Archivo por meses: marzo 2019

Pedro Granados/ Revista Cronopio

VALLEJO EN MARTE, MARTE EN VALLEJO: LA POESÍA DE EDGAR ARTAUD JARRY

CÉSAR VALLEJO, UNA BIOGRAFÍA LITERARIA DE STEPHEN HART

AGUAS MÓVILES DE LA POESÍA PERUANA: DE LOS FORMATOS A LAS SENSIBILIDADES

TLC (TRADUCCIÓN, LECTURA Y CRÍTICA)

AJUSTE DE CUENTAS, UNA ANTOLOGÍA «A CUCHILLADAS» 

BIBIANA VÉLEZ COBO (Y YO) EN EL ESPLENDOR DE LA MARIPOSA, DE RAÚL GÓMEZ JATTIN 

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DOMINICANíSIMOS

UNO

El sudor
le gana al poema.
La alcantarilla
a mi voz.
Una irregularidad, apenas.
Un terrón de azúcar desconcertado
ante tantísimo eco.
Así el niño que vende,
y la muchacha que compro
ni con palabras
ni con besos.
Poesía de cara a la desconcertante
habilidad de unas serranas
de uñas multicolores
y engominados labios.
El sudor
puede más que la sed.
Porque aquél es secreto y el anhelo
sólo puede mover montañas.
Poco a poco
corto trocitos
que añado a mi licuadora.
A la noche de Santo Domingo
es preciso palanquearla con un fierro
antes de asirla y cortarla bien.
Noche densa y aceitosa que resbala
–como por un embudo-
hacia las nalgas de mi ocasional muchacha.
Muchísimo más negras que su propia cara.
DOS
Una muchacha negra
va uniendo los cabos
de lo desconocido.
En veinte uñas
–y conectado a ella–
yo más bien soy su instrumento.
Una bocina por donde escapa
un nudo de ruidos
monocordes y muy antiguos,
TRES
La noche no depende de ti.
Esta noche, este cuello de botella
que compulsivamente atraviesas,
para nada depende de ti.
El semen tuyo, agua furtiva
que te asemeja a un arrollo
o a una chispa inocente,
en realidad no te pertenece.
Te has perdido en la noche
–como en el juego de los niños–
y no has vuelto ni han vuelto a encontrarte.
Sólo recuerdas el manso viento de la gente.
Sólo recuerdas el brillo de aquellos ojos:
una luz resbalando resignada
frente a tu puerta.
Todas las anécdotas al respecto
se reducen a esto.
Todo lo que has vivido también.
Una calle modesta y muy mal iluminada
y compulsivamente atravesada.  Y la noche.

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A Gonzalo Portocarrero, i.m.

 

De este modo, de entrada encontramos en este crítico una actitud ecléctica: “pese a que mi objetivo sea propiamente sociológico será inevitable hacer un recorrido por la filosofía y el psicoanálisis, e, incluso, por la mitología y la recolección de testimonios” y que no excluye, muy sugestivamente, tampoco la instancia personal, por ejemplo: “Desde el punto de mi experiencia vital, creo que la generación a la que pertenezco no pudo y no quiso ver el mal…

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DÍA MUNDIAL DE LA POESÍA

En el Perú contemporáneo sólo han habido tres poetas, y uno cuarto y otro quinto (pendientes de identificación).  Ninguno de ellos escribiendo sobre sí mismos, sino, más bien,  desde cierta multitud que es cada uno de nosotros.  Honrando esta complejidad multipersonal o postpersonal; esta  –sobre cualquier patio– recurrente y espontánea arborescencia.  Así Vallejo que echó mano a muy antiguos fermentos de sol; y entre ellos se reconoció y reconcilió.  Así Martín Adán, cuyo mayor legado, muy superior al de Luis E. Valcárcel (“inventor del Cusco”), consistió en “bañarse con la india desnuda/ en chorro/ donde sólo alguna agua nos vea”; es decir, junto a la naturaleza y al lado del “extranjero”.  Desde el íntimo Macchu Picchu que, como promesa aún no cumplida,  alienta en cada uno de los peruanos.  Así, Luis Hernández Camarero, cuya voz más auténtica son sus muchas y arbitrarias traducciones; aquél que supo siempre, aunque solitario en la noche, que alguien lo amaba.

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Sobre autobiografías vallejianas

barranco, la ciudad de los molinos. césar vallejo y barranco

A propósito del libro de Miguel Pachas Almeyda, !Yo que tan sólo he nacido! (Una biografía de César Vallejo) (Lima: Juan Gutemberg Editores, 2018).

Juan Espejo –tal como el Juan de los Evangelios– escribió enamorado de su amigo César Vallejo, y como para justificar su perfil bajo, su propia poca cosa.  Georgette, su viuda, lo hizo –por celos– de espaldas a Los heraldos negros y a Trilce, a implícitos otros amores de Vallejo allí; y, a cambio, anarboló o reemplazó a su marido por una idea, la de su propio socialismo.  Georgette escribió de espaldas al Perú.  Es decir, y al tratarse sobre todo de escribir la biografía de un determinado autor, más bien todos nos autobiografiamos.  Y este autoretrato es fruto del positivismo: “resumen y resultado de la ideología capitalista” (Roland Barthes).  Es decir, atesora un enorme efecto de realidad; aparte de estar, de antemano, persuadido de la consistencia y empaque del individuo al que dedicamos, precisamente, la escritura de una biografía.  Positivismo burgués y antropocentrismo, en suma, los que hasta hoy mismo presiden la elaboración de estos artefactos textuales.

De este modo, existen también algunos otros enfoques, si no matices de aquellos dos de arriba, que han ido fijando y modificando, sobre todo, el sentido de la poesía de César Vallejo y, en paralelo, también el de su biografía. Enfoques que aparecen sumariamente reseñados, aparte del trabajo de Ricardo J. Kaliman (1994), en David Sobrevilla (1995) y en Américo Ferrari (1989).  Para este último, cuya reseña nos parece la más ponderada y matizada entre las otras: “la obra de Vallejo podría caracterizarse con la expresión difundida por un libro de Umberto Eco: es una obra abierta”. Ahora, esta obra abierta ha suscitado lecturas, asimismo, más o menos “abiertas” o complejas. Recordemos, entre otras, las de André Coyné, Alberto Escobar, Jean Franco, Rafael Gutiérrez-Girardot, Keith Mc Duffie, Julio Ortega, Eduardo Neale Silva, Roberto Paoli, Guillermo Sucre… Michelle Clayton.  Lo que caracteriza todas estas lecturas, aparte de no aplicar una metodología preestablecida, es que la investigación se apoya en ciertos contenidos semánticos de los poemas y de ellos parte, estudiando su alcance en la obra en relación con la escritura y sus procedimientos. Otro tipo de lectura es la que parte de ciertos rasgos estilísticos para deducir desde estos la visión del mundo del poeta. El autor que acaso más ha avanzado en esta dirección es Giovanni Meo Zilio (Stile e poesia in César Vallejo).  Otros críticos como Walter Mignolo, Enrique Ballón o Irene Vega, han querido aplicar métodos preelaborados por lingüistas y doctrinarios de la semiótica y de la poética. Los resultados, aunque con trabajos por lo general minuciosos, no son del todo convincentes. En el polo opuesto, encontramos estudios exclusivamente dedicados a la interpretación de las ideas y la temática, pero que soslayan, como lo hace James Higgins, lo que constituye propiamente a Vallejo como poeta, esto es, su singular lenguaje poético. Ello también puede suceder en algunas exégesis –en la senda de Georgette de Vallejo– que reivindican la poesía de Vallejo como exponente de una ideología, escuela o movimiento filosófico, sociológico o político. Las principales son las existencialistas (las cuales: “confunden a Vallejo con su dolor”) y las marxistas (George Lambie, ¿William Rowe?, y ahora Miguel Pachas Almeyda*).  La exégesis de Juan Larrea comete el mismo error que los ideólogos, pero al revés: deja de lado lo que puede haber de social y de político en la obra poética de Vallejo; aunque, creemos a buena hora, y contra la corriente, recupera la fantasía que es un rasgo muy poco positivista y burgués.  Por último, existen algunas lecturas sobre el carácter del sujeto Vallejo y que han detectado el complejo de Tántalo o Edipo en su obra literaria: Max Silva Tuesta (1994), Juan Francisco Rivera Feijoo (1984) y Stephen Hart (2013).  E incluso otras, referidas más bien a los tipos humanos de los vallejistas (Silva Tuesta). Todo lo anterior, sin excluir los enfoques que intentan iluminar la dialéctica masculino-femenino en la obra del peruano, por lo menos desde Eduardo Neale-Silva (1975), Jean Franco (1996) y Susana Reisz, entre otros.  Hasta aquellos investigadores que, hoy mismo, ensayan acercamientos multiculturales y  multinaturalistas –simétricos o post-antropocéntricos, estos últimos– en plan de  abordar  la obra-sujeto César Vallejo.

Ahora, por qué motivo ilustra –a este sumario ensayo en nuestro blog– la foto de la portada de “Vallejo & Barranco”.  M. Gonzalo Bulnes Mallea (ed.).  Barranco: Ciudad de los molinos. No 6. 1996.  Creemos que ante el positivismo e incluso el pavlovismo, bien intencionado, de un Juan Espejo Asturrizaga, –aunque hasta el día de hoy aquellos constituyan la “teoría” más extendida y vigente– “Vallejo & Barranco” nos invita a pensar de otra manera.  No una, unidireccional y monologante, sino cerca de cien voces, nos brindan aquí testimonio sobre Vallejo.  “Biografía” prismática con la que paliamos, al menos en parte, el monopolio de la “verdad” del autor y su autoritarismo consecuente.  Autoritarismo como meta del discurso y con el que, por lo común, al final se solaza el propio biógrafo, en desmedro de un lector inteligente.

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Crítica e imaginación

Foto

Para entender la poesía de mi profesor Pedro Granados, me animé a  diseñar lo que creo que significa ese proceso. ”Cabalgando entre las gomas”, es la idea que tengo para explicar lo que quiere decir, cuando escribe y aparentemente no dice. Decir algo, en su poesía, es decir, leyéndola entre las líneas, interpretando  los fragmentos que construye sin linealidad. Es como el juego de las gomas, de mi infancia. El que consigue pasar esa telaraña de gomas, inventadas a propósito, es el que posiblemente descubra el sentido de la poesía, lo que ella grita, a escondidas.

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