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POESÍA ESPAÑOLA: CIERTO VALLEJO

POESÍA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX AL XXI: CIERTO VALLEJO

El presente artículo es relectura y meditación de uno anterior, “Desde otra margen: la última poesía española”, ensayo-crónica publicado en Babab (2003), el cual en su momento levantara roncha[1].  Pero no constituye propiamente su reescritura; sino, con cierta información adicional sobre poemarios posteriores (para nada exhaustiva, lo sentimos), algo así como una puesta en escena mental o cuadro sinóptico del asunto.  Una visión un tanto más abstracta de lo que fuera, en la provocación publicada en aquel número de Babab, básicamente nuestro testimonio de lo sucedido, en poesía, cuando vivíamos en Madrid hacia finales de los 80’:

Pero volviendo a nuestro testimonio, y para añadirle complejidad al panorama, en aquel I Curso de Verano de la Universidad Complutense también se reivindicó, muy merecidamente, la obra de uno de los fundadores del Postismo: Carlos Edmundo de Ory. Recordamos que en aquella ocasión –una vez que la charla se abrió a los asistentes– le preguntamos (en realidad sólo para complacer a Fanny Rubio que había sido una de nuestras profesoras y que en esa oportunidad se hallaba entre los panelistas) por su lector ideal; el poeta nos respondió: -“los delfines”. El público, como es obvio, premió su ocurrencia con prolongados aplausos; Fanny Rubio nos reconoció entre la multitud y, al menos ella, nos congratuló con la mirada; pero a alguna fascista –nunca faltan, incluso en los recitales de poesía– le divirtió enormemente, en toda la cara, que nuestro acento sudamericano o nosotros mismos (nuestra persona en su totalidad) quedáramos apabullados por respuesta tan ingeniosa. Mas Ory, por supuesto, no es un Alberti –con lo que nos gustan los versos de la paloma equivocada– ni, menos, es un García Montero[2]. De cara a la poesía que escriben ahora mismo los más jóvenes, creemos que su obra –como la de Vallejo, de un vanguardismo no deshumanizado y con sentido del humor– junto con la de Luis Cernuda y Jaime Gil de Biedma son las más gravitantes en todo el ámbito de la poesía española. No son los polos, entonces, y por lo tanto las simplificaciones didácticas las que se perpetúan; sí, las personas –complejas y contradictorias– que saben aproximársenos en sus poemas. No son, por lo tanto –y hablando sólo de España–, ni los consabidos pregones de José Hierro ni los tics de Octavio Paz, clonados por José Angel Valente, los caminos a seguir. Ni uno ni otro merecen darle cuerpo a ninguna de nuestras desconcertadas almas (Granados 2003)

Mirada que, esta vez, aunque antes también ya la tenía, enfoca de manera más explícita a Vallejo; mejor dicho, y tal como reza el lema de nuestro texto, más bien, a “cierto Vallejo” en relación con la poesía española de entre siglos y, de modo inevitablemente sumario, con la de estas últimas dos décadas.

Empecemos con un escueto esquema de lo que para nosotros ha caracterizado la poesía española, desde mediados del siglo pasado hasta el presente, con el cual confiamos ahorrar al lector, y no menos a nosotros, fatigosas explicaciones y detalles:

Años 40-50

Existencialista-social realista (Neruda y cierto Vallejo). Dámaso Alonso. Poesía mimética.

Años 50-60

Monólogo dramático (Robert Langbaum). Autobiografía, poesía, en tanto prosopopeya (Paul de Man). Sujetos son cuestionados (Borges). Gil de Biedma: monólogo de la otredad (¿autismo?). Imposible transparencia del yo (“soy esto”). Desdoblamiento dialógico del yo. Somos lo que decimos ser. Historia como ficción. Arduo problema: el de la identidad. Polémica: Biedma-Valente.

Desencanto: Incapaces de derrotar al franquismo, España se llenaba de turistas y se vaciaba de campesinos y obreros que acudían a Europa. Impotencia cívica se hizo poesía (masoquismo histórico colectivo).

Años 70

“Novísimos” (culteranos, venecianos). El ámbito de la poesía no es la realidad, sino el lenguaje. Aguda conciencia y exhibicionismo del palimpsesto (huella cultural previa donde se inscribe toda “creación”). Pastiche. Sin embargo, también encontramos poesía femenina, figurativa (Ej. María Beneyto), que relee de otro modo o menos patéticamente los años 40 o la post Guerra Española.

Señoritos de la poesía. Malditismo de De Villena; bibliofilia, Gimferrer; glamour a toda prueba, Ana Rossetti. Importancia de Mallarmé: la poesía no se hace con ideas; sí, con palabras. Mutación de la sociedad española: más tolerante y abierta; pero también más fatalista y escéptica; más instruida, aunque también más banal… curiosidad por la subcultura, regreso al Modernismo y desdén por el compromiso socio-político.

Años 80-90 (2020)

Recupera la “experiencia”; pero, más bien, la experiencia de la prosopopeya (narcisismo prosopoéico). La publicidad y el realismo sucio (Charles Bukowski doblado sobre la pantalla de algún cinema de barrio); en suma, y aunque parca, la anécdota. Realismo retórico y moralista de corte tradicional. Polémica: D’Ors–Riechmann.  Antivanguardista. Antitrascendente. “Integrados” con la realidad. Sin voltaje (Pound). Realista y divertida. Intimismo fácil y prescindible. Poesía comprometida y políticamente correcta, en los primeros años del 2000, aunque no por esto menos retórica y radicalmente ingenua (“Poesía de la conciencia” vs. “Poesía de la experiencia”). Algunas voces interesantes y a su aire: Angela Valley, Jesús Aguayo y Antonio Moreno Figueras.

Declive de la poética novísima y recuperación de los poetas del 50… poesía figurativa, contra Mallarmé. La postmodernidad tiende al eclecticismo, la blandura y la autocomplacencia. “Privatización de las letras españolas”.

En suma, desde los años 40 al 2000 –Guerra Civil, dictadura de Franco y proceso de globalización o inserción más radical de España en Europa– tres formas literarias acompañan el proceso de la poesía española: la mimesis, el monólogo dramático y el palimpesto… hasta los años 70. La poesía posterior, años 80 al presente, sería una mezcla de estas tres formas básicas[3]. Es decir, el retorno a la mimesis de los últimos cuarenta años no deja de estar contaminado, irremediablemente, de monólogo dramático y, sobre todo, de palimpsesto; mejor diríamos, de pastiche. Lucidez sobre esto la tiene, o la tenía, el cine de Almodóvar; acaso la mejor poesía española de toda esta última época (Granados 2003).

Ahora, de qué va aquel “cierto Vallejo” que identificamos más arriba, gravitando en la poesía española de la post guerra y, luego, en ningún otro lado de nuestro esquema.  En pocas palabras, aquello señala que, en aquel entonces (años 40 al 50), se leyó a Vallejo de manera parcial o, mejor dicho, parcializada, muy entendible y comprensible real politik; y que, luego, dejó de interesar a las siguientes generaciones de poetas viviendo en la Península.  Salvo, cuando aquél cumpliera cincuenta años de muerto (1938-1988), recordemos, por ejemplo, el número doble dedicado a su obra en los Cuadernos hispanoamericanos, y, ahora mismo, las varias y variadas efemérides por la celebración del centenario de Trilce (1922-2022).  Luego de la recepción de post guerra, entonces, aunque con alguna que otra excepción, el interés local por la obra del peruano ha sido muy reducida y, además, poco significativa[4]; aunque, claro, y por el contrario, en el exilio tengamos una continuidad de insignes vallejistas españoles: los trabajos de Luis Monguió (César Vallejo.  Vida y obra, 1954) o la monumental obra de Juan Larrea, para no ir más lejos.  La recepción española, antes pragmática (en los textos de los poetas) que académica, sentó un precedente y consolidó entre los años 40-50 un canon de lectura.  Obviamente, aquel que soslaya Trilce y va de lleno de Los heraldos negros a Poemas humanos; y esto, naturalmente, porque lo que interesó fue, sobre todo, España, aparta de mí este cáliz (1937).  España y Georgette Phillipart crearon y, algo más tarde, la Revolución Cubana consolidó el canon del poeta marxista y comprometido que Vallejo, por cierto, es; aunque de modo simultáneo sea también otras cosas.  Entre éstas, aunque con un poeta muy incómodo dentro de su tumba, el ludismo puro o conjugado con algún aspecto de la líquida posmodernidad[5]; el otro extremo, sobre todo en los últimos años, de la recepción del autor de Trilce en España y overseas.  A lo que vamos con estas caricaturas es advertir que, en España, todavía no se ha ecualizado la recepción de Vallejo.  Es decir, que se precisa sumar complejidad y releer, sobre todo, la obra del peruano no desde el binomio utopía/ distopía; sino, desde una perspectiva simétrica (léase multinaturalista o amerindia[6]), es decir, decisivamente posantropocéntrica (Granados 2020a).

Decimos esto porque, por un lado, se insiste machaconamente en el dolor, miseria, orfandad y militancia.  Y si esta mirada no funciona o no se aplica directamente a la actual “próspera” España, se exporta.  Ejemplo, 21 balas. Antología de la poesía mexicana actual. Antonio Orihuela y Luis F. Comendador (eds.).  Publicada por If/ Solar (2009), dirigida básicamente al público español. Entre ochocientos poetas (sic), nacidos todos después de la Segunda Guerra Mundial, se han seleccionado veintiuno, de allí lo de 21 balas. Con un criterio por excelencia post pacista (Octavio Paz), según el cual aquellos antologados, cito a Orihuela:

están marcad@s por su coherencia, capacidad comunicativa, compromiso cívico y heterodoxia compositiva que, a nuestro juicio, no solo han sabido recoger lo mejor de la tradición literaria mexicana, sino también aunarla con los modos, mitos y hablas populares, sin perder, por ello, su radical modernidad” (“Tan lejos, tan cerca”). O cuyo valor reside, esta vez según Comendador: “en la toma de partido por una “poesía de la conciencia” [frente a la hace rato ya moribunda: de la “experiencia”] (“La poesía que lo es”) (Granados 2009).

Antonio Orihuela (Moguer, 1965), que exhibe entre su producción algo tan periclitado, manido y aburrido como esto:

WAY OUT

a Manuel Vilas

La poesía dejará de ser una cosa triste

cuando empiece a tener que ver con la vida de la gente,

cuando la gente vuelva a ser la que decida qué hacer

con sus vidas y con las palabras,

mientras tanto

todo esto que hacemos seguirá siendo

literatura.

(Granados 2009)

Por otro lado, aunque para ser didácticos exageremos un poquitín, encontramos en la crítica y también en la poesía española varios intentos solidarios-filantrópicos para leer la obra de Vallejo.  Todos ellos contaminados, indefectiblemente, de André Coyné o Juan Espejo Asturrizaga; o estrechamente conectados a algún punto de alguna agenda teórica más o menos en boga, ejemplo, uno etno-feminista o, también otro, “decolonial”.  Esto último, podría ilustrarlo el caso del “homenaje” a Vallejo, antes por cierto a sí misma, de manos de Berta García Faet en “ábaco & indígena & césar vallejo” (García Faet ¿2022?).  Poema-reescritura de España, aparta de mí este cáliz; en el cual, como también en el caso de sus Los salmos fosforitos (2017) donde entabla “una charla poética con Vallejo”[7], ahora con Trilce, esta poesía aquí es más voluntad de aura que propiamente aura y, por lo tanto, al final sólo nos quedan entre manos unos versos astutos y de invariable sonrisa.  Mucho más interesante nos parece, tratándose de escritoras españolas jóvenes, aquellas que no pretenden rendir explícito homenaje al autor de Trilce y, sin embargo, podría tratarse aquí perfectamente de escritura post vallejiana:

CON LAS MANOS (fragmentos)

No aman de igual forma

los ricos y los pobres.

Los pobres aman con las manos.

Los pobres aman en la carne y con gula,

en las peores estampas,

en condiciones famélicas y con

todo en su contra.

El amor de los pobres

no sale por la ventana

aunque el dinero entre

por la puerta,

(que nunca entra),

(aunque no haya ventanas).

Los pobres han aprendido

a amarse a oscuras por eso mismo.

Han aprendido a amarse mal alimentados

mal vestidos, malqueridos,

porque el hambre agudiza el ingenio

y en sus jardines también crecen las flores

(aunque no haya jardines).

Y parece que su amor se yergue

indestructible a pesar de,

a pesar de las miles de plagas,

de los sueños frustrados y fracasos andantes,

de las crisis cíclicas y de hambrunas y de guerras,

más valiente que Heracles,

más Odiseo que Odiseo.

Y parece que su amor se extiende y se multiplica

al ritmo que se multiplican los pobres,

al ritmo que se multiplican los infortunios

y los desastres naturales que golpean

siempre en las casas de los pobres.

Y ese amor está a la altura de Urano,

a la altura de Urano y de Gea juntos,

y es la única arma

que tienen los pobres

para defenderse.

Gata Cattana, “De La escala de Mohs” (Granados 2020b)

Aquel “Con las manos”, desde ya es trilceano, si no, recordemos aquello de Trilce I: “Quién hace tanta bulla/ y ni deja testar las islas que van quedando”; donde “testar” nos remite a un sujeto poético orientándose y conociendo permanentemente con las manos y el cuerpo[8].  Y, obvio, luego se percibe cierta “opción” persuasiva por los pobres que va primar durante todo el poema; en concreto: el amor en un contexto de pobreza; y con el añadido del humor, no la revancha o la mala leche, y esto si ya es enteramente vallejiano: amerindio o cristiano (inútil el deslinde).  Por último, aquello de “porque el hambre agudiza el ingenio”; es decir, Libro del buen amor, picaresca, Coloquio de los perros, Quijote, y un larguísimo hiato hasta Lezama Lima, el cual percibe, articula y eleva, desde la obra de Martí, la pobreza en tanto “espíritu irradiante”.  Nada menos en Vallejo.

Poemas de Gata Cattana y compañía que constan en un post de nuestro blog, “Antología de la post-última poesía española: Gata Cattana, Bibiana Collado Cabrera y Laia López Manrique” donde, como antesala de nuestra escueta selección, podemos leer:

Aquello de “post-última” alude a un estudio anterior nuestro –aunque más detenido, más extenso, más viejo y no menos polémico–, titulado “Desde otra margen: la última poesía española”.  Seleccionamos a estas tres jóvenes y valiosas poetas, a su vez, de entre Lecturas del desierto.  Antología y entrevistas sobre poesía actual en España.  Poetas nacidos a partir de 1982 […] Confluyen aquí tres entre cuarentaisiete poetas convocados (y 761 páginas); aunque la mayoría de ellos con todos los premios de poesía y títulos académicos concedidos o por conceder.    Sin embargo, salvo lo que enseguida leeremos, en el criterio de los editores se percibe todavía la mano negra de la “poesía de la experiencia”; y en su peor versión, la de Luis García Montero y sus amigotes (políticos, escribas, editores).  Pero una golondrina, y más aún si son tres, hace de sobra un verano (Granados 2020b)

Vallejo en España, para que una vez superadas la “poesía de la experiencia” y la “poesía de la conciencia” y la “poesía de la chocolatina”, etc., percibamos todo aquello como desde otra margen, la de nuestro propio ser simétrico –aunque en archipiélago– para, de manera simultánea, permitamos filtrarse a borbotones toda esa oralidad y poesía –a cada paso y a cada minuto y a cada lectura de los clásicos– cuya lectura enamoró siempre a César Abraham Vallejo Mendoza. P. G.

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El Caribe y los Andes

Portada: Christian Bendayán

“Un chin de amor no es una novela decimonónica con un inicio y un final. A mí me interesa decir las cosas veladamente, pero lo más directo posible. Y, sobre todo, que haya ritmo. Concibo el trabajo novelístico como un poema, que si es posible atrape al lector inmediatamente, y que éste no pueda dejar el libro.

Es una obra cosmopolita, y muy caribeña en el sentido de que para mí, a diferencia de otros países de habla hispana, hace tiempo que en el Caribe viven en la post-modernidad. Esto me fascina, no sólo su vitalidad y su erotismo, que es maravilloso, sino que es un territorio increíble e inteligente, que ha soportado tanto colonialismo y permanece siendo el mismo.

La primera parte, Prepucio carmesí la escribí en el verano de 1998 en Boston, no hacía otra cosa que escribir y corregir. En Un chin de amor, la continuación, fue escrita cinco años después, y como la primera tuvo una distribución muy particular por Internet, estaba muy restringida su circulación. Entonces decidí publicar las dos juntas. En la primera hay una recurrencia del Perú, pero también hay otros países. La segunda parte es mucho de República Dominicana. Los términos muy sudamericanos deben funcionar en el lector de acuerdo al contexto, hay una conexión subconsciente que me dice cómo debo interpretar esas palabras.

Es una novela pionera que trata de vincular dos realidades culturales aparentemente tan disímiles como la andina y la caribeña. Es la primera vez que se hace una que intenta a través de varias historias tratar de juntar ambas cuencas culturales. Elegí eso como un homenaje y un compromiso con este país, me siento dominicano, como un puente entre ambos países. El titulo se debe a una bachata de Chicho Severino –”Millonario”- que dice “Tan sólo quiero que me des un chin, un chin chin de amor”.

No he sido un turista típico, conozco sitios insólitos hasta para un dominicano citadino. Toda obra que valga la pena debe provocar un debate, no como un libro muerto, para que la gente no acepte todo lo que se le propone.

No persigo un fin moralizante. Soy lo más distante posible a un escritor moralista o que hace novelas de tesis. Yo me muestro en mis contradicciones, en mi fragilidad, en mi intelecto, más bien curioso, que palpa diferentes posibilidades.

En realidad no sólo temáticamente la novela suscita muchas respuestas, sino formalmente es una especie de aglutinado de muchos subgéneros literarios. Se combinan la narración, la entrevista periodística, el monólogo interior y la poesía, no como adorno sino como un capítulo dentro de la novela, porque no encontré otra manera de decirlo.

Quizás esa mezcla de narración y reflexión la marca mi forma de ser: un escritor y un escolar, soy maestro de literatura. No es nada fácil, porque lo peor que puede ocurrir es que me vuelva un profesor-poeta, y no soy eso por la gracia de Dios. Soy ambas cosas, distintas, que existen por encima de mi voluntad”.  P.G.

Domingo 21 de agosto del 2005 actualizado el sabado 20 de agosto del 2005 a las 8:14 PM

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La exposición Antes de América. Fuentes originarias en la cultura moderna

La periodista Lara Siscar modera un coloquio con Rodrigo Gutiérrez Viñuales, César Paternosto y Manuel Fontán del Junco acerca de la exposición “Antes de América. Fuentes originarias en la cultura moderna”, que se celebra en la Fundación Juan March del 6 de octubre de 2023 al 10 de marzo de 2024.

Todos en lo suyo intentando sacar adelante el esfuerzo que costó montar esta exposición.  Colaboró en esto el mismo César Paternosto, autor de  Piedra abstracta.  La escultura inca: Una visión contemporánea; el cual, al principio, criticó no figurara allí más repertorio de arte precolombino para que, los asistentes locales, se hagan una idea más cabal de lo reelaborado por los artistas desde aquella época hasta la actualidad.  Ignoro si con una o varias visitas a un tipo de muestra como la presente quede claro aquello que ha venido elaborando y, no menos, en lo que ha venido militando Paternosto: “Resignificar la abstracción como.modelo cognoscitivo”; ciertamente, tratándose de arte,  estaríamos referiéndonos con esto a un tipo de goze o recompensa particular (semejante al disfrute de la sotileza barroca reservada para algunos iniciados).  Sin embargo,  temo que nos enfrentamos  a un modo de leer de por sí complejo no sólo para un europeo u occidental, sino también para cualquier latinoamericano promedio.  En general, nos hemos secularizado al mito; en el sentido de que se ha opacado la red multinaturalista que teníamos con el entorno y, finalmente, con la naturaleza.  Ceques, red inflamada de sentido, reciprocidad de la mirada; todo eso es lo que significa, finalmente, aquello geométrico, simétrico o abstracto.  No creemos que aquello consista en pasar de dibujar figurativo  a trazar líneas rectas o curvas.  Esto último, cabe aclararlo, pareciera ser un rezago romántico de parte nuestra, aunque no lo es.  El centro se halla vacío o acaso no hay ya más centro desde la perspectiva occidental; pero para César V.allejo o para los muros de la ciudadela de Chan Chan sí existe un molde o un diseño previo fundamental.  Paternosto cita al autor de Trilce justo al final de su participación en este video sobre Antes de América. Pero ni Paternosto ni la muestra ni nosotros hemos concluido, respecto a la elucidación de lo precolombino, con nuestra búsqueda ni, tampoco, dicho nuestra última palabra.  P.G.

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TRILCE I/ Nicolás (6 años de edad)

Colegio nacional JULIO ARMAS LOYOLA. Centro Poblado: LAGUNAS.

Actividad de verano, “Lectura y escritura creativas”, por Rosario Bartolini y Pedro Granados.  Niños mayormente de primaria, desde los seis años de edad (Nicolás).  Se les leyó Trilce I un par de veces y se les dijo que, luego de nuestra lectura en voz alta,  ellos podían escribir o dibujar lo que quisieran.

Acaso la “lectura” más sugestiva entre el grupo; abstracta y figurativa a un tiempo.  Y, ante todo, articulada en red.   Donde, mirada la imagen de arriba hacia abajo, podemos distinguir tres segmentos; todos ellos en relación con la lectura dominante del grupo que fue Trilce I en relación con el mar y, en específico, la playa.  De este modo, el segmento superior lo ocupa un ave en pleno vuelo (“salobre alcatraz”) de la cual, asimismo, distinguimos tres partes, de derecha a izquierda: una cabeza –más bien humanizada, por el cabello, y, de modo simultáneo, con antenas de insecto– de ojos abiertos y atentos; y, a través de una trazo corto, conectada al segundo segmento de la imagen.  Una parte media con alas, más bien diminutas, en relación a todo el corpachón; más aquí, también, desde lo que constituiría el “cuello”, una linea que sale a dibujar un sol pequeñito entre cerros o, tomando en cuenta la lectura predominante en el grupo, más bien olas enormes.  Por último, tenemos el abdómen conectado asimismo con estas mismas olas o cerros en tanto “calabrina tesórea”.  Son tres conexiones, entonces, las que llegan desde aquella “ave” a las olas: la cabeza, el sol –por su ubicación en el dibujo– en tanto corazón y, por último, la línea de defecación que sale desde el abdomen.  Obvio, entre ave y sol existe una relación metonímica (todo por parte), aunque aquí inversa.  En simetría de funciones, el sol siendo mayor, frente al ave, resulta el menor o más pequeño; es decir, como pasa exactamente en Trilce I, el “alcatraz” es el mismo sol.  Aunque Nicolás, por su cuenta, halla ideado o añadido a su lectura un escorzo típicamente vanguardista (pensemos, por ejemplo, en 5 metros de poemas); el cual, no es otro, que transformar al ave en un juguete o cometa del sol.  Y, en suma, Nicolás haya invertido también aquello del mito donde el sol es atado a una montaña (Los hermanos Ayar). 

Pero todo lo anterior, sólo respecto al primero y segundo segmento –de arriba hacia abajo– en nuestra imagen.  El segmento final es acaso el más inquietante de esta lectura; coincide con la base del diseño, pero enseguida vemos que lo enmarca por completo.  Todo aquel conjunto, entonces, una cometa de tan lejana que no percibimos su hilo.  P.G.

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Trilce I/ Colegio Julio Armas Loyola

Colegio nacional JULIO ARMAS LOYOLA. Centro Poblado: LAGUNAS.

Actividad de verano, “Lectura y escritura creativas”, por Rosario Bartolini y Pedro Granados.  Niños mayormente de primaria, desde los seis años de edad.  Se les leyó Trilce I un par de veces y se les dijo que, luego de nuestra lectura en voz alta,  ellos podían escribir o dibujar lo que quisieran.

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VALLEJÓLOGOS I

(Nueva nobloga*)

-Sinceramente, hay que ser muy gilipollas para actuar de esta manera, enviando correos a todo el mundo y creando confusión para vender un puto libro que a nadie interesa.  Si vuelves a enviarme un correo te empapelo con abogados. No me conoces y no sabes hasta dónde puedo llegar. Eres un tipo indigno y miserable.

Presumía Juvenal que su relación con España, bueno, con seguridad hasta antes de 2000 (agudizada la migración latinomaeircana, la propia crisis de España y, por ende, exacerbada la xenofobia ibérica), siempre fue positiva.  Tanto en el amor, la poesía y el estudio.  En 1988 asistió becado al curso para “Profesor de Lengua y Literatura Española” (Instituto de Cooperación Iberoamericana).  Su “tesina” de Master of Arts para Brown University (1993), “El mar como tema estructurante en la Fábula de Polifemo y Galatea de Luis de Góngora”, la asesoró el distinguido profesor gallego, Antonio Carreño.  Aprendió mucho de este trabajo y creo, asimismo, le permitió aportar al campo de los estudios del barroco.  Tan es así que Luis Jaime Cisneros, luego de publicarse su ensayo en la revista Lexis (1994), lo convocó a ofrecer un curso sobre “Barroco Hispanoamericano” para la Maestría en Literatura de la PUCP. El 2016 le fue otorgado el Prêmio Mario González  (Associação Brasileira de Hispanistas) por su  ensayo “Trilce/ Teatro: guión, personajes y público”.  Y, volviendo a España, no es menos de ambas orillas el “Tributo a Trilce con motivo de su 100 aniversario” que, para el año 2022,  Juvenal preparara junto a la Fonoteca de Poesía.  Y, así, pordríamos continuar con otros ejemplos que desmienten la malísima leche del correo de más arriba.  Entonces, la pregunta se cae de madura, qué es lo que le hubo ardido tan fuerte a aquel cabreadísimo tío.

(Continuará)

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Recoda a los “poetas vivos y más vivos del Perú”

CODA A LOS “POETAS VIVOS Y MÁS VIVOS DEL PERÚ”

“Los poetas vivos y más vivos del Perú (y también de otras latitudes)” es un texto de 2002, aunque creemos que luego de 22 años sigue fresco.  En general, me reafirmo en lo que escribí allí.  Aunque añadiría que también ya nos hastió, en tanto poeta, Carlos López Degregori (el cual se “salvó” en el texto primigenio), por unidimensional; es decir, por no dar pistas de que saldrá algún día de su monólogo y conflictos de clase media, de su narcisismo ya rancio.  Y, también, agregar que el mayor aporte de Mario Montalbetti a la literatura y al pensamiento del Perú, fue el haber llevado –hacia los años ochenta– los recitales de poesía al Olivar de San Isidro.  Asimismo, que la noria del “Taller de poesía de San Marcos” –que dirigen o dirigieron Marco Martos con Hildebrando Pérez por  de medio siglo– fue lo segundo peor que le ocurrió a la poesía peruana; por contentarse y fomentar –bueno, acaso los tiempos no daban para otra cosa– el hipo-realismo bajo todas sus formas, prototipos de poetas incluido.  Decimos lo segundo peor, porque lo primero siguen siendo los versos y la crítica de poesía o de arte que publica los domingos El Comercio; verbigracia, los párrafos de porfiado de J.C. Yrigoyen o los del invariablemente precoz S. Pimentel.  Lo que urge más en nuestra poesía trasatlantica es talento y, en seguida, valentía, imaginación y buen humor para sacarla adelante.  La poesía es un don, pero al mismo tiempo “la poesía es dignidad” (acaso el mejor verso de Luis Hernández Camarero).  Por lo tanto, debemos hacernos dignos de ese don que constituye, a la larga, una sensibilidad que se sabe colectiva –como en su radical individualidad lo supo siempre César Vallejo– aunque ni políticos ni asesores de alguna cosa ni comerciantes ni profesores, de puro metidos, van a reconocer que no son poetas ni, en siguiente instancia, les interesa la poesía.  Por más teoría de la recepción que en su descargo los socorra o post-autonomía de la literatura que intente ampararlos.

En fin, de cara al futuro, me provoca establecer un balance de la crítica de la poesía peruana, digamos, post-Mariátegui.  Y, también, de la crítica a nivel de la región o, más bien, trasatlántica.  La poesía es su crítica.  Labor por ahora complicada porque –para variar– carezco de auspicios; aunque de algún modo mi manuscrito engavetado, “Autismo comprometido: sobre poesía hispana reciente”,  brinde ya algunas luces*.   Lo que sí podría anticipar es que en este periodo hemos tenido la suerte de tener pésimos lectores de poesía; gracias a los cuales reaccionamos e intentamos cultivar  nuestro propio huerto.  Entre tozudos reaccionarios/ as –que no aceptan, por ejemplo, sea el “cholito” César Vallejo, y no el clan Cisneros, el que realmente da la cara al mundo por el Perú — o lectores “comprometidos”  que, de modo invariable,  confunden la poesía con un discurso de ocasión.  Fascistoides que trajinan a Eguren, hombre humilde y poeta probo, lo jalonan de aquí para allá para oponerlo a Vallejo; como si  éste no hubiera sido el primero en reconocer la grandeza de Eguren, y dejara a nosotros percatarnos que este último está ya íntegro como una parte de Vallejo (sobre todo en Los heraldos negros).  Sin embargo, es justo advertirlo, en el periodo también hemos contado con algunos excelentes lectores  de poesía: Beatriz Sarlo, Julio Ortega, Amálio Pinheiro, Boris Schnaiderman o Teresa Guillén, a modo de muestra.

* Una versión menos ambiciosa de este último ya fue publicada, Autismo comprometido: Sobre poesía peruana reciente (Lima: Paracaídas Editores, 2013); libro que mereció –al margen del incisivo denuesto por los gazapos ortográficos allí colados–  una muy generosa lectura por parte del finado y recordado  Marco Aurelio Denegri.

 

RECODA A LOS “POETAS VIVOS Y MÁS VIVOS DEL PERÚ”

Publicamos esta “recoda” porque al asistir, hace muy poco, a una conferencia sobre canon literario lambayecano comprobamos que “la vida sigue igual”, asimismo, en el canon literario nacional.  La nuestra fue en poesía, años 70 al presente, una época de grupos tenaces disputándose la carcasa del poder simbólico local; los más militantes entre estos, Hora Zero y Kloaka, con el apoyo incondicional de la institución literaria en su totalidad (prensa, academia, bares limeños y algunos de provincia).  Grupos del oficialismo, pues, despertando adhesiones y simpatías entre propios y ajenos (el snob académico internacional).  Las individualidades de la “derecha” no fueron tan empoderadas –como ahora se dice– o proactivas, la realidad económico-social del país no estaba para nada a su favor; aunque, ahora mismo, comprobamos que se premia y reconoce a los más calladitos entre este colectivo, por lo general, limeño y evadido de la realidad.  Ciertamente, las cosas se inclinan cada vez más, no sólo en poesía,  hacia el margen derecho del río; es decir, hacia una cuita de los sentimientos o frustraciones, en paralelo, a una demostración de lo tan agudos o inteligentes que podemos ser.  Que la poesía, al contrario de lo dicho por Celan, no se expone, sino se impone.  Y que “La sabiduría sin valentía es estéril”, como ya lo decía nuestro contemporáneo, Baltasar Gracián. P.G.

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