PINTURA PERUANA EN BERLIN

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El núcleo de los pintores que exponemos ahora en The Temporary Gallery Berlin, al cual se han ido sumando otros artistas con propuestas personales y coherentes, tuvimos la ocasión el año pasado de exponer en Alemania, exactamente en la galería El Pacífico de la ciudad de Stuttgart y dentro de unos meses algunos otros participaremos en otra exposición en Berlín. De modo que, esta primera exposición de Pintura Peruana en Berlín, sirve de pretexto para reflexionar brevemente acerca del espíritu libertario de aquella primera revolución pictórica alemana, El Expresionismo de El Puente y de cómo su esencia perdura cuando ha pasado más de un siglo de su fundación en Dresde, el 07 de junio de 1905 por los estudiantes de arquitectura y pintores autodidactas: Bleyl, Kirchner, Heckel y Schmidt-Rottluff, que llegaron a mezclar con gasolina su pintura buscando plasmar lo más fluidamente aquello que sus ansias exigían. Esos artistas arrojados prefiguraron hace ya más de un siglo el deseo que se mantiene patente en los pintores humanistas, que buscan renovar las tradiciones y no suplantarlas por artilugios y que a pesar de los nuevos academicismos y oficialismos, buscan en su ser individual la voz propia de su obra. Die Brucke se forma en Dresde para luego establecerse en Berlín. Allí, Lieberman y Corinth, de la Secesión, determinaban el panorama artístico del imperio expirante y ante ellos se rebelaron. Y aun cuando el eco de Francia, Gauguin, Matisse, Van Gogh –Nolde aconsejó incluso llamar al grupo Van Goghiana y no Puente- persistía e impregnó de principio a fin la obra de su líder Kirchner –quien toda su vida renegó de esto y compatriotas suyos como Max Beckmann se lo recordaban cada vez que podían- este se denominaba así mismo el más alemán de los pintores y sin duda su obra definió lo que entendemos predeterminadamente como expresionismo, como pintura alemana. Esa ontología de la imagen que atraviesa la pintura germana sin excepciones desde los tiempos de El Puente en Moritzburg hasta el actual, y máximo representante de la Escuela de Leipzig, Neo Rauch; y, que alcanzó, cómo no, a Auerbach y al recientemente fallecido maestro Freud, ambos berlineses de nacimiento y que infiltraron el carácter expresionista, tal como hicieron los fauvistas franceses con los alemanes, a toda la Escuela de Londres cuya influencia continúa y se expande entre nuevas generaciones de pintores en todo el orbe más allá de distintos escollos, como es natural. Sin embargo, ya lo dijo Cezanne, el arte no es la naturaleza, es una armonía paralela a la naturaleza. Precisamente por eso es que el pintor construye su vida en función de la pintura. La pintura vive en los pintores. En su obra. El pintor dialoga con sus referentes, con sus maestros, a través del trabajo propio y ajeno. La historia toda de la Pintura es una larga conversación sin palabras, mejor, una larga mirada. -La Escuela de la Vista, que añoró Kokoshcka- La pintura se transmite y se mantiene viva de pintor en pintor en una suerte de tradición pictórica, en lugar de una tradición oral. Y aquí cabe mencionar también a la cantidad enorme de papeles escritos por los propios pintores, plasmando su pensamiento pictórico en textos escrutados en medio de sus procesos. Podemos encontrar sus concepciones del arte en sus correspondencias, en sus diarios, todo ese magma verbal que da luces intensas sobre la apreciación de su obra pero que jamás -ningún texto puede justificar una obra de arte- la definen. Por lo expuesto, es una bajeza falaz afirmar que los pintores no estudian, que no investigan, que no teorizan. Todos los maestros de la pintura moderna, y hablando únicamente de ese período, desde Cézanne hasta Arikha han dejado escritos, reflexiones, acerca del oficio del pintor, desde su propia experiencia*. Y si algo une a la mayoría de los pintores que exponemos ahora en The Temporary Gallery Berlin, precisamente es ese afán de Pintura, de imbuirse en ella, a través de exposiciones, libros, conversaciones, escritos, coleccionismo, de hallarse en el torrente de la tradición plástica y beber y reconocer sus fuentes a pesar, por supuesto, de las saludables y necesarias diferencias y hasta rencillas entre pintor y pintor. Además, ser abiertos a compartir lo poco de lo aprendido, las lecturas, dar a conocer nuevos artistas, nuevos espacios; todo ello no puede ser confundido con una banal jactancia sino que en realidad es un esfuerzo por compartir con personalidades afines aquello que nos pueda interesar. Por todo ello, estoy convencido de que algunos de estos pintores, resultarán siendo un puente entre lo que se ha perdido de la esencia de la pintura y lo que pueda recuperarse en el trabajo de los pintores que vendrán: jóvenes que ahora mismo luchan en sus escuelas, en sus talleres, en su propia experiencia diaria, por encontrar un recodo en medio de los siglos de tradición pictórica cuando no es lo políticamente correcto según los cancerberos del arte contemporáneo y las imposiciones de una nueva y nefasta Academia oficial que desprecia el fundamental individualismo del verdadero pintor, resultando toda esta lucha en una valiente Resistencia que se desarrolla incipientemente en Lima pero que ya ha logrado victorias en centros del arte como Nueva York, Londres, Barcelona, entre otras ciudades. En ese contexto y, para finalizar, vuelvo a la memoria de aquella revolucionaria comunidad artística fundada en Dresde, en palabras del historiador Norbert Wolf: “…La llamaron Die Brücke (El Puente), en recuerdo a una frase de Nietzche en la obra Así habló Zaratustra (1883-1885): “La grandeza del hombre está en ser un puente y no una meta: lo que en el hombre se puede amar es que es un tránsito y un ocaso…” .

IVÁN FERNÁNDEZ-DÁVILA
Lima, septiembre 2011

Puntuación: 5.00 / Votos: 4

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