Frido o Marco, como prefieran, ocupa un lugar singular entre mis memorias de profe de colegio. Coincidimos en el “San Andrés”, mediados de los años 70, junto con otros muchachos con peso específico, Napurí, Tokeshi, McKay, sólo por citar algunos apellidos, donde enseñé literatura. Hechizado por naturaleza, Frido ha sabido honrar su vocación contrafáctica sembrando un minucioso desconcierto por donde camine. Lugar y tiempo, cómo no, se lo agradecen, se lo agradecerán. “En tu balcón sus nidos a colgar”.
Fuerte, valiente y encantador Frido!!!!!