EDICIÓN EXTRAORDINARIA/ HELENA USANDIZAGA

A propósito de la reedición de Mate de cedrón (1974). Libro que se presenta este sábado 28 a las 8:30 pm. en la Feria del Libro Ricardo Palma (SALA “LOS GENIECILLOS DOMINICALES”).

labocadelsapo...

Cuando conocí a Vladimir Herrera, en 1974, llevaba arcilla
roja en los zapatos y la ropa y los libros estrujados en una
mochila también roja. Entre esos libros estaban unos cuan-
tos ejemplares de Mate de cedrón, que acababa de salir en Li-
ma casi al tiempo que Vladimir salía de Lima.

El imaginario de Mate de cedrón se prolongaba en su
llegada en barco a Barcelona, a una ciudad en la que toda-
vía se podían oír, aun desde la parte alta de la ciudad, las
sirenas de los barcos en el puerto, como en los poemas de
Mate de cedrón. De Barcelona a Lisboa, de Lisboa a Roma, de
Roma a París, de París otra a vez a Barcelona y a Mallorca, y
otra vez a Barcelona, siempre con Mate de cedrón en la mo-
chila: la música y las imágenes, la amistad y la vida expues-
ta, la celebración y la fiesta, la lectura y la escritura, el pen-
samiento y la meditación, el amor y el cuerpo, la vivencia
de otras mañanas, otras tardes y otras noches que no eran
aquellas que se daban por sentadas, las que proponía el or-
den de la vida adulta y domesticada. La intuición de otra
vida y otra realidad que iluminaba el vagar por las estacio-
nes de tren, por los puertos, por las calles y plazas de las
ciudades; todo esto prolongaba el espíritu de Mate de cedrón
y soplaba sobre otra escritura que pronto produjo Del vera-
no inculto, libro publicado en Valencia en 1980 y que abrió
otra época en la escritura de Herrera, de un barroco a la vez
hermético y luminoso, donde los poemas son construccio-
nes más sofisticadas que las de su anterior libro, ese Mate de
cedrón que fluía y divergía de otra manera, cuando de un
continente a otro, de un tiempo a otro, no había más fronte-
ra que la de dar el paso que lleva de Lima a Barcelona, del
presente al futuro, porque “todo tiempo es bueno/ para al-
zar la vista/ mirar estos territorios/ recoger las trampas”.

Mate de cedrón, entonces, había abierto y cerrado una
época: era un maravilloso libro adolescente de una genera-
ción adolescente, la bien o mal llamada generación del 70,
que tal vez fue la última apuesta por la poesía como salva
por el porvenir, y en la que destaca este libro que era lo pre-
figurado y era también los lugares dejados atrás: Lampa,
Cusco, Lima, pero signados ya por el viaje y la imaginación
de otros puertos. Mate de cedrón lleva las huellas de una
época en que casi todo parecía posible, pero que intuía ya
la nostalgia y la melancolía del exilio de ese reino donde es-
taban la poesía como soledad y como memoria, la euforia
de los sueños compartidos y el desamparo del amor, la uto-
pía y la Historia presidiendo o eludiendo las meditaciones
y las acciones, los ojos contemplados y la piel tocada, las ca-
lles angostas del Cusco, la Calle de París, los techos como
lomos de rata de la ciudad de los Reyes (que es Lima), las al-
tas noches del amor en Amsterdam, Whitfield Street: las ru-
tas abiertas y las habitaciones cerradas; el Sena, el Huata-
nay, el Vístula o el Urubamba. Una videncia de los escena-
rios del mundo, recorridos antes o después de la escritura
que unía el patio del sol en la vieja casa y el muro del oeste
con el torreón de Mussot, que se inspiraba en la adivinación
en coca y en la lectura de Bataille, Quevedo o Lenin, con un
sentido del lenguaje y de la imagen que hacía abarcar todas
estas realidades desde una mirada que dotaba a las cosas
de textura e irradiación, una mirada siempre protegida por
la salvia para la voz y el corazón y por el mate de cedrón
que daba la abuela curandera para no andar enamorados
bajo la lluvia.

Más allá de la mágica conexión con la sensibilidad de
la época, este libro sigue fulgurando con su capacidad de
abrir los escenarios de la imaginación y de la memoria: si-
gue evocando la aventura y la reflexión, y nos hace aden-
trarnos, con amor e ironía, en un viento de lucidez y de nos-
talgia pero sobre todo de anhelo y de felicidad compartida.

Barcelona, setiembre del 2009

DESPUÉS DE 35 AÑOS

A los diecisiete años había compuesto la mayor parte de
los poemas de este libro junto a otros que bajo el nombre
de Misa de Negros se perdieron tres años después entre el
Palermo y el Chino Chino en una borrachera de perros.
De aquellos años debo rescatar la imagen de los
poemas en la mochila, la mariguana pobre, el vagabun-
deo feroz por las playas del Chile de Allende, la mili-
tancia, el inspirado valle de la Convención y los amores
siempre incorruptos de la extremada juventud.
Los amigos de entonces, que ya no son los de toda-
vía, me leían sus poemas sin compromiso y yo hacía lo
propio. Y vivíamos en tropel como los vagabundos del
Dharma sin darnos cuenta de que las generaciones pa-
san, hasta que un día, de los tres que vivíamos en Pasaje
Velarde 113, Oscar Málaga se nos casó con un traje oscu-
ro que yo tenía y el zambo Verástegui publicó su primer
libro. Meses después Marina Castro publicó, en su Edi-
torial Picaflor, Mate de Cedrón con dibujos de Teresa Ka-
meya y fotografía de Virginia Fonseca.
De algún modo Jorge Teillier fue padrino y amigo
de este libro adolescente, habiendo redactado el texto de
la contratapa. Pablo Guevara también estuvo cerca. La
fiesta de presentación fue en la nube de una casa incen-
diada de la Alameda de los Descalzos de los hermanos
Pereira, en cuyo jardín habitaban cabezas metálicas de
Vallejo de dos metros de altura.
Este mi querido libro de juventud no ha sido reco-
gido en lo que de algún modo son mis obras completas
en edición consagratoria. Poemas Incorregibles. Tusquets
Editores. Barcelona 2000, en el que sí está incluida toda
mi obra publicada en España y México. Tengo la impre-
sión de haber querido olvidarlo. O, de haber querido
vivir sin él durante mi estancia europea. Sólo ahora me
doy cuenta de su naturaleza también Incorregible cuan-
do la edición original es ya inencontrable.
Contra el Lector Cobarde y Vil que habitaba el Hi-
pócrita Lector de aquellos años: la verdadera poesía ha
podido más.

VLADIMIR HERRERA
Urcos, octubre de 2009

Helena USANDIZAGA, Doctora en Filología románica
Universitat Autònoma de Barcelona

Puntuación: 4.53 / Votos: 15

Comentarios

  1. Márcia Fernandes escribió:

    Y yo estava en esta fiesta,en esa casa de los hermanos Pereira en 1974, y me acuerdo del pateo y que toqué la guitarra, porque en este tiempo se podía tocar la guitarra aún que no se supiera hacerlo. Y porque sabía que el jóven poeta no apenas sería, ya lo era.
    Saludos en portuñol, de Brasil!
    Márcia

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