En lo fundamental me he dedicado al estudio de la poesía hispanoamericana contemporánea desde una perspectiva trasatlántica. En particular, rindo especial atención a la obra de César Vallejo; a ésta dediqué mi tesis de PhD en Boston University, “Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo” (2003), que al año siguiente fue publicada en el Perú y en México. Este estudio tuvo como objetivo fundamental rescatar la recepción de la poesía del peruano de ciertas lecturas tópicas y típicas –en su mayoría políticamente monitoreadas o unidimensionales– y proponer más bien una lectura simultánea, dinámica y plural que tuviera como eje sus heterodoxias frente a Darwin, Marx, Freud, Cristo y, en parte, también la propia cultura andina del autor de Trilce. Sin embargo, en mi perspectiva actual del estudio de la poesía de César Vallejo enfatizo mucho más lo latinoamericano o lo peruano (1).
Otra de las actividades a la que me vengo dedicando también desde hace muchos años –y en distintos tipos de instituciones y países (USA, México, República Dominicana, etc.)– es la de asesorar talleres de creación literaria (2). Hace poco he podido sintetizar el perfil teórico y metodológico de esta labor en un ensayo muy visitado en mi blog y titulado “Las humanidades en los talleres de creación literaria” donde, sobre todo para el caso de los talleres acogidos por una universidad, trato de puntualizar la actual importancia de estos y la aún mayor gravitación que podrían tener en la vida universitaria. En general, aunque de modo dosificado, intento que mis clases adopten siempre el formato de un taller: poner en común lo que no conocemos más que lo ya sonsagrado por la crítica.
Asimismo, concibo mi blog como un archivo que constantemente hago público, es decir, tengo una serie de inactuales colgados; pero también, por ejemplo, reseñas de libros recientes. También visualizo aquél, ya que sus temas son predominantemente literarios, como un curso permanente a distancia; valga decir, una manera de llegar al espacio de mi vocación que trasciende un país específico y es, más bien, de algún modo el mundo hispano en general.
Por último, no soy filólogo, estructuralista o culturalista (post colonialista) a priori. Todo depende de lo que quiera hacer con los textos; en este sentido creo en la libertad y defiendo el derecho a la invención en cuanto a la crítica literaria o la crítica de la cultura y, asimismo, en cuanto –a su modo– inspira también nuestra tarea docente.