Archivo por meses: agosto 2014

César Vallejo. Una biografía literaria

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Informado y útil trabajo*, diseña un degradé desde la picaresca –y el juicio, aunque implícito, severo a las andanzas del pícaro y prófugo nativo de Santiago de Chuco– a la elegía –a los versos hondos y el parisino, en aura de compromiso social, trance de muerte del poeta.  Hart jamás percibe el aspecto cultural, aunque expone los ladrillos e incluso glosa y comenta puntuales calas de Vallejo en lo andino.  Justo cuando  finalmente se impone hablar de sexo –incestuoso o no– el crítico inglés calla.  “Parado en una piedra”, tal como lo expusimos en detalle en nuestro libro del 2004 (Cap.  III: “La poética del nuevo origen: La piedra fecundable de los poemas de París”)**, alude no sólo a una manifestación o “paro”;  sino también, de modo simultáneo, a una virtual cópula con la piedra, con la materia misma de lo incaico: sol –masculino– que se ha transformado en algo femenino, aunque esta piedra ahora se halle “cansada” o en crisis y sea, luego, incluso la propia “España” del famoso poemario póstumo dedicado a la Guerra Civil.  Hart no percibe en su lectura la presencia de lo cultural, su constante opacidad y metamorfosis, sino únicamente como un museo de tópicos o taxonomía académica ya canonizada; un tanto como tampoco lo percibió la misma Georgette de Vallejo.  Pero el mismo poeta sí lo hizo e incorporó aquello en su propio proceso intelectual y artístico donde lo político no se contraponía a lo mítico.  Por esta razón, sus “Nostalgias imperiales” y su Trilce –que es versión escrita sintética y sincrética del mito de Inkarrí, elaboramos ahora mismo un ensayo sobre ello–  y su “Piedra cansada” son un mismo mito expuesto de modo minimalista y con vocación incluyente siempre.  De lo afro-limeño, primero, y después de las etapas iluminista y revolucioria de su experiencia europea: francesa y soviética, respectivamente.  Una biografía de Vallejo que no ventile aquel aspecto cultural en su relato  lucirá siempre destrabada e inevitablemente fragmentaria.   El problema es que Vallejo no hablaba nunca de esto, ni con su viuda ni con nadie.  Su experiencia de lo sagrado, nada exclusivista o individualista sino más bien comunitaria,  se tocaba con su radical experiencia de la poesía y para él, tal como en aquellos versos finales de “Huaco” (“[Yo soy]Un fermento de sol/ levadura de sombra y corazón”), le eran inherentes –acaso para ser más productivos en su obra poética — el pudor o el secreto.

En todo lo demás, aunque Hart de algún modo continúe la teoría y metodología de un Juan Espejo Aturrizaga, la exposición del profesor inglés es amena y, repetimos, a pesar de cierto puritanismo u holismo militante, extraordinariamente útil.

 

 

*Stephen Hart, [César Vallejo.  A literary Biography (London: Támesis, 2013)] César Vallejo.  Una biografía literaria (Lima: Editora Cátedra Vallejo, 2014).

** Pedro Granados, Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo [PhD Thesis, Boston University, 2003] (Lima: PUCP Fondo editorial, 2004)

 

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Juvenal Agüero se confiesa

20140819-prepucio.jpg                                                                                                                      

Tengo una cantidad innumerable de enemigos literarios; de izquierda y de derecha; del submundo  y del cielo.  Los cuales no cambiarán de opinión  porque al hacerlo, y a estas alturas, significaría admitir que estuvieron despistados en el juicio o, peor aún, actuaron con hartísima mala fe.  Es más, ya que para el que escribe poesía por lo menos la mitad del asunto estriba en ser un crítico con olfato; aquello sería admitir que fueron poetas mediocres y, por lo tanto, en este aspecto vivieron también en vano.

Es un milagro que haya persistido en la poesía sin un grupete de amigos; sin ser líder de nadie; y sin que me hayan fagocitado como requisito previo  para algún  halago.  Mi relación, por poner el caso, con la poesía peruana es harto penosa; patética.  No figuro en compilaciones ni nadie, ahora de viejo, asiste a mis cada vez más escasos recitales.  Es más, me entero que los poetas de la corte imponen a los organizadores ciertas condiciones para participar en los festivales  si yo también ando entre sus planes.  Pasa exactamente lo mismo si alguien piensa  incluirme en alguna antología.   Ando  como abandonado por la cultura oficial y también por la de catacumbas.

No son poetas ninguno de los de Hora Zero.  No son poetas ninguno de los de Kloaka.  No son poetas los yuppies de ahora mismo.  Muchísimo menos los profesores metidos a poetas.  El penúltimo poeta fue Luis Hernández Camarero.  El último, deben ustedes solitos adivinarlo carajo.  Si no de qué vale hayamos dejado las andaderas y caminemos, como quien dice, cada cual soberano y sobre sus propias patas.

 

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Panamá y un territorio cada vez más complejamente vallejiano

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Desde el Ecuador hacia arriba, Colombia y también Centro América, no ha muerto el culto por la poesía encantada de Rubén Darío; Neruda sigue siendo el ejemplo de poesía civil a seguir;  la “otra vanguardia” (José Emilio Pacheco dixit) o el “modo anglosajón” continúa dictando su cátedra de localismo, coloquialismo y oportuno sentido del humor; y se lee muy mal  o, peor aún,  de modo básicamente para-literario  a César Vallejo  a través, sobre todo, de la glosa cubana y el triunfo de su Revolución.  Desde el Perú y hacia  abajo (incluido por lo menos el sur del Brasil), todo el territorio es cada vez más complejamente vallejiano.  Es decir, Vallejo catalizado con Borges;  Vallejo a través de la voz de “arena” de  algunas mujeres (Olga Orozco o Damiela Eltit); la risotada de Trilce rescatada por Oliverio Girondo o Filisberto Hernández; Vallejo y el neo-barroso, es decir, Trilce jugándose de manos con Lezama… y hasta con la más reciente poesía en “portunhol selvagem” de la cada vez más transitada frontera brasiguaya, aunque los Wilson Bueno o los numerosos Douglas Diegues de ahora mismo  no estén muy al tanto de ello.

Sirva esta sumaria introducción para hablar de Panamá y su poesía reciente; por lo menos, la que hemos conseguido, consultado o compartido en un viaje de hace muy poco al país del legendario Canal. País de migrantes, bi-oceánico y multicultural que poco a poco –y cada vez más– su capital se enmuralla como un colorido shopping al que rodea el vasto océano.  Pues aquí se ejercita también una poesía que va, verbigracia, desde aquella que representa el sentir independentista y culturalmente reivindicativo de los kunas; entre cuyos poetas representativos destaca, de modo nítido, un autor como Arysteides Turpana (1943).  Hasta  aquella más urbana, aunque no menos lúdica y/o comprometida, en la huella de otros dos destacados poetas más o menos contemporáneos a Turpana; nos referimos a César Young Núñez (Carta a Blancanieves) y a Manuel Orestes Nieto (Dar la cara).  Es decir, este guiso de los años setenta: coloquialismo, compromiso social, multiculturalismo y ácida ironía va a nutrir las obras poéticas de, por ejemplo, una tan lúdica como la de A. Morales Cruz (Cómicas de Berlín, 2011), una antología tal cual El mar que nos unió (2013) donde se ventila, sobre todo, la rica multiculturalidad del istmo; e incluso una obra tan local y, al mismo tiempo, radicalmente cosmopolita como la del joven, varias veces premiado y fecundo poeta Javier Alvarado (1982).  Poesía, la de Alvarado, de lector; por lo tanto culterana o veneciana; aunque, de modo simultáneo, no menos consciente o políticamente comprometida.  Acaso su rasgo más particular, aunque identificable también ya en la misma tradición poética de su país,  sea el recurso sostenido al surrealismo como una manera de añadir dimensiones –mágicas, míticas– a los temas o motivos que aborda su poesía.  En suma, una apuesta muy interesante por la complejidad; aunque todavía el oficio de poeta de Alvarado –su control de calidad– presente evidentes desniveles.  Sin embargo, y no sólo nosotros, consideramos que la poesía del vallejiano Javier Alvarado –acaso junto a la de su contemporánea, aunque su obra hasta el día de hoy sea tan sólo una promesa, Sofía Santim– es la más interesante del Panamá contemporáneo:

“Ésta es Helensburg

Con sus edificios pardos y sus héroes de leyenda

Donde los muertos a la falda de la catedral

Buscan las fresas para morderlas bajo tierra”

De Carta natal al país de los locos (Poeta en Escocia)

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BARRANQUILLERAS (PoeMaRío 2014)

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El día muere

y ellos son dos en la red

rostros blancos e ignorantes frente al mar

 

*

La piedra se derretirá en lágrimas

así como aquel hombre que al mirarla se

[convirtió en SAL

Su sollozo eterno

será el grito de un infante

Lida duerme en su pétreo lecho

 

*

Lida jamás fue tan pura como ahora

–dorado guijarro–

que dejó la impenetrable roca

 

Lorena Flores-Moscoso, Sal (Guatemala: Catafixia, 2011)

 

de difícil santificación

 

de forma inconfundible su vestido hecho de nudos

hecho de cochayuyo

hecho de restos de animal

apasionado su vestido

hecho de fibras vegetales

hilván con hilo mineral

 

*

con estupor

piensa

en la fragilidad del cuello

 

Marcia Mogro, Excavaciones (La Paz: Plural, 2009)

 

Kaffeklatsch

añorar

una boca

deslizar un nombre

sacarnos los zapatos

hablar de los pezones

de la línea

del vientre

donde se instala el deseo

lo dicho ya lejano

de alguna cólera

tolerar lo justo

y renacer en el pacto

 

que las diosas nos concedan

seducir por más tiempo

 

Marta Cwielong, Pleno de ánimas (Buenos Aires: La Guacha, 2008)

 

Esta mano-ojo frente al signo: palpitar rondándome las piernas.

He ido en este ímpetu y el muro.  Un resquicio donde se cuela

el cielo.  Por ese instante vale la pena estar vivo: como extraño,

mosca, silla, vientre hermafrodita, sólo por el instante del más

allá se está dispuesto a morir cientos de veces en esta esfera,

seno que nos amamanta y del que bebo la

leche de mis palabras.

 

*

Él ya no está aquí

y  el libro que escribí mientras lo amaba

está a punto de ver la luz.

 

Jenny Asse Chayo,  Escarabajo (México: Praxis, 2010)

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