Archivo por meses: octubre 2017

Para Lila y Fernando, in memoriam

 

Como el perro que a veces

Saca  sus ojos de perro

Y su hocico de perro

Y su pichula de perro

Así mismo te amo yo

Te agredo yo

Y desaparezco

Luego de tocar la luna

Una exaltación y un extravío

El tuyo

El mío

Nuestros hocicos de luna

Nuestras narices de muerte

Gritos contra  la soga la varilla el cable

De arrastrar elefantes o navíos

Esta pesadísima espera

Me reviento contra el aire

Contra el reposo

De haber sido hasta esta hora esto

Una guitarra no hace dos tambores

Y  tu voz es la que  decide ahora mi suerte

Una navaja un pétalo de azucena corta

Todo lo que en esta vida nos ha ido atando

Y nos ha secuestrado

Un ejército un beso el nuestro una mutua mirada

Extendiéndose rápido y mucho más hondo que el aceite

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La Vida no es más que un Electrón Buscando un Lugar para Descansar

La Vida no es más que un Electrón Buscando un Lugar para Descansar, de Edgar Artaud Jarry, se presentó en la Feria del Libro de la ciudad de México en el zócalo el pasado 13 de octubre último. Felicitaciones al poeta y cuate!!!

“Átomos observando átomos”, podría titularse este papelito sobre la poesía de Edgar Artaud… Persona, de por sí inventada, con mucho mayor proyección que los puntos seguidos precedentes.  Gesto extraordinario en la poesía hispanoamericana (la española y la chicana y la escrita en portunhol selvagem, incluidas) de juego de espejos paralelos.  Pero que no sólo reflejan, sino también refractan: penetran cual un cuchillo sobre nuestra pulida y resbalosa piel.  Es decir, Edgar no es sólo una máscara, una mancha expandida ya sobre una millonésima porción de la ubicua Internet; esto es lo de menos.  Una poesía divertida o entretenida, he escuchado decir por ahí.  Lo de más, queda librado a la varilla con que nos toca a cada uno para volvernos, incluido nuestro fuero más sagrado o más interno, puro átomos.  Acto de magia –acaso también de terror para algunos demasiado prendidos a sus propiedades, a su patrimonio– a través de explicaciones científicas.  Todo un naturalista posmoderno, pero cuyo resabio truculento queda aplacado por el cauterio suave del humor (“Marte es para poetas”). Una lluvia de fuego que llevaría al  héroe de Lugones a resucitar en átomos y ponerse al lado nuestro: otro aliento de estrellas u otra productiva jornada más de microbios extra-resistentes.  Esto le faltó a Leopoldo Lugones, pero esto mismo le sobra a Artaud Jarry; el que incluso, en su versión de Edgar Altamirano, es un hombre de ciencias  con mucho mayor crédito.  Y en tanto poeta, y en medio de la aparente ligereza retórica en sus textos,  esta última, más bien, elaborada con un refinamiento sin par (“La tierra es plana”); despliegue de velas semejante al del peruano Luis Hernández Camarero en su “novela kitsch”, Una impecable soledad.    Sutileza, sofisticación instrumental u oído –obvio, no sólo esto– que lo perfila un ser extraño ante los infrarrealistas los cuales, de manera usual,  y un tanto también al modo de los surrealistas, confiaban en un solo golpe de suerte o hallazgo metafórico para intentar ganar por nocaut el poema. Nada de esta cortedad de registros en Edgar Artaud Jarry, aunque insista –por empatía con el grupo o por sana modestia de su arte– en también apellidarse Papasquiaro o Méndez o acaso incluso Granados.  Extraterrestre ante los infrarrealistas y paisano de los contemporáneos en la poesía de México; nuestro poeta ha sabido elevar la azotea de su casa en   Chilpancingo –en complicidad con la inolvidable “esposa” de sus versos–  en común mirador de todos.  Un elevado donde leve sopla el viento y esparce y  conjuga todos nuestros átomos.

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TRILCE-TEATRO/ Miguel Pachas Almeyda

Ubicar a Trilce dentro de un contexto político, social, económico y cultural, y como sucesos ocurridos en el espacio-tiempo en nuestra capital en la segunda década del siglo XX, representa, acaso, una de las propuestas más innovadoras y completas que sobre esta obra se ha realizado en los últimos tiempos. En ese sentido, Trilce/Teatro: Guión, personajes y público, de Pedro Granados, nos brinda una de las mejores luces para desentrañar en alguna medida este libro misterioso que no fue comprendido porque se adelantó a su época, y por el que Vallejo asumió toda la responsabilidad de su estética, diciéndonos: “Hoy, y más que nunca quizás, siento gravitar sobre mí, una hasta ahora desconocida obligación sacratísima, de hombre y de artista: ¡La de ser libre! Si no he de ser libre hoy, no lo seré jamás”.

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“El poeta más odiado del Perú”*

Tengo una cantidad innumerable de enemigos literarios; de izquierda y de derecha; del submundo  y del cielo.  Los cuales no cambiarán de opinión  sobre mi obra porque de hacerlo, a estas alturas, significaría admitir que estuvieron despistados en el juicio o, peor aún, actuaron con hartísima mala fe.  Es más, ya que para el que escribe poesía por lo menos la mitad del asunto estriba en ser un crítico con olfato; aquello sería admitir que fueron poetas mediocres y, por lo tanto, en este aspecto  también existieron  en vano.

Es un milagro que haya persistido en la poesía sin grupete de amigos; sin ser líder de nadie; y sin que me hayan fagocitado como requisito previo  para algún  halago.  Es más, me entero, que los poetas de la corte imponen ciertas condiciones para asistir a los festivales  si también yo voy a asistir.  Sucede, exactamente lo mismo, si acaso alguien planea  incluirme en alguna antología.

Mi invisibilidad, asimismo, constituye prueba irrefutable de que la poesía (la crítica) de los últimos cuarenta-cincuenta años en el Perú propiamente ha desaparecido; aunque no por esto sea menos activa, influyente  o decisoria.  Invisibilidad al cuadrado, para ser más precisos, porque los extranjeros que leen la literatura de este país andino se apoyan a su vez en lo que les informan o seleccionan los ineptos o, más bien,  monitoreados lectores locales.   Bola de nieve, entonces, intrascendente y, desde ya, extinta.  Cómo se podría justificar pues, aquí, toda aquella legión de los que aludo.  Que todo lo hicieron por alimentar lo mejor posible a sus vástagos, vale; que sus progenitores fueron militares y que a ellos, tampoco, nadie va a pisarles el poncho, salve; que cierta iglesia católica y cierta oligarquía  les aseguraron su puesto en un periódico o en alguna universidad, allá ellos; que mientras más ignoraban incluso mucho mejor les iba, es lo usual; que en el intento de manipular a todos lograron finalmente manipularse a sí mismos, también es lo usual; que ignoraban mayormente, que no sabían, pase.  Pero que de ninguna manera pudieron con Juvenal Agüero, justo de esto trata esta novela.

De aquello y de lo que diría acaso un joven crítico profesional –o una joven crítica que entenderá todo primero en inglés– allá por los años 2050, si no, antes.  Un crítico de estos precoces y sabiondos, a veces de sonoro apellido, e incluso algo simpáticos, a los que martirizó su papá.  Y que por esta razón se afirman, a como dé lugar, en aquello que ignoran.  Y se empecinan, a la par de la institución que los ampara o los financia, en hacer escuchar su preciosa voz,  absolutamente inofensiva, de puro malestar estomacal. Que cómo no reparamos en Juvenal Agüero  mucho más temprano; de lo ciegos que andaban los grupos de poder y sus instituciones, etc., etc., etc.  Mejor nos anticipamos a todos ellos y desde ya rechazamos sus discursos, en conjunto y el de cada uno por separado, que nosotros lo decimos desde ya y mejor.  Antes que el largo brazo del remolino nos alcance o que la piedra sea muy gorda y alta sobre el río.  Ahora que estamos todos reunidos todavía aquí.  Habrase visto.

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[Qué pasa exactamente]

I

Qué pasa exactamente

Qué ocurre

Entre esta noche y mi corazón

Entre este computador y mi idea

Qué media qué aire enrarecido

Entre mi memoria y lo que vos eres

Entre lo que supongo y lo que acaso es

Allí he de morir porque allí he nacido

Entre aquel aire contaminado

Irrespirable y terrorífico

De belleza obscena, inmunda

Y desde donde no hay retorno

Que no se pague

Con la infelicidad de no corresponder

De no acoger

Ni desear como es debido

II

De algún modo las flores

Nacidas de entre tus labios ligeros

Alegres, generosos, despreocupados

De algún modo esta oblicua mirada

Un río subterráneo, un pájaro

Una leve brisa o me engaño

En aquel territorio nos jugamos la vida

Por el aire

Minutos largos dura la existencia

Pero todo es por encontrar aire

Alguien alguna otra oblicua mirada.

III

No sé pero me represento

Con toda sinceridad les digo

O también me equivoco yerro

No hallo sino un temblor

O acaso lo imagino

Alguno que como yo explora y espera

Alguna que como yo no encontró

Y espera

IV

De ojos pardos y entrecerrados

Es la mirada

El corazón bate

Y la respiración tiene miedo

Pego los labios a la pantalla

De este computador

Pego la frente cierro los ojos

Y ya no veo

Alienta la tibieza de su resplandor

Y quisiera dejar las manos

Y escribirles directamente

Con el pecho

Que no creo que estoy harto que

Me muero es decir muy poco

Besos resplandecientes de su boca acaso son

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UN CHIN DE AMOR

De mí no quedaba más que un

instinto de expectativaRoberto Arlt

Lo único que quiero

es que me dé un chin,

un chin chin de amorChicho Severino

Así podría recomenzar la novela de mi vida. Efervescente, transparente y ligera. Pero resulta que mi hermano Germán ya falleció y Elimane cuida un niño de otro ahora; uno que probablemente fue saliendo de su entraña como un coco. Y emprendérmelas cual un barco rompehielos contra mi propio desamor resulta guerra avisada que puede matar gente. Para empezar, a mí mismo. Desaparecer bajo el triturador de mi cocina primero con un ruido áspero, pero después como un sonido uniforme, tan uniforme como el agua que lava y tan humilde desaparece.

De pura casualidad estoy en Santo Domingo. Una vez que no fui requerido para continuar como instructor de español en la University of North Florida, hice planes de irme cuatro meses a México a pasar el rato y escribir un ensayo sobre la poesía mexicana penúltima. Pero la visa que me daban iba a ser sólo por un mes y, entonces, decidí —el viernes 1 de agosto de 2003 y en el mismo aeropuerto internacional de Miami— marcharme a cualquier país que no requiriera a un peruano hacerse notar demasiado. Comencé por casa, por supuesto, pero no hallé vuelos para ese día y, los pocos que había para el día siguiente, estaban literalmente por los cielos. Así que me vine a República Dominicana, lugar donde no tengo amigos, pero sí conozco gente amable y, cómo podríamos denominarlo, algunas lindas muchachas que aún no conozco pero que muy pronto voy a conocer.

Ahora mismo, entonces, empiezo la novela. Son como las seis de la tarde de un jueves. Día harto lluvioso que me ha tenido —hasta hace pocos minutos— tendido en la cama escuchando a Barry White. Curiosa música que (lo pude leer en el folleto adjunto al CD) de antemano volvía elegante al customer; estaba expresamente editada para que el comprador se sintiera guapo y elegante. Quizá es por este motivo que de un salto nos hemos puesto directamente a escribir: perdonados y bellos frente a nuestra iluminada pista de baile.

http://www.eldigoras.com/eom03/2004/2/tierra28pgr01.htm

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PUCP: Primeros 100 años

Porque allí pillé a Góngora
Leyendo a Góngora
En la voz de Luis Jaime Cisneros
Lo mismo que a Salomón Lerner
Incrédulo y de a pie
Repasando alguno de mis poemarios
Porque no por las huevas estuvo allí
Luis Hernández Camarero
Que estar allí, acompañar,
Es mucho más poderoso
Que el mero hecho de estudiar
Porque en la PUCP, y junto con algunos de mis profesores,
Ensayábamos explicar la verdad hasta confinarla
A un esquema
Algo mucho más humano que el solo hecho de creer
Y porque entre algunas de mis compañeras
De aquel entonces
Descubrí la bondad, la inteligencia
Incluso el amor
Porque desde el segundo piso de Letras
En el Fundo Pando
Mirando hacia la playa y por las tardes
Se ve a Trilce o a Inkarrí
Da exactamente lo mismo
Una sonrisa de tan amplia
Aparentemente horizontal
Dorada y abozaleada
Remando contra lo corriente

(Aunque escueto, vaya como un homenaje a la PUCP por sus primeros cien años)

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LOMISMO/ISLISMO: POÉTICAS GEMELAS DE CÉSAR VALLEJO

Resumen

Islismo (Trilce I)/Lomismo (Trilce II) en tanto poéticas consecutivas y complementarias, no sólo del poemario de 1922, sino también de la poesía póstuma de César Vallejo.  Aunque aquí nos concentraremos en Trilce II o, más bien, este último poema será la puerta de entrada para extendernos a las islas o pensamiento “Archipielar” y, no menos, a la “Poética de la Relación” y al “Derecho de la Opacidad”.  Conceptos, estos últimos, todos de Édouard Glissant; pero que consideramos podrían ser también vallejianos. Es decir, elaboramos aquí un tamiz común de empatía o entrecruzamiento entre el “meta-archipiélago” que levanta el poeta y filósofo martiniqueño, Glissant, y la poesía “meta-andina” que, finalmente, postula el autor de Trilce.  Andes y Caribe van, pues, aquí entrelazados, aunque esto último no constituya culturalmente, en sí mismo, una novedad; basta escuchar la tan difundida “chicha”, mezcla de ritmos andinos y caribeños (Canclini).  Finalmente, y tal como lo ensayó este último autor en Culturas híbridas, nuestro ensayo también va en “busca de un método” (Franco) para lo que podríamos denominar el estudio de las culturas complejas u opacas.

Palabras clave: Pensamiento andino y del Caribe, poesía de César Vallejo, Culturas opacas.

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