Coincido palmariamente con César Calvo en tanto y cuanto la presente novela de Max Silva Tuesta –Nuevo Hotel Sementerio– es una obra que nos produce una cálida complacencia, gracias a la extraordinariedad y cimbreante estilo del autor, es que realmente, si “nos morimos de risa, de gusto y asombro”. Digo esto porque si alguien me tomó como un desequilibrado mental –quizás como uno de aquellos personajes que hacen historia en esta magnífica obra– en algún bus de la capital, es porque era imposible evitar reírse a mandíbula batiente, cuando asimilaba ávidamente el humor festivo de sus páginas.
Inspirado en uno de los escritores más grandes de la literatura rusa y mundial –Fiódor Mijáilovich Dostoievski a través de su obra Humillados y ofendidos–, fulgura Nuevo Hotel Sementerio desde el año 1980. Una década antes había conocido al poeta César Calvo –al que le unió una imperecedera amistad– , quien lo enrumba, según sus dotes, en la hermosa especialidad literaria: la novela. “Tú has nacido para escribir estas maravillas” le habría dicho el autor de Poemas bajo tierra. Posteriormente, Manuel Scorza se encargaría de brindarle el mejor de los elogios al leer entre risotadas de por medio, uno de los segmentos silvianos que encontramos en esta obra como plato fuerte: “La vagina dentada”.
Múltiples personajes, escenarios y episodios, entretejen la más singular historia en Nuevo hotel Sementerio –en el que, si no caes, resbalas–; en ella, al principio Max Siva Tuesta se dirige a su entrañable “viejo compañero de clase y amigo”, Mario Vargas Llosa, de quien le hubiese gustado obtener el proemio que sin duda lustraría aún más, su última creatud. Sin embargo, es digno de resaltar que Silva Tuesta –vallejiano y vargasllosiano hasta el tuétano–, dedicó a MVLl una de sus obras máximas intitulado Psicoanálisis de Vargas Llosa en el año 2005. Que no le agradó al autor de El pez en el agua, existen serias probabilidades, pero en todo caso, Silva afirma que su “intención solo fue echar un poco más de luz sobre ese continente complejo que es su obra…”, se disculpa luego y lo lanza de manera premonitoria como uno de los más renombrados para ganar el Nobel que se entregará en estos próximos días en Oslo, Noruega.
Nuevo Hotel Sementerio, en cuyo cetro luminar encontramos a Narda Flor convertida en Caresanta, personaje que, sin duda, tienta nuestras fibras más íntimas en la más deseada fantasía –de diosas mitológicas, en especial de Venus– que poseemos cada mortal; encarna aquella esplendorosa mujer que nos atrae con sus misteriosos hilos sedosos e imantados, para llenarnos de placeres inconocidos y sacarnos al fin, de la oscura y sufriente desolación.
Es la vida de esta especie de hetaira latina o mejor dicho peruana, que es Caresanta, que mueven los hilos sugestivos de la presente obra, discurriendo su existencia –nada santa, pero si complaciente en el Nuevo Hotel Sementerio–, con diversos personajes de la política nacional, el narcotráfico, el terrorismo y la corrupción, es decir, un mundo que navega en las aguas de nuestra triste realidad nacional.
Si hay algo que debo destacar, finalmente, de manera nítida –según se desprende desde un elemental análisis de Nuevo Hotel Sementerio–, es la gran calidad prosística que emplea Silva Tuesta, en arduo trabajo de varios años, que le han permitido perfeccionar su obra hasta donde puede iluminar la excelencia. Tributo por tanto el aplauso docto a esta extraordinaria obra, que abraza los inequívocos rayos de la inconvencionalidad, en el que fluyen diversos personajes en nuestra escenografía cosmopolita, en una dura pero real cotidianidad. Mis felicitaciones, Maestro.
Miguel Pachas Almeyda. 04-10-09
No conocía la anécdota que cuenta usted sobre la lectura que alguna vez hiciera Manuel Scorza de un fragmento de la obra de Max Silva. El pensar que, con la nueva entrega de este autor, podemos reír a pesar de tratarse de una historia anclada en la no muy graciosa época que vivimos, tienta a leerla y disfrutarla.