Juvenal Agüero/Juan Carlos Mústiga

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Juvenal dice que es posible inventarse un futuro a través de la escritura, inventarse una vida, múltiples identidades, amores, tragedias, gestos y épicas convenientes, pero es imposible para él desligarse del recuerdo de su padre, de su abuelo, de su hermano a los que tal vez les inventó otra vida también, otra identidad quizás, pero todos ellos arrojando los huesos del poeta Granados.

Poeta peruano y granadino porque ahí en Granada descubrió su corazón y la fragilidad de su corazón y es allí donde inventó y reinventó a la Manoli – hoy Manuela – que ya no está salvo que algún día a ésta le sea posible aparecer convertida en cable, en chip, colgada de la cola del signo arroba. Vuelta carne y deseo por los incómodos, pero deliciosos favores de la literatura y la creación y sus infinitos actos.

Luego de este introito personal qué me queda decir: No mucho, no mucho, porque aparentemente no hay mucho que leer en esta breve “novela”, como la llama Juvenal y no se atreve a llamar Pedro ni la editorial. Pero sí, creo que podemos llamarla así, porque la densidad con la que Granados (Juvenal) comprime el tiempo me hace recordar las alucinaciones de Johnny Conter, el personaje gigantesco de “El Perseguidor” de Cortazar. Y lo hace a riesgo y a crédito del inmejorable título “En tiempo real”. Siempre denso, significativo y preciso en la elección de las palabras.

Esta es una novela en el tiempo real que ocupa un click en el ratón de la computadora. Ahí, en el texto inicial, en la transcripción de un correo electrónico:

-No sé si esta es tu dirección de correo o la cambiaste. Confírmamelo para que estemos en contacto.
Besitos: Manuela (Desde Granada),

está toda la novela y la posibilidad de resumir la vida, las múltiples vidas, las físicas y las imaginativas.

Esta referencia directo o indirecto al uso de la tecnología y el recuerdo de la prehistoria no es gratuita ni tampoco indesligable. Como tampoco lo es la poesía y los referentes literarios, ni la vida de sus amigos escritores o no. Entonces casualmente, como un viejo amigo Borges nos visita (y digo “nos” porque a mi también me ha convertido Juvenal en pasa de su bizcocho), y Gómez Jattin también, y hasta un invasivo y llega, como siempre, bienvenido escabroso Freud, se nos cuela en la masa, todos con sus ocurrencias, citas, palabras, textos, para construir como dice Pedro con una metáfora marina “el tinglado” de su corazón y de su existencia. (El tinglado es la armazón de los cuadernos con la quilla y las carteras de una embarcación de madera por si acaso).

El recuerdo y el poema dedicado al poeta Pablo Guevara y su compañera Jane es la quilla de esta embarcación:

¿Qué tan profundo es el océano?
Para Jane y Pablo
¿Qué tan profundo es el océano?
¿Qué tan altas las estrellas?
¿Cuántas rosas traes contigo ahora?
¿Cuánto es lo que, esta vez, he de llorar?
Canta Billy. Tú recoges.
La aproximas como una manta
para cubrirte.
Aunque el frío sea interior.
Y también el temor.
Anoche visité un poeta
en su lecho de enfermo.
Me dice que pudo escribir Hospital.
Que si no hubiese ido allí
no habría podido escribir aquello.
Que en un momento, y por algunos interminables días,
colocaron a cuatro enfermos dentro de una reducida habitación.
Uno a cada lado del poeta
y otro a sus pies.
Que ninguno dormía por las noches.
Que el de la derecha deliraba con culos
y tetas. Y que el de la izquierda
le silbaba, para acallarlo,
ya que no tenía fuerzas para ponerse en pie.
Que el que estaba a sus pies
era la viva representación
de uno de los grabados de Doré.
Que en aquella habitación, aun sin las ventanas,
sentía que cruzaba la vía láctea con ellos.
Un ancho tirabuzón
hecho de felicidad y dolor
incomprensibles.
Y que su esposa lo rescataba de allí
todos los días. Que lo había rescatado de allí
desde el principio.
Que de ello íntimamente se percató.

Hecho de amor y nostalgia sostiene toda la experiencia dedicada a la creación y creo que establece un calco a futuro de la vida del poeta Agüero, no de Granados, pero esos son los misterios sugeridos por el escritor a través del salón de espejos que nos hace recorrer. Creo que este libro soportaría muchas lecturas, desataría también significativos silencios y a la vez, como siempre he creído en los libros de mis amigos, abrirá nuevos caminos por donde andar en tiempo real; en el tiempo que quieran.

Pedro Granados, En tiempo real (Lima: PYTX/ Mar con Soroche, 2007)

Juan Carlos Mústiga Benites (Lima 1958). Ha publicado los libros de relatos A pulmón (1986) y Una moral inquebrantable (1987); las novelas Tormentos deliberados (1996), Manual de pistola automática (2005) y Prisionero en la calle (2010). Además, el libro de crónicas Cuadernos submarinos (2006), alrededor del mar y sus testimonio como capitán, en varias oportunidades, de la selección peruana de caza submarina.

Puntuación: 5 / Votos: 4

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