Archivo por meses: octubre 2009

AL FILO DEL REGLAMENTO: ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA POÉTICA DE PEDRO GRANADOS, UN AVIS RARA EN LA POESÍA PERUANA/ Maurizio Medo

lasiega.org
Maurizio Medo (Lima, 1965)

Con los oficios, ocurre, que estos alguna vez contrastan con la actitud que asume el sujeto quien lo desempeña. Cuando imaginamos a un filósofo inmediatamente le asociamos con la imagen de un sujeto en pasmosa quietud, buceando dentro de su psiquis en procura de la Episteme. Su acción, el “pensar”, la establecemos inmersa en la pasividad, en un estado de perpetua meditación, casi de practica ascética. Solos, el filósofo con su silencio escudriñará la real naturaleza de las cosas y, tal vez, de otros planos más elevados en su existencia. Cuán contrastaste resulta la figura de E. M. Cioran desafiando al mundo (y sus preceptos) desde el manubrio de su bicicleta, eludiendo peatones y automóviles, mientras, sí, filosofaba a contracorriente de los estereotipos. A los físicos les armamos toda una parafernalia donde su espacio es repletado por hatos y hatos de planos colmados de cálculos y probabilidades. Quizá hasta un anacrónico alambique adornaría con decoro su laboratorio, más próximo a lo que podría ser, o de lo que se supondría es, que de la misma realidad. Así, poco creíble, casi fabulesca, se nos aparece la manzana, caída del árbol sobre la testa de Newton para convertirse no sólo en un fruto sino en su ascesis a la existencia de la Gravedad.

Al poeta, siguiendo con las imágenes que forja nuestro subconsciente, lo alucinamos de tamaño insignificante ante la enormidad de su biblioteca –espacio de encuentro entre los espíritus, desde la perspectiva borgeana– o, de lo contrario, enorme y furibundo junto a los trasnochados parroquianos del bar. De acuerdo al mito, el oficio poético (casi como el filosófico) es vinculado con el sedentarismo. Algunos anecdotarios dan cuenta de cómo algún autor hacíase atar a la silla para no claudicar en su obligación con las masas. Si nuestro poeta se viera obligado a viajar su destino ya está prefijado en la bitácora, ¿dónde sino Paris, la Ciudad Luz e inspiradora? Ahora, si su necesidad por poetizar resulta inconmensurable, ya no París, sino que, estoico, alejaríase del mundanal ruido citadino extraviándose en algún caserío, no consignado en la cartografía.

Divago sobre las imágenes y estereotipos para aproximarme a un poeta, quien con su actitud los derrumbaría, Pedro Granados, un “avis rara” en el bestiario de nuestro Parnaso. No lo ubicamos entre peruanísimos carajos, entregado a sendas francachelas con anónimos borrachos en el infierno de Quilca. Tampoco sorbiendo embobado un capuccino con crema mientras, de reojo, es hechizado por la belleza de una musa miraflorina, con quien compartiría la mesa, edulcorándola con coquetona prosodia. Granados puede amanecer bien en Madrid o en Cartagena de las Indias, mañana a orillas del río Charles o entre los anillos de Santa Cruz de la Sierra. Viajero sin bitácora, habitante solitario de su paisaje interior, Pedro Granados (Lima, 1955) se inició en la poesía junto a José Antonio Mazzotti, Rossella Di Paolo y Jorge Eslava, es decir, en los albores de los 80 –generación que, como explicáramos alguna vez– optó por escribir desde las márgenes, desconcertada por el vacío, ocupando el centro retórico. Cada uno de ellos en vez de practicar el parricidio (típico deporte en nuestras letras), se aproximó a la tradición poética de acuerdo a su instinto, asumiéndola desde particulares preceptos. Lo curioso está en que sus compañeros de ruta son una presencia constante en las antologías “oficiales”, denominadas alguna vez como creaciones literarias- mientras que Granados, en esas páginas (muy sospechosas, por cierto) aparece como una ausencia la que, contradictoriamente, conviértese en una presencia necesaria para otorgarle legitimidad pues, con el paso (y el peso) de los años, encontramos resonancias de su obra en la que van construyendo los poetas mas jóvenes. No se trata, como otros de sus contemporáneos, en un sembrador de epígonos, vía talleres literarios, mas sí en una lectura “secreta”, para algunos de cabecera pues, junto a Carlos López Degregori, es el autor de una de las Obras (con mayúsculas) mas sólidas en la ultima poesía peruana.

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aproximaciones a Juan Ramírez Ruiz (libro progresivo)

zonadenoticias
El poeta con su familia

Entregas dedicadas al estudio de la obra poética de Juan Ramírez Ruiz (1946-2007). Es el inicio de un libro progresivo a la manera de Vida Perpetua, cuya publicación impresa está pendiente. Los estudiosos y amigos de este gran poeta están invitados a colaborar con más artículos críticos sobre cualquier aspecto de la obra de Juan.

Algunos artículos:

Vision general

* Ese viento cargado con sonidos de vidrios verdes o la poesía cargada de sentido de JRR / Carmen Olle
* Juan Ramirez Ruiz: haciendo realidad la utopia / Patricia del Valle
* La poesia de Juan Ramirez Ruiz como trayectoria mitopoetica / Fredy Roncalla

Las armas molidas

* El canto de la Guerra y la Paz / Roger Santiváñez
* El eterno placer de la palabra / Walter Ventosilla
* Las armas molidas y demolidas a traves de la poesia / Marithelma Costa

Homenajes y semblantes

* A los poetas hay que leerlos / Rosina Valcarcel
* Juan Ramirez Ruiz, presente! / Mabel Sarco
* Juan Ramirez Ruiz: una sola vida, muchas muertes / Manuel Vereau
* Mi ultimo Encuentro con Juan Ramirez Ruiz / Nivardo Cordoba Salinas

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‘PRÓLOGO’/ RAFAEL SOTO VERGÉS

www.elpais.com
Poeta gaditano, Rafael Soto Vergés

Desde la publicación de su primer libro de poemas (Sin motivo aparente, Cuadernos del Hipocampo. Lima, 1978) hasta el postrer editado, por ahora, (Lo Penúltimo, Edic. Asaltoalcielo. Massachussets, 1998), la producción poética del autor peruano Pedro Granados no sólo ha mantenido una línea ascendente de calidad expresiva, sino que ha conservado los caracteres estilísticos por los que su poesía ganó, desde el comienzo, una indudable y noble carta de alta naturaleza lírica.

Pedro Granados nació en Lima (Perú) en 1955. Su vocación de escritor corrió siempre pareja con su labor docente. De la época de su primera entrega poemática (1978), consta ya su experiencia como asesor de los talleres de creación literaria, en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Podría temerse que, como Jefe de Prácticas Literarias en dicha Universidad, o como crítico literario, en revistas especializadas y diarios de Latinoamérica, su propio quehacer poético quedase contaminado por los arrastres de material retórico, o por las hojarascas de perceptivas literarias que, lamentablemente, suelen acompañar al poeta/docente y, también, al crítico/creador. Sin embargo, si hay algo que a primera vista destaca en su poesía, es una forma de frescura elocutiva, un decoroso sello de emocionada y espontánea, sabia sinceridad. El bagaje académico (el poeta verdadero nace: no se hace ni deshace), como vimos en la excelsa tropa de los poetas/profesores de nuestra muy apreciada Generación del Veintisiete española, no hizo sino acrisolar (podría decirse inculturizar) su genuino etymon creador, sus visiones del mundo, el más profundo centro y fundamento de su rica estilística genética. En 1988, Pedro Granados viajaría a Madrid (fue entonces cuando le conocimos), becado al “XXII Curso Iberoamericano para profesores de español”. Más tarde, entre los años 1990 y 1993, residió becado en Brown University, donde obtuvo un Master of Arts en Hispanic Studies. Durante los años 1995 y 1996, tendría a su cargo los cursos de Creación Literaria en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Desde 1997, él se encuentra becado en Boston University, donde está culminando un doctorado en Literatura Hispanoamericana.

Entre tanto avatar académico, a nuestro viajero le ha seguido siempre, como una propia sombra natural, esa mochila de conceptos propios, de ideas claras y entrañables, de acepción muy íntima y profunda sobre la poesía que siempre, por naturalidad y convicción, ha deseado hacer. Ello ha sido posible (no podía ser de otra manera) porque mantuvo siempre abierto aquel rojo teléfono de urgencias, aquel sagrado hilo conductor, entre las peripecias y la esencia, entre la cultura y la pasión, y sobre todo (ése ha sido el título de uno de sus más valiosos libros), entre El corazón y la escritura.

LOS SUPUESTOS HISTÓRICOS DEL ESTILO

La primera vez que encontraremos a la poesía de Granados inserta en algún cuadro generacional ha sido en la antología titulada El baile de los que sobran. Poesía peruana de los años ochenta (Edic. “Banco Móvil”, N° 58. México, 1993). Cierto atisbo de marginalidad se advierte ya en el título de la citada antología poética. Sobre este aspecto puede correr mucha tinta. Los poetas de grupo, de algún modo, procuran institucionalizar su coro en algún molde igualatorio. Las promociones y generaciones tal vez tan sólo sirvan para rescatar a algunas voces singulares, personales, coladas al descuido por el tamiz del grupo. Se teoriza mucho sobre la eficacia de ese método histórico de los esquemas generacionales. Se saca a colación, por ejemplo, la pauta establecida sobre los estudios de Ortega, Julián Marías, Bousoño, Wilhelm Pinder, o Julius Petersen, entre otros. Pero frente a la relatividad, a la confusión conceptual, y a las contradicciones de los métodos, preferimos abandonar este debate. A la poesía oficial le conviene la norma de unos determinados usos estilísticos, y hasta el imperativo de las modas, la adecuación ideo/histórica, marcada por su efímera vigencia. Pero un poeta auténtico, como es Pedro Granados, suele vivir su vida intrínseca, nunca la de un grupo o una generación.

Como es sabido, la totalidad de los movimientos poéticos peruanos tiene dos fuentes iniciales: una, la de la fractura formalista (entiéndase modernista), que consumó Eguren; otra, la de una eclosión intimista (¿convendría decir expresionista?), aureolada por una rica fronda de motivos indígenas, influencias sociales y, sobre todo, la novedosa y ágil potenciación semántica del puro sentimiento, exacerbado en aras de la propia creación. César Vallejo, padre de esta segunda fuente, aún sigue discurriendo con sus aguas, purificadoras y briosas, por todos los meandros y regatos de la poesía iberoamericana contemporánea).

Estamos intentando despejar una forma de entidad estilística en la poesía de Pedro Granados. No viene mal, entonces, recordar, por ejemplo, el industrialismo de Juan Parra del Riego, o los variados ismos de Alberto Guillén, o las impresiones surrealistas de Emilio Adolfo Westphalen, o los vanguardismo de Xavier Abril, o el neogongorismo de Martín Adán, o los indigenismos de Alejandro Peralta, por citar algunos casos importantes de evidentes desviaciones estilísticas. Con el paso del tiempo, los líricos peruanos siguieron fluctuando entre motivaciones indigenistas y sociales y un renovado formalismo que, a veces, tiende hacia la factura estetizante. No olvidemos, por fin, esa revolución profunda del lenguaje que, a mediados de los años sesenta, parece un acarreo de la poesía inglesa; ni los radicalismos vanguardistas que, en su última hora, deambularon hacia unos estilos personales más atemperados, reflexivos.

La tradición historiográfica y de crítica literaria dirá la última palabra en el establecimiento de valores, dialécticos y expresivos, entre tanta variedad creadora. En nuestro intento de aproximación a las peculiaridades estilísticas que informan la poesía de Granados, convendría citar el marco promocional, tal vez generacional, constituido por poetas como E. Chirinos, J.A. Mazzotti, G. Pollarollo, R. di Paolo y L. Rebaza, entre otros compañeros también formados, como nuestro autor, en las aulas de la Universidad Católica.

Con frecuencia se observa la paulatina descomposición del concepto unitario y emblemático que ostentaron muchas generaciones del pasado. La revisión llegó a sus filas, que no eran completas ni verdaderamente representativas. Consecuentemente, el estigma de marginación es un valor de cambio fluctuante. De cualquier modo que se mire, la cuestión capital radica en la escasez de voces personales. Por todo ello, creemos sobre todo en el concepto de poeta isla. La crítica historicista y sociológica frecuentemente se equívoca. Una sociología poética no aumentará la gloria del Vallejo. Ni borrará los gozos y las lágrimas de este eterno viajero que es Granados.

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‘Perú, España y el tema del exilio en la poesía de Pedro Granados: El corazón y la escritura‘/ Rafael Cabañas Alamán

http://spain.slu.edu/fac/rcabanas.html
Rafael Cabañas

En síntesis, y haciendo un breve recuento de la obra poética de Granados, notamos lo siguiente: En Juego de manos ya aparece una temática que se centra más en lo cotidiano, al contrario que sucede en Sin motivo aparente, donde se reflexiona sobre la poesía. Ambos poemarios tienen en común el tema de la naturaleza. En Juego de manos llegamos a ser partícipes del amor a la naturaleza. La idea del destierro está ya en “Ballenas blancas.” Hallamos un erotismo comparable al que leemos en poemas de Jorge Eduardo Eielson, cuyos versos en Noche oscura del cuerpo son también daros y espontáneos. Sin embargo, al contrario que Eielson, en Juego de manos Granados no recae en el narcisismo casi obsesivo del cuerpo (25). Como Nicanor Parra, Granados escribe sin el propósito de crear un falso estigma de endiosamiento: “líbrenos de poetas y prosistas / que sólo buscan fama personal” (5-6), dirá Parra en “Nuevos sermones y réplicas del Cristo de Elqui” (26).

El muro de las memorias es un poemario del dolor. En palabras del poeta: “El muro de los lamentos,” (27) de manera similar a como lo expresa Luis Cernuda ya en “Primeras poesías,” quien escribe: “No quiero estos muros.” (28). En la primera parte, “Del hogar,” la familia adquiere un papel importante. Versos como “Toledo” ensamblan dicha sensación con el tema de la soledad. Sin embargo, empezamos a percibir lapsos de optimismo, momentos que van haciendo aflorar un conformismo endulzado por la satisfacción de libertad que respira el poeta en el exilio: “Qué bueno es sentirse ampliado / desparramado sobre esta ciudad” (págs. 44-45).

En la segunda parte, “De la literatura,” el poema se consuela por medio de literatura y teniendo presente la literatura. Intenta combatir su propia ira y agresión:
“Si alzando la manos,
formando una garra,
pudiera desgarrar
mi cielo mas próximo” (29)
palabras subversivas que nos llevan a Parra: “Si todavía tiene poder el Señor / que nos libre de todos esos demonios” (10-11) (30).

En la tercera parte del mismo poemario, “Del amor,” continúa el tono de amargura. Su corazón es “un saco de odio,” y aparece el terna de la muerte:
“Me fui al cementerio
para constatar
que no estaba
entre los muertos (31)
humor negro que recuerda a Ramón Gómez de la Serna, el gran humorista de los cementerios, quien habla “del cementerio de la vida.” (32). Sin embargo, la tristeza sigue patente en Granados: “ya se que soy un hombre muerto” dirá en el poema “Es media noche” (60). Rememorando a Quevedo leemos en A N.K: “La muerte esta tiernamente/ siempre con nosotros” (6-7).

En su antología personal El fuego que no es el sol, (1982-1992), la segunda parte es una colección de poemas inéditos. El tono de tenue amargura sigue candente, y resuenan ecos de un misticismo que no llega a resultar anacrónico: ¿Cómo salvar mi alma ahora de esta prisión?” (33). Domina el poemario una gran fuerza de expresión. Son versos del exiliado que se siente desolado y que exige compañía. Su Perú está siempre en él: “Días del Perú, no me abandonen” (l0) (34). Afloran versos como luces intermitentes que iluminan su patria o a su amada, y en ocasiones convergen simultáneamente ambos recuerdos en su pensamiento, como leemos en el verso (35) “El Perú y mi amor” (7). Hay confluencia de imágenes del Perú y de los EE.UU., como en “Hace más de quince años.” (36). Los indicios de amargura se van disipando. Hallamos testimonios de una postura de aceptación: “Mi lugar es la incomodidad” (44) (37).

El tema del amor adquiere connotaciones más generales. El poeta se siente como un niño, como “lobezno sin madre” (5), como declara en “Después de herirme con tu belleza.” (38)

La diferencia entre estos tres poemarios y El corazón y la escritura es notable. Esta es una poesía de madurez y superación. Pedro Granados nos ofrece una mayor amplitud del prisma personal que compone su propia perspectiva poética. Son versos motivados a raíz de experiencias concretas que se comparten desde el exilio voluntario, exterior e interior. Es una poesía sincera, reiterativa, sencilla y mucho más rica en matices expresivos que la que ofrecen sus libros anteriores.

La trayectoria poética que sigue el autor es sin duda de superación en todos los sentidos. Se siguen tratando temas de siempre, pero las vivencias del viajero incansable, del poeta en el exilio y del profesor de universidad, quedan poetizadas con una pluma de cuya tinta se desprenden palabras menos sensibleras. Hallamos diferentes tonos de voz, percibimos diversas fuentes de influencia y se evocan diversos, recónditos y significativos parajes para el poeta.

El fondo apolíneo y la vena de los clásicos también está en estos versos, pero es un poemario de aceptación, mucho mas diverso y colorido que los escritos anteriormente. El deseo de hallar un ente, que pasa a ser indefinible e inexistente en El Aleph de Borges podría compararse al tema de la búsqueda en la poesía de Granados, búsqueda por un algo que no llega. Sin embargo, hallamos un sentimiento de noble aceptación. A la preocupación existencial se solapa lo anecdótico. Lo lúdico pasa a ocupar parte importante en El corazón y la escritura, rememorando a Martín Adán, Luis Hernández, Nicanor Parra, o a Ramón Gómez de la Serna. Humor combinado con lo serio, como está sucediendo en algunos escritores importantes en la narrativa actual peruana, como es el caso de Alfredo Bryce y de Mario Vargas Llosa (39) y de la narrativa latinoamericana escrita por mujeres bajo influencia de Cortázar, tipo Ana María Shua.

La variedad de temas tratados va a la par con un colorido espectro de tonos poéticos. A cada idea o memoria le corresponde una estrofa, que normalmente corresponde a un poema. Abundan los diminutivos, típicos del lenguaje hablado, coloquial y afectivo. Los juegos de palabras descubren un ingenio interesante y fuertemente arraigado en los clásicos. Es una poesía ecléctica, de contrastes, y al mismo tiempo sencilla. Todo queda poetizado en El corazón y la escritura, poemario que deja traslucir un nítido sesgo clásico ingeniosamente adaptado a unos poemas actuales, intensos y sinceros. Son versos que brotan del corazón de un poeta peruano culto y que configuran el carisma de una nítida voz que se alza libremente en el exilio.

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Poemas de Magdalena Chocano*

NNN

Todavía siento esta melodía en la oscuridad
una partitura hecha trizas por familias
de músicos que ejecutan una justicia
sumaria en cada recodo de la urbe
¡cuánto castigo cabe en sus notas lejanas!

Esta augusta catalepsia tiene oídos
para olés y llantos

doquier reinan y dividen las leyes draconianas
contra el tararear furtivo

las reapariciones son
un remolino de hojas
que se revuelca
en el gris del otoño

duelo y vuelo en la santa madrugada,
ojeras de un sueño repleto de agitados acordes
de rencillas con el más allá porque la belleza
no cierre el paso a otras bellezas que se niegan
a marcar el compás,
que niegan el compás,
la maquina de incidentes entreteje
¡tantos ayes!
¡tantas manos retorciéndose en desesperados regazos!

esas voces atlánticas se agigantan por los ríos del aire
vuelve una rumba insomne a inundar la orilla del durmiente
nadie debe aferrarse así
a un estribillo
de palabras que no existen
nadie que no esté de más

de más y respirando el acontecimiento
que se extingue en la lejanía de un sonido
has de creer para sentir que tienes algo,
siendo el tener cada vez más decisivo,
y el sentir, apenas sombra del tener,
y no prosigo

es
evitar la sombra
tanto como
evitar la luz

De: Contra el ensimismamiento (partituras)

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Vallejo sin fronteras (Vallejo without borders)

andes.missouri.edu

INTRODUCCIÓN

ARTÍCULOS
2009 “Mujer, fatal, compañera y madre en la poesía de César Vallejo” (Inédito)

2008 “El Taller Literario César Vallejo en la República Dominicana”. pp. 123-136 IN: Berroa, Rei (ed.); Aproximaciones a la literatura dominicana, 1981-2008. Santo Domingo, Dominican Republic: Banco Central de la República Dominicana; 2008. 338 pp. (book article)

2007 “Trilce: muletilla del canto y adorno del baile de jarana”. Lexis, October. And [www.ucm.es/info/especulo/numero36/ – 23k -]

2007 “El diálogo Borges-Vallejo: un silencio elocuente”. Variaciones Borges, No 23. Abril. 183-205.

2006 “Compromiso y magia en la poesía de agitación política: El caso de Roque Dalton”. V Congreso Internacional de Literatura Hispánica. Lima, March 8-10. [http://blog.pucp.edu.pe/item/11990]

RESEÑAS Y CRÓNICAS

2008 “Trilce y Georgette”. Blog de Pedro Granados [http://blog.pucp.edu.pe/item/40741]

2008 STUMBLING BETWEEN SEVERAL ENEMIES? (Reseña a libro de Stephen Hart, Stumbling between 46 stars) Blog de Pedro Granados [http://blog.pucp.edu.pe/item/20436]

2005 “César Vallejo y su pensamiento cuantitativo”. Escritores y poetas en español [www.letras.s5.com]

2005 “Crónica de Santiago de Chuco. César Vallejo: al filo del reglamento”. Escritores y poetas en español. [http://www.omni-bus.com/n2/chuco.html]

CONCLUSIÓN

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ANTOLOGIA DE POESIA HISPANOAMERICANA 2009

latorredelasparadojas...

Octubre 12 de 2009
Luego, de un largo proceso de selección, de lectura y deliberación, la editorial Jaguar de Mexico, dirigida por el poeta también mexicano Juan Carlos Gómez Recinos, y el comité consultivo de la misma, decidió seleccionar al siguiente grupo de escritores peruanos, para formar parte de la antología de poesía hispanoamericana 2009.
Dicha convocatoria será conformada también por escritores de diversos paises de latinoamerica los cuales irán integrándose a esta selección al cierre de elección de trabajos en sus respectivas naciones.
La selección peruana está conformada por los siguientes poetas:

1. Alessandra Tenorio
2. Carolina Fernández
3. Cynthia Campos Bendezú
4. Dalmacia Ruiz Rosas
5. Daniel Rojas Pacha
6. Denisse Vega
7. Denis Castañeda
8. Fernando Cuya
9. Francisco Salazar Rosales
10. Germán Carnero Roque
11. Giancarlo Peralta Miranda
12. Héctor Ñaupari
13. Helmut Jerí Pabón
14. Isaac Goldemberg
15. Iván Yauri
16. José Enrique Briceño Berrú
17. Juan Carlos Lázaro
18. Julia del Prado Morales
19. Lena Retamoso Urbano
20. Marycarmen Ponce García
21. Matilde Gamarra
22. Melissa Patiño
23. Miguel Canta Sifuentes
24. Miguel Ildefonso
25. Orlando Granda
26. Paul Guillén
27. Pedro Granados
28. Raúl Heraud
29. Roger Santivañez
30. Rosella di Paolo
31. Selenco Vega Jácome
32. Tilsa Otta Vildoso
33. Violeta Barrientos
34. William Guillén Padilla

Este trabajo, que nació con el objetivo de recopilar lo más relevante de la poesía hispanoamericana, se puso en marcha el 1 de Febrero del presente año a través de la convocatoria abierta para autores peruanos. 153 trabajos provenientes del Perú se dieron cita para ser evaluados por el comité consultivo de la editorial Ediciones Jaguar, quien encontró los trabajos presentados de características excepcionales, distinguiéndose por su riqueza lingüística y su búsqueda de formas poéticas.
A todos los autores “Muchas Gracias” por su participación, una antología puede ser un trabajo un tanto injusto, más cuando se quiere revelar la realidad poética de Hispanoamérica, lo que de entrada es más que una utopía. A pesar de esto consideramos que el presente trabajo nos ha permitido vislumbrar, aunque sea a través de un ligero intersticio, siluetas que hablan sobre la poesía peruana, sobre sus tradiciones y sus búsquedas, resta, entonces, dar cuenta de este hallazgo a través de nuestra propuesta.
“Editorial – ediciones Jaguar”
Colima – Mexico
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NUEVO HOTEL SEMENTERIO/ Miguel Pachas (reseña)

nnn

Coincido palmariamente con César Calvo en tanto y cuanto la presente novela de Max Silva Tuesta –Nuevo Hotel Sementerio– es una obra que nos produce una cálida complacencia, gracias a la extraordinariedad y cimbreante estilo del autor, es que realmente, si “nos morimos de risa, de gusto y asombro”. Digo esto porque si alguien me tomó como un desequilibrado mental –quizás como uno de aquellos personajes que hacen historia en esta magnífica obra– en algún bus de la capital, es porque era imposible evitar reírse a mandíbula batiente, cuando asimilaba ávidamente el humor festivo de sus páginas.

Inspirado en uno de los escritores más grandes de la literatura rusa y mundial –Fiódor Mijáilovich Dostoievski a través de su obra Humillados y ofendidos–, fulgura Nuevo Hotel Sementerio desde el año 1980. Una década antes había conocido al poeta César Calvo –al que le unió una imperecedera amistad– , quien lo enrumba, según sus dotes, en la hermosa especialidad literaria: la novela. “Tú has nacido para escribir estas maravillas” le habría dicho el autor de Poemas bajo tierra. Posteriormente, Manuel Scorza se encargaría de brindarle el mejor de los elogios al leer entre risotadas de por medio, uno de los segmentos silvianos que encontramos en esta obra como plato fuerte: “La vagina dentada”.

Múltiples personajes, escenarios y episodios, entretejen la más singular historia en Nuevo hotel Sementerio –en el que, si no caes, resbalas–; en ella, al principio Max Siva Tuesta se dirige a su entrañable “viejo compañero de clase y amigo”, Mario Vargas Llosa, de quien le hubiese gustado obtener el proemio que sin duda lustraría aún más, su última creatud. Sin embargo, es digno de resaltar que Silva Tuesta –vallejiano y vargasllosiano hasta el tuétano–, dedicó a MVLl una de sus obras máximas intitulado Psicoanálisis de Vargas Llosa en el año 2005. Que no le agradó al autor de El pez en el agua, existen serias probabilidades, pero en todo caso, Silva afirma que su “intención solo fue echar un poco más de luz sobre ese continente complejo que es su obra…”, se disculpa luego y lo lanza de manera premonitoria como uno de los más renombrados para ganar el Nobel que se entregará en estos próximos días en Oslo, Noruega.

Nuevo Hotel Sementerio, en cuyo cetro luminar encontramos a Narda Flor convertida en Caresanta, personaje que, sin duda, tienta nuestras fibras más íntimas en la más deseada fantasía –de diosas mitológicas, en especial de Venus– que poseemos cada mortal; encarna aquella esplendorosa mujer que nos atrae con sus misteriosos hilos sedosos e imantados, para llenarnos de placeres inconocidos y sacarnos al fin, de la oscura y sufriente desolación.

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WAKE THE SERPENT/ José Manuel Lucía Megías (Ibiza, 1967)

editorenvilo.blogspot.com

3
Hay palabras como el filo de un folio en blanco:

Inocentes, ingenuas, a la espera de una venganza,

De un ligero corte casi invisible, inesperado,

Por donde se escapen gotas de sangre y de recuerdos.

Hay palabras que llevan escrito en la frente un destino.

Hoy te he visto llorar recordando un folio roto;

Tus lágrimas han hecho de mi almohada un océano,

Y —por esa extraña capacidad de las asociaciones macabras—

Esas gotas de silencio han reptado hasta la cima de las letras.

Un te quiero es más peligroso que el filo de un folio en blanco:

PARA EL VENENO DE LAS PALABRAS AÚN NO SE HA ENCONTRADO ANTÍDOTO.

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Cabeza de náufrago ecuestre/ Edgardo Nieves Mieles

http://www.poetasdelmundo.com/verInfo_america.asp?ID=2764

[Homenaje a Roque Dalton]

Paso el tiempo emborronando cuartillas.
Conjugando obstinadamente
un hambre atroz.
Encancaranublando un tortuoso itinerario
de pajaricida arrepentido.
Hilvanando conjeturas
en la irrefutable silla eléctrica de la rutina.

Cabalgo a la inversa del Sol.
Nado a contracorriente.
[Curioso que lo diga,
pues no sé nadar.]
Coloco el idioma patas arriba
y lo agito con fuerza.
[De sus bolsillos cae un rumor de huesos.]
Bebo todos los días mi jarabe de palabras ajenas.
Martillo las sílabas
hasta darles forma de punta acerada.
Pongo aceite para máquinas de coser
en los monosílabos que se me antojan más locuaces.
Duermo trapeceando un enjambre de fechas
nerviosamente excitantes como el jazz.
[En el alcohol del sueño
tengo tratos con los muertos.]
Escucho, acaso, crecer la hierba en el traspatio
mientras a golpes de silencio
la sangre baraja sus mejores cartas.
Formulo precarios teoremas de café con leche
sobre los cuadros rojos del mantel
para desenmascarar el rostro tras la página.
Para reservar mi lugar en la vigilia
por la Estrella Solitaria.
Para adueñarme de todo lo amordazadamente
escondido en un abrupto paréntesis.
En un insalvable punto, coma y seguido.

Paso el tiempo comiendo fatiga
a diestra y siniestra.
[A mansalva y a destiempo.]
Soliloquiando un poema clandestino
que me luce inacabable.
Que me nutre y me aniquila.

[Nada mejor y divertido
que esta brutal tarea,
que esta pasión urticante,
de pisotear adjetivos como claveles
y exprimir adverbios como naranjas.]

Paso el tiempo
traveseando maripozudamente
entre las fauces del absurdo.
Echando a volar avioncitos de papel
sobre la Isla de Pascua.

Yo soy el aguafiestas por excelencia.

De estos espejos ciegos donde palpita la música del mundo (Puerto Rico: Espejitos de Papel Editores, 2009)

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