“Yo crío una mosca”/ Paranaländer

A Lastenia, i.m.

Yo crío una mosca

(recogido en Ayacucho, Cuzco y Apurímac por José María Arguedas)

Yo crío una mosca

Che amongakuaa petei mberu

de alas de oro,

ipepo overapava

yo crío una mosca de ojos encendidos.

che amongakuaa petei mberu hesa verava

Trae la muerte

Ogueru mano

en sus ojos de fuego,

pe hesa ratape

trae la muerte

ogueru mano

en sus cabellos de oro,

iñakärangue verapare

en sus alas hermosas.

ipepo poräitereire.

En una botella verde

Petei limeta hovype

yo la crío;

che amongakuaa

nadie sabe

mavave ndoikuaai

si bebe,

hoy’upa

nadie sabe

mavave ndoikuaai

si come.

okarupa.

Vaga en las noches

Oikorei pyharekue

como una estrella,

mbyjaicha

hiere mortalmente

porojapi ojukapeve

con su resplandor rojo,

mimbi pytãpe,

con sus ojos de fuego.

hesa ratape.

En sus ojos de fuego

Pe hesa ratape

lleva el amor,

ogueru mborayhu,

fulgura en la noche

overa pyharepe

su sangre,

huguy,

el amor que trae en el corazón.

mborayhu ogueruva ipy’ape.

Nocturno insecto,

Pyharegua aña,

mosca portadora de la muerte,

mberu manojara,

en una botella verde

pe limeta hovype

yo la crío,

che amongakuaa chupe,

amándola tanto.

ahayhuva mavaveichagua.

Pero ¡eso sí!

Pea ha’e

¡Eso sí!

Ehendu

Nadie sabe

Mavave ndoikuaai

si le doy de beber,

amboy’upa,

si le doy de comer.

amongarupa.

(Fuente: “Poesía y prosa quechua”, Francisco Carrillo, Lima, 1967)

La poesía de Paranaländer ha salido del lago Titikaka y ha vuelto a éste a través de la Carganta do Diabo previo baño de caca en el lago de Ypacaraí aunque de inmediato remediado sobre una ducha de piso y cielo raso de cemento que sólo por un momento nos ocultaba el Sol que va metido en el arpa y enredado asimismo en el charango de su voz de chipa y guayusa amazónica.  Un bocado de chipa y varios sorbos de guayusa con naranjilla para rendirle honores a ese viaje en autobús que va de Encarnación de vuelta a Foz do Iguaçu y de aquí en jet hasta el Jorge Chávez aunque como antesala se haya conversado con JMA y se nos haya asimismo añadido una vuelta más a nuestra locura no a la suya de escribir como desde un guayabo o un apretado bosque de árboles jóvenes de cuyo nombre no nos acordamos tal como ya no se recuerda el origen de lo bueno o lo importante o necesario (Borges dixit).  P.G.

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