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Docencia universitaria

Lomismo/Islismo: Poéticas gemelas de César Vallejo (PDF)

Este breve ensayo de 2017 (Revista Laboratorio) iba en “busca de un método” para intentar estudiar las culturas “opacas” (Canclini, Glissant); el cual, desde nuestra propuesta sobre la convivencia simultánea –en la obra de César Vallejo– de cuatro nociones distintas y autónomas de las Humanidades (Libros, Pueblos, Narrativas y Posantropocentrismo) creemos haberlo encontrado [Granados, Pedro.  “Humanidades”. Uwa’Kürü – Dicionário analítico – volume 5 / organização: Gerson Rodrigues de Albuquerque, Agenor Sarraf Pacheco. – Rio Branco: Nepan Editora; Edufac, 2020.   pp. 115-117 ].  Es decir, en oxímoron con la radical libertad y “vanguardia” de la obra del peruano, existiría un modo “correcto” de leer a Vallejo; siempre y cuando, y no menos de manera paradójica u oximorónica, nos manejemos simultáneamente con aquellas cuatro nociones de las Humanidades  toda vez que leamos aquella poesía, crónica, ensayo, etc.   Método del cual mostramos, en detalle, su pertinencia en un ensayo de muy próxima publicación, Trilce: “el sujeto del acto” (Dossiê “100 años de Trilce de César Vallejo”, Revista CirculadôCasa das Rosas, São Paulo, diciembre 2021).  

https://biblat.unam.mx/hevila/Revistalaboratorio/2017/no16/3.pdf

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VASINFIN del Brasil

Vallejo sin Fronteras Instituto (Lima, 2014), del cual soy su actual presidente, se multiplica.  En este sentido, damos la más cordial bienvenida y nos congratulamos de su proyección al Brasil, en concreto a São Paulo, donde funcionará bajo la dirección del poeta, profesor, investigador y traductor Amálio Pinheiro (en la foto).  Qué le deparará el futuro a VASINFIN, esperamos siga multiplicándose por el mundo; y, con esto, el meollo de su labor: “VALLEJO SIN FRONTERAS se abre a la difusión del estudio y la creación artística en torno a la obra o figura de César Vallejo. Se distancia de las lecturas típicas y tópicas sobre este autor universal y, más bien, apuesta por lo heterodoxo; aunque con hondura intelectual, rigor persuasivo”.  Así sea.

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Montalbetti – Zariquiey – Granados

Poemario, en cuya presentación, se confrontan dos lecturas: “giro lingüístico”/ “giro animal” o antropocentrismo/ posantropocentrismo.  En tanto Roberto Zariquiey, autor del libro, actúa como mediador cultural o, más bien, “conceptual” (en términos de Eduardo Viveiros de Castro).  Aunque breve y curvo, hito en el debate sobre saberes (experiencias) y poesía en el Perú que no debería pasar desapercibido.

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“Hablando sobre Vallejo” (Entrevista)/ Amalia Domínguez

Periodista mexicana Amalia Domínguez

Para estudiar a César Vallejo hay que dibujarlo, combinar el lenguaje icónico con el simbólico, ya que la suya es una poesía para verla, una poesía tridimensional, un atentado contra la linealidad del lenguaje.

Quien así se expresa es el poeta peruano Pedro Granados (Lima, Perú, 1955), estudioso de la obra vallejiana, uno de cuyos frutos es el libro Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo, publicado por el Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, recientemente. Granados, busca compartir sus conocimientos sobre Vallejo y su poesía, en el curso que impartirá bajo el mismo nombre de su libro, en Profética, la casa de la lectura (México), a partir de este jueves 17 de junio.

En entrevista sobre el tema, destacó que Vallejo es un poeta importante que se ha leído poco, porque es difícil. Lo que se conoce de él es el Vallejo comunista, combativo, que si bien es una artista mayor, no ha tenido la suerte de Octavio Paz, (Pablo) Neruda, y otros. De hecho lo que más se conoce de él es Los Heraldos Negros, Trilce –el libro más difícil de la poesía en español-, y la compilación España, aparta de mí este cáliz, que hizo Manuel Altolaguirre, pero que el autor no conoció; sin embargo fue también un cronista extraordinario, dramaturgo y novelista, pero estas facetas poco se conocen de él. Los libros de Crónica fueron de los pocos que le dieron plata, como corresponsal de periódicos y de la agencia France Press, pero la poesía es la flor de su obra, la más interesante y bonita.

Vallejo es una gran lección para la poesía de ahora. El resuelve muchas cosas con ese espíritu de aclimatación que tenía, por eso es llamado poeta del oxímoron, los contrarios conviven en él, lo mismo los heraldos negros que los heraldos blancos, son dos ejes, uno predominando sobre el otro. Lo curioso es que Vallejo no quiere hacer literatura; cuando se pone a escribir dice, “quiero escribir pero me sale espuma”.

Por lo que se refiere a las utopías vallejianas, básicamente no es el alcanzar un mundo mejor, donde todos seamos gordos, tengamos salud y un auto. Entre otras cosas, su utopía consiste en su maternidad, Vallejo se hizo mamá, siempre le interesó lo femenino. Uno de sus versos que ilustra esto, dice: “Y hembra es el alma del ausente, y hembra es el alma mía”.

Vallejo fue un poeta de vanguardia, que combinó nihilismo, dadaísmo, siglo de oro, especialmente el barroco, la cultura andina y la literatura modernista, todo ello lo hace ser un vanguardista no deshumanizado. Por tanto es el poeta de ahora, actual, al igual que Borges, ambos son íconos de la poesía contemporánea latinoamericana, sostuvo su compatriota Pedro Granados.

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Entrevista a Pedro Granados: “Trilce, La mirada y los zorros”. Sasha Reiter e Isaac Goldemberg

Isaac Goldemberg comparte la entretrivisa que, junto s Sacha Reiter, hiciera a Pedro Granados a proposito de la traduccion al ingles de su poemario Amerindios, notese la mencion a la poetica espacial de los ceques. 

A propósito de la publicación de Amerindios/Amerindians (Ney York: Arte Poética Press, 2020), donde ambos escritores tradujeron al inglés La mirada; el cual, junto con Roxosol, traducido por Leslie Bary, completa el conjunto de aquella publicación neoyorquina y bilingüe. Fredy Roncalla

¿Qué relación tienen los poemas de La mirada con Trilce de César Vallejo y con los “zorros” de José María Arguedas? ¿Qué significan en tu libro?

El punto crucial y reiterativo de los “zorros” –equivalentes, aunque uno de “arriba” y otro de “abajo”– es que cuando se juntan –hecho extraordinario, tal un mito cumplido– en aquel espacio –nominalmente Chimbote, aunque más bien abstracto, tipo La metamorfosis de Kafka– en lo fundamental miran, observan y comentan lo observado. Tanto que, en aquel tan significativo trance o circunstancia,  Arguedas insinúa pueda tratarse –ya que pueden convertirse en cualquier cosa– de un solo “zorro”; y nosotros agregamos, por ende, constituir una sola “mirada”. Nuestra lectura de aquello, por lo tanto, no es meramente “literaria” (canon) ni en estricto cultural (noción de las humanidades en tanto pueblos, culturas  o minorías); sino mítica o, más bien, ontológica. Trata de rescatar no el asunto ideológico o político, al menos inmediato de la novela, sino su magma filosófico o teológico (prefiero el filosófico) un tanto descuidado por la crítica a la sazón. El ojo de Yhavé, de Buda  o de Guernica podría vincularse a esta lectura… de Arguedas… y a mi concepto de La mirada.

Algo semejante existe con Trilce, la simultaneidad de los “tres soles” (OOO) de mi poemario Roxosol, observen la carátula del mismo, y aunque cada uno de ellos de color diferente en mi sueño, aluden también a su posible, dada la equivalencia, intercambio entre aquellos soles. La continuidad solar, en lo básico (mañana, tarde y noche, como para el hombre antiguo), contemplada tal como una epifanía… tal como una mirada o un encuentro de miradas.

Tu poesía parece estar en un diálogo con Arguedas y con Vallejo. ¿Es así? ¿Cómo?

Fundamentalmente con Vallejo, a través de un paulatino descubrimiento poético que se toca con uno también intelectual, de modo un tanto mas consciente en los últimos veinte años. Lapso de mi tesis de doctorado que le dediqué, junto con poemarios y ponencias; las cuales, estas últimas, por lo general van a contracorriente del modo usual con que hasta ahora se recepciona al autor de Trilce.  Ejemplos de esto: “Trilce, muletilla del canto y adorno del baile de jarana” (2007), Trilce: húmeros para bailar (2014) y Trilce/Teatro: guión, personajes y público (2017). Pero no me considero, en tanto poeta, un vallejólogo ni, mucho menos, un vallejómano; tengo voluntad de estilo y ambición personal que me hacen, tal como la pregunta, dialogar con él y no meramente imitarlo.

¿Hablas quechua? ¿Está influenciado el castellano del hablante de tus poemas por “una” dicción quechua? De ser así, ¿cómo?

Arguedas, desde 1938 (“Vallejo, el más grande poeta del Perú”) y con aquello de “Vallejo era el principio y el fin” (1969), testifica que el autor de Trilce le permitió resolver un problema que todavía sigue vigente para la mayoría de estudiosos; aquél de que el español es un mediador cultural válido del quechua.  Es decir, que fue leyendo Los heraldos negrosTrilce y Tungsteno donde Arguedas se percató de cómo superar sus angustiantes conflictos lingüístico-culturales a la hora de escribir. Sin duda que el haber sido mis padres bilingües (español/quechuas I y II) ha sido cultural y humanamente importante para mi; pero creo que el español “solito” del Perú –¿de los peruanos y andinos incluso fuera de su país? –es quechua también e incluso amerindio. Sé del quechua algunas contadas palabras, pero lo que se ha filtrado en mi escritura sea acaso su sensibilidad, no estoy seguro. En suma, creo que no precisamos enfatizar la diferencia cultural, somos indígenas todos; y el Everest representa nuestro apu mayor. Por eso Vallejo se daba el lujo de no ser un peruano profesional o de utilería; jamás intentó ganarse la vida con su “diferencia” o devenir en un gurú de lo “otro”, ni en su vida ni en su poesía. Entendió que el mito no pertenece a ninguna lengua –o cultura–, sino que cada lengua es traducción de aquél; siempre apuntó hacia al origen de este Babel.

Como tú hablas y lees en inglés, ¿te parece que las versiones de tus poemas en este idioma dicen de alguna manera algo distinto que los originales? Y no me refiero solo a La mirada sino también a Roxosol.

Me parece que en las versiones de mis poemas al inglés se acentúa el aspecto conceptual o intelectual de los mismos; no sé qué tanto sea equivalente, entre ambos idiomas, el aspecto expresivo o más corpóreo.  Acaso aludan, mas bien, a las coordenadas propias de un cuerpo o sensibilidad distintos en inglés. Pero aquello no está mal o no constituye una limitación de la traducción; por el contrario, mi poesía ventila mucho aquel aspecto intelectual, aunque entrelazado a lo cotidiano. Y que el aspecto expresivo al que se ligue en inglés no disminuye, sino, por el contrario, multiplica sus posibilidades apelativas y de configuración de realidad.

Lo cual nos lleva a preguntarte: ¿Piensas que un idioma puede captar la mentalidad cultural de otro idioma? ¿Piensas que es posible traducir una cultura a otra?

Perfectamente posible, aunque no se pueda decir que esta traducción sea mejor o peor respecto a un original. ¿Cuál original? ¿Cuál principio u origen? Bastardos somos todos no sólo a nivel genético, sino asimismo a nivel cultural. Compartimos, a modo de glosolalias insertadas en nuestra cultura y a veces también en nuestras lenguas, desde ya fragmentos de muchas culturas anteriores que sobreviven en nosotros, que sólo de modo aparente se encuentran extintas. Y que se activan y actualizan, algunas de ellas, particularmente cuando se escribe poesía. Somos permanentes homínidos migrantes con una gran y antigua alma en común. Esto sostiene la posibilidad misma de la traducción.

En los poemas de este libro, nos parece que el acto de mirar está identificado con el acto de conocer y saber y de cierto modo con el acto de “poseer” lo que se ve. Asimismo, el lector siente esta preocupación: cómo capturar con palabras lo que ve el ojo. ¿Podrías decirnos cuál es el papel de la mirada en tu poética?

Conocer, saber, “poseer” y consolar o poner en práctica la compasión; no el mero consuelo, sino la mutua identificación con el otro. Pero, finalmente, de ningún modo con un propósito de ayuda o de auto ayuda, de causa-efecto práctico, pragmático o filantrópico. Se puede mirar o contemplar juntos el horror o la dicha suma y, sin esto ser inventado sino real, su consecuencia pedagógica puede mantenerse incierta, latente u opaca. La mirada, eso si, es una invitación a mirar en red; a reavivar y multiplicar, por ejemplo desde la experiencia andina, los ceques o puntos de visión que salían y se orientaban hacia los cuatro puntos cardinales, desde el templo del Sol o Koricancha.

El sol juega un papel protagónico en varios de tus poemas. Alumbra descubriendo los espacios oscuros. Lo mismo desempeña “tu/la” mirada. ¿Hay una analogía entre el sol y el ojo?

La mirada no alude a un ojo ni a dos o mas; es mas bien una cualidad o acontecimiento. Por ejemplo, en El zorro de arriba y el zorro de abajo, son dos zorros que juntan sus rostros y, por ende, sus ojos, los cuales constituyen cuatro entonces, aunque ensayan una sola mirada milenaria dirigida a Chimbote.  Instancia que implica experiencia, y no solo una idea o pensamiento. La mirada se parece a una epifanía y a una anagnórisis porque, en última instancia, aquélla es gozosa. Un mito cumplido; y no solo una utopía o algo abstractamente por venir.

En uno de los poemas de este libro, el hablante se pregunta “dónde está la poesía”. ¿Para ti es esto mejor que preguntarse “qué es la poesía”?

Exacto. Qué es introduce apropiación y corte sincrónico; de algo que no tiene propietario y es algo semejante a un fenómeno continuo y ubicuo. No existe o, por el contrario, existe; no es antes ni después; no implica una disciplina, premio o ascesis; todo va depender de la perspectiva con la que se observa.  Aquí resuena el budismo zen; las propias teorías actuales del multinaturalismo, aquello de que entre nosotros y los animales mayores compartimos un alma (cultura) en común y lo que nos diferencia son sólo los cuerpos; un propio catecismo renovado –desde que la creación continúa, no ha cesado–; etc. ¿Y qué podríamos hacer? No nos queda sino echar mano de lo que tenemos más cerca para orientarnos e intentar explicar nuestra experiencia de ella, de lo que por un mero formalismo denominamos poesía.

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No me reconozco en ninguno de estos escritores peruanos

Ante señores radicalmente aburridos, arribistas de variada laya, pitucos incorregibles, desorientados a lo Mr. Magoo, enamorados de su inexistente belleza, féminas ardidas y pésimas poetas y, sobre todo, quien más o quien menos, sobrinos de El Comercio.  Renuncio a ser considerado, si alguno sospechara que lo fuera, un escritor como estos.

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