Archivo por meses: diciembre 2022

VASINFIN EN EL CENTENARIO DE TRILCE

                                                           Pedro Granados – VASINFIN

Podríamos considerar 2022 como el año de la consolidación de Vallejo sin Fronteras Instituto; sobre todo, desde su gravitación académica y proyección editorial.  Ya en 2021 coeditamos, junto con la revista chilena Mar con soroche que dirige Andrés Ajens, Sien en Trilce; y, en tanto presidente de VASINFIN, coedité este mismo año con Amálio Pinheiro (PUC-SP) “Trilce 100 anos” (Trilce: “el sujeto del acto”) Revista Circuladô).  Y ya, este mismo 2022, dicté un mini-curso, “Humanidades en César Vallejo”, Programa de Pós-graduação em Letras: Linguagem e Identidade Disciplina: tópicos especiais I humanidades (UFAC, Rio Branco), enero-febrero.  Y, asimismo, ofrecimos una conferencia, “Centenario de Trilce: Humanidades en la poesía de César Vallejo”, Capulí, Vallejo y su tierra, 19 feb.  Además de, sumándose a las anteriores, proponer una línea nueva de investigación de VASINFIN: “Muros melografiados”, con relación al centenario de Escalas el 2023:

Postulamos que, desde las nociones de la Humanidades que convergen en la obra de César Vallejo –Libros (H1), Pueblos (H2), Narrativas (H3) y Posantropocentrismo (H4) (Granados 2020) –, los tan presentes y recurrentes “Muros” de “Cuneiformes” (foco de nuestro trabajo), en Escalas melografiadas (1923), sobre todo constituyen, aunque no de modo único ni excluyente, un soporte posantropocéntrico (H4).  Es decir, no sólo se halla encarcelado allí el sujeto poético, sino también Inkarrí; esto último expresamente ilustrado en el texto denominado, “Muro dobleancho” (mayor o polidimensional).  Por lo tanto, al doloroso confinamiento, en que por lo regular ha abundado la crítica, más bien va a corresponder en Escalas, y muy en particular en “Cuneiformes”, la compañía constante del Sol o de Inkarrí.  Y, asimismo, esto constituirá la base de la reflexión ética que de modo sistemático aquí se elabora.

Todo esto, aparte de reseñar algunas significativas publicaciones vinculadas a Trilce en nuestro blog institucional.  Por ejemplo, “Música electrónica [y Trilce] en el Perú (II)”, sobre López Ramírez Gastón, José Ignacio (2022). Este futuro es otro futuro: El papel del discurso social en el (sub) desarrollo de la música electrónica académica en el Perú.  Lima: UNM (https://vallejosinfronteras.blogspot.com/2022/10/musica-electronica-y-trilce-en-el-peru.html); o, también, “Trilce, poema por poema”, sobre Trilce: poema por poema, Alexandra Hibbett y Víctor Vich (Lima: Pesopluma) (https://vallejosinfronteras.blogspot.com/2022/10/trilce-poema-por-poema.html).

También, surgió en el Brasil una institución hermana nuestra, AME (Arquipélagos Mestiços, do Grupo de Pesquisa “Barroco, Oralidades e Mestiçagem”, COS-PUCSP).  Institución, esta última, con la cual organizamos el 30 de sept., en Lima, el Simposio binacional Perú – Brasil | “Trílcica Alegría: poesía, cuerpo y performance” (Municipalidad de Pueblo Libre, Lima).  Y hemos participado, con ensayos sobre Trilce, en varios eventos académicos, entre estos: VIII Jornadas de Creación y Crítica Literarias (“Y este duelo que enmarca la portada”), Buenos Aires Centro Cultural de la Cooperación, sep. 12; y esotro día (“Trilce manifiesto”), PUCP, Lima 30 nov.

Por otro lado, colaboramos con la Fonoteca Española en su “Tributo a Trilce”, leímos junto a Luis Trébol una selección de poemas del libro de 1922 (https://youtu.be/ae_KDzcLRTE); además de presentar internacionalmente a VASINFIN junto a M. Carmen Gascón B.( https://fonotecapoesia.com/vallejo-sin-fronteras-instituto/).  Junto a esto,  lo cual para nosotros es particularmente significativo, nuestra perspectiva amerindia de lectura de la obra de César Vallejo ha repercutido en su traducción al italiano Trilce (Talee), Lorenzo Mari (trad. y ed.), Guiliano Mesa (Intr.) (Bologna: Argolibri, 2021).

Finalmente, en academia.edu, hemos invitado a discutir un PPT, “Trilce manifiesto” (https://www.academia.edu/s/c23ef730e5), de título homónimo a nuestro libro, coeditado por VASINFIN/AME, de aparición en marzo de 2023.

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NO PERDER DE VISTA A PEDRO GRANADOS/ Juan Javier Rivera Andía*

Foto por Rosario Bartolini Martínez

La clave de Vallejo son precisamente sus heterodoxias.

Pedro Granados (2008)[1]

En Bearn o La sala de las muñecas, Lorenzo Villalonga hace decir a su joven protagonista, el capellán y quizá hijo natural del señor de Bearn, que la comunidad de criterio es una de las gracias más preciadas que Dios puede darles a sus hijos. Podríamos agregar, si nos atreviéramos, que esa gracia suele ser concedida —si lo es—sobre todo (o quizá únicamente) en la juventud; ese “riesgo bendito” de otro cura rural, aquel de R. Bresson.

Fue entonces que tuve yo la fortuna de conocer a Pedro Granados, en ese momento de la vida que otro personaje ficticio —una estudiante algo intrascendente de una película de Éric Rohmer—[2] considera sabiamente como “quizá el más importante: aquel en el que uno se desprende de sus influencias del pasado y en el que su personalidad finalmente se define”.

Venido de la sierra, de las barriadas, de la guerra, de la precariedad y del abandono —pero siempre cobijado por el amor de las madres del Perú—, encontré, pues, a Granados; muy probablemente el más memorable profesor que tuviera la suerte de encontrar en mis primeros años de estudiante universitario de primera generación. Pocas manos más sinceras y honestas, aquel joven maltrecho habría podido encontrar en ese refugio semiabierto, en ese oasis efímero del Perú de los noventa: “el lugar más triste del mundo era la playa de estacionamiento de la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica del Perú”. Fue, además, a la vista de esa palabra y esa mano tendida que aquel capellán en resentido peregrinaje —de las avenidas polvorientas con dementes abandonados hurgando en la basura de Carabayllo a los jardines con venados paseándose lánguidamente entre los rosales de Pando— concibiera y osara, por primera vez, publicar lo que escribía.

Pero aquella gracia inesperada provenía no solo de su pluma —sus poemarios y novelas como inversiones de su a veces intrincada ensayística—; sino también de su lúcida palabra y su vital enjundia. Fueron estas sobre todo las que encandilaron y deslumbraron, hace ya más de un cuarto de siglo, a aquel Nadja limeño y oscuro que, desde entonces, decidió no perder de vista nunca a Pedro Granados.

Ahora bien, el libro que el lector tiene en sus manos mantiene aquella gracia y aquella promesa. Las mantiene intactas, pues, como la del Arguedas que evoca en sus páginas, la de Granados es también una —nunca más necesaria que en los tiempos actuales— “mirada vagabunda”.[3] Su siempre difícil y suicida ejercicio de la libertad frente a un mundo —el de sus colegas coetáneos y connacionales— escandalosamente fosilizado (si no, como reza alguno de sus poemas, de meros ganapanes) bien lo demuestra. El espíritu autónomo de estas reflexiones de Pedro Granados, de sus referencias explícitas y de la sensibilidad que las anima, así lo prueban.

Tal fue y es, en el fondo, su ejemplo y herencia: casi una arenga para aquellos que no pueden sino aparecer desenfocados en los lentes de las cámaras autorizadas, un oasis para aquellos a quienes su naufragio en las borrascas de las miserias sureñas no terminaron de convencerlos de asir cualquier cuerda que prometiera, a cualquier precio, sacarlos a flote; en suma, un refugio improbable en medio de las ruinas que la violencia no ha cesado de acrecentar. Un violencia, de hecho, que estos versos retratan íntimamente:

La violencia existió siempre,

pero también existimos nosotros.

La violencia sin todas las variables en la palma de la mano,

justo así como nosotros y como cada uno de ustedes.

La violencia que no controla todo, que felizmente no sabe

lo que sus hijos piensan. La violencia temerosa del futuro

y de las calles tan violentas. La pudorosa violencia que no llama

a las cosas por su nombre, que no se atreve a amar.

La violencia con sus males de ojo. Con su tarde o temprano.

Porque largo la hemos mirado y le hemos sobrevivido.

Porque largo le hemos dado a comer directamente de la mano

y conocemos su hendidura, su hedor, aquello que la hace más feliz.

Por eso pendeja (en peruano) nos reconoce y nos teme,

y se está aquí cerrándonos las piernas. Tal como si no

supiéramos,

ya de sobra.

Tal como si hubiéramos olvidado.[4]

No desfallecer, pues, bajo el peso de la miseria. No quedarse agazapado frente a la sombra de su violencia. Todo lo contrario. Es decir, si alguna salida honrosa hubiera para los linajes de esclavos, es la de la osadía y el lujo, la del lujo y la osadía, intelectuales y, ya puestos a ello, poéticos. El presente libro sobre Vallejo —aquel a quien algunos jóvenes de Carabayllo, Canto Grande o Villa el Salvador todavía podíamos darnos el lujo de admirar incluso desde la novísima aventura limeña que nos veíamos obligados a emprender—, su tenacidad reflexiva, su explosión de conexiones y exploraciones —incluyendo recientes propuestas analíticas y dispositivos políticos genialmente lanzados desde Sudamérica tales como el multinaturalismo—, así lo demuestran.

Al leer la poesía de Vallejo nos constituimos o tomamos consciencia de ser “huacas” también nosotros mismos.  Y, a imitación del poeta, encontramos el motivo para educar y educarnos alrededor de esta multinaturalista e intensa invitación del Sol y también de esta poesía. Una suerte de honda alegría y autoestima amerindia, no menos mundial, por la “línea de mira compartida”.

Por momentos, verá el lector, sus osadías pueden tornarse odiseas. En estas páginas se despliega un conocimiento íntimo de la obra de Vallejo; y se la coteja, honestamente, no solo con la de otros emblemas de nuestra América (como Arguedas y sus titubeos) sino también con el todavía insondable mundo amerindio (asediado desde las versiones andinas del perspectivismo o del estructuralismo). Estas páginas muestran bien cómo tales osadías del pensamiento pueden exigir verdaderas odiseas de la escritura en pos de un lenguaje nuevo. Algo de ello está ya en una de las respuestas de Granados a aquel interrogatorio al que generosamente se sometiera mientras, en una de mis involuntarias huidas, merodeaba yo algo apesadumbrado entre los canales de Leiden. Aquí, por ejemplo, recordando a su hermano obrero:

…cada vez que le exponía cosas demasiado articuladas él decía que no me entendía; pero una vez que fragmentaba mi discurso y liberaba mi lenguaje valiéndome de onomatopeyas y de glosolalias, se le iluminaba el rostro y decía que me entendía perfectamente. “Sellones”, era el epíteto con que motejaba literalmente a toda la sociedad; es decir, adocenados, domesticados y predecibles.[5]

Y puede entonces uno preguntarse: ¿A dónde nos conduce, finalmente, la tenacidad de Pedro Granados? Dejemos que cada lector lo decida al enfrentarse a estas páginas. Claro, ojalá, en este terriblemente desigual Perú, osar por la autonomía —sin venir ni beber de sus también terriblemente ignorantes élites— no significara todavía el silenciamiento gratuito, inexorable, apabullante. Pero aun si lo fuera por muchas más décadas (y masacres y mentiras); en todo caso, obras como la de Pedro Granados nos muestran que, al fin y al cabo, bien vale la pena osar así.

Powiśle, verano de 2021

[1] “Peruano brujo: Interrogatorio a Pedro Granados o digresiones entre un poeta (en Lima) y un antropólogo (en Leiden)”, 2008, Pedro Granados & Juan Javier Rivera Andía. URL: https://triplov.com/Agulha-Revista-de-Cultura/2008/Pedro-Granados/index.htm

[2] “Nadja à Paris” (1964).

[3] Alejandro Ortiz Rescaniere (2002): “Una mirada vagabunda. Vigencia de la antropología de Arguedas”. Anthropologica 20: 13-18. URL: http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/anthropologica/article/view/394/389

[4] De: “El corazón y la escritura” (Lima: Fondo Editorial Banco Central de Reserva del Perú, 1996).

[5] Ver nota 1.

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Trilce: Taller de escritura creativa y comprensión lectora

San Ignacio, Cajamarca, Perú. nov.2022.

LLUVIA DE IDEAS

¿Tengo miedo de escribir?  ¿Podremos hacerlo en grupo?

¿Qué comprendo de lo que escribo?  ¿Por qué este escrito es bueno?

¿Podremos volver a repetirlo?  ¿Podrán gustar otros de lo que escribo?

OBJETIVOS

Uno. Nos permitirá leer y entender mejor aquello que producimos en el Taller.  Aunque resulte paradójico, porque es la dirección contraria a la usual, permitirá nos alfabeticemos y, paulatinamente, desarrollemos el gusto por la lectura a través de la escritura creativa.

Dos. Propiciará poner en valor tanto nuestra escritura, su especificidad cultural o cosmovisión, como nuestra lectura, es decir, nuestra inteligencia o capacidad crítica para argumentar sobre nuestra creación literaria.

Tres. Nos ayudará a diferenciar, y volvernos expertos en su producción, los textos de acuerdo a la norma social (comentarios, artículos, ensayos), de los textos propiamente literarios (poemas, cuentos, guiones de teatro o video).  Todo esto para potenciar y volver más eficaz nuestro desempeño en la sociedad.

Cuatro. Nos prepara a ser eficaces comunicadores de nuestra producción literaria usando la Internet (blogs, redes sociales) u otros medios de prensa.  Eficacia en la comunicación que requerirá, como paso previo, ser buenos mediadores sociales; es decir, conocer y comprender contextos sociales mayores y distintos a los nuestros donde llegará nuestra comunicación.

Cinco. Conocer aquello que las instituciones literarias vigentes premian, auspician, aceptan o ayudan; y el desamparo en que quedan otras propuestas que no se ajustan al marco del gusto institucional.  El asunto es hacer a este último perceptible, ponérnoslo ante los ojos, para intentar influir sobre él.

METODOLOGÍA: Dinámicas de grupo y ejercicios individuales.

PÚBLICO: Escolares de secundaria. Universitarios.  Instituciones en general.

FACILITADOR: Dr. Pedro Granados (Vallejo sin Fronteras Instituto)  vasinfin@gmail.com

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Vallejo a la barba

Aquella barba al nivel de la tercera moldura de plomo*

Más accidental que occidental se diría

Nieve al norte sol intenso al sur

Amapola cerrada y otra bien abierta por la noche

Tu y yo y los grillos

Tú y tú

Entre los sueños que no son sueños

Sino nuestras mascotas

Aunque en otros sueños seamos las suyas

Arde Troya el mar mismo se incendia

Un hilo desde lo alto un puente desde lo cerca

Donde cruza este carromato hacia tu corazón

Germán algo pálido por el viaje mi madre

De rostro de papaya y muy sonriente

Toda esta minuciosa lluvia de realidades

Que no soy que no somos intercambiables

Que son cual están y tal como ellos fueron

Justo en la instantánea del más grande amor

Porque el amor fue su única medida

©Pedro Granados, 2021

*”Aquella barba al nivel de la tercera moldura de plomo” (César Vallejo, “Muro occidental”, Escalas)

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