrea; César Vallejo; conflicto de interpretaciones.

https://revistas.unc.edu.ar/index.php/heterotopias/article/view/45430

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Cartas al Perú

"Mesa

Alberto Hidalgo Lobato (Arequipa, 23 de mayo de 1897-Buenos Aires, 12 de noviembre de 1967).  Estudió medicina en la Facultad de Ciencias Naturales de la UNMSM, pero abandonó la carrera debido a su interés por la poesía; tal como Rodolfo Hinostroza o el propio César Vallejo.  Falleció en Buenos Aires el 12 de noviembre de 1967, pocos meses después de recibir el Gran Premio de Honor otorgado por la Fundación Argentina para la Poesía, único reconocimiento recibido en vida.

Cartas al Perú (Lima: Mono Milenario/ Mesa Redonda, 2024), edición de Raúl A. Pérez Zúñiga (“atendiendo a la situación política actual”), incluye el propiamente Carta al Perú (1953), además de otros títulos asimismo inhallables: Historia peruana verdadera (1961) y Árbol genealógico (1963).

El socialismo de Inkarrí atraviesa transversalmente toda esta época de producción de Alberto Hidalgo, no menos que la búsqueda-constatación de la propia identidad literaria de este fino poeta y, hasta ahora más bien, gozador y certero libelista:

“Arequipa ciudad de claro rostro/ Ciudad a la que nadie se ha atrevido a meterle la mano/ en las polleras/ …/ Arequipa y mi vida”

Considera que el Perú, tal como también Lezama Lima: “da fisonomía a América”.  De manera análoga a la prosodia de Neruda, nos quiere hablar: “de la carne mineral de la papa”.  Y no es menos telúrico y magnético que Vallejo cuando nos dice: “Jaguar eléctrico radioactivo pánico/ Peruano por el quiero y la substancia”.

Sobre la producción literaria de Hidalgo queda pendiente, por justicia y placer,  frecuentarla mucho más.  Nos atraería estudiar su “voluntad de aura” (Silvia Molloy respecto a J. L. Borges) frente a la capacidad de “encarnación”, para semejantes motivos,  de la obra de César Vallejo.

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