El último libro que leyó fue Juego de manos de Pedro Granados.
Archivo por meses: febrero 2015
25/02/15: La Ciudad Trilce de Christian Vera Ossina
“Bajo los términos de mi escritura, de la estética que quisiera configurar creo que los géneros son una frontera artificial y caprichosa. Mi libro Ciudad Trilce es una intrincada obra que somete al lector a un juego narrativo muy perverso, ambicioso y difícil. Además que está escrito con infinitas huellas poéticas, invadido de referencias literarias y teóricas”, declara por ahí Christian Vera y no se equivoca. Todavía no hemos leído la “novela” Click (2012); pero sí demorada y minuciosamente, es decir de modo muy perverso, Ciudad Trilce (La Paz: Plural, 2009), “poemario” con el que el autor obtuviera, en su natal Bolivia, el Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal de 2008.
El esquema de Ciudad Trilce es el siguiente: Vallejo-Sáenz-Vera; con el autor de Muerte por el tacto (Jaime Sáenz) a manera de bisagra o aduana en la concepción e incluso –a pesar del espeso venecianismo de la propuesta– de la escritura aparapita de este encarnado libro de ensayo-novela policial-poesía por entregas al que le vamos metiendo diente. Un primer logro de Vera, hacernos olvidar a un autor tan aburrido y, en su contrato con el lector, tan políticamente correcto como Edmundo Paz Soldán: listo y holista. En la crítica, a los epígonos –bolivianos– de Antonio Cornejo Polar: “Las huestes de alimañas andróginas que surfean por la/ porosidad metálica de los restos aglomerados de Ciudad /Trilce han perdido el don de alimentarse de la palabra”. Y en la poesía de su país a casi todo el mundo entre los poetas neo-románticos, neo-místicos, neo-comprometidos de hace un momento y de ahora mismo. Con Vera la literatura culta boliviana, aunque escasamente luego de un siglo, confirma su vanguardia más específica que no representaron los desplantes de Hilda Mundi y sí, volvemos a repetirlo, la también vallejeana obra de Sáenz (probablemente éste leyó a César Vallejo en la edición de Losada de 1949). Como la de este último autor, y seguro como los versos de un Humberto Quino, Ciudad Trilce es –en medio de Kafka, Joyce o Flaubert– un homenaje y debate con la poesía peruana. Y, en particular, una extra-ordinaria lectura del poemario de Vallejo de 1922; aunque contamine a ésta, y sea a su vez un homenaje póstumo, el más de medio siglo de fervor de André Coyné por la obra del peruano.
Ciudad que tiene como alcalde a Macedonio Fernández: “duramente criticado por la oposición realista”. Simbiosis de autores (Vera y Vallejo). Heroína (H, muda) incrustada en el horadado y penetrado héroe-lector denominado el “aHsesino”. Y epifanías encontradas no a priori, sino como a posteriori y a través del mismo encabritado e imaginativo lenguaje: “Escribí sobre la transparencia de una superposición de dudas…/ Y me dormí, como suelen dormirse los fantoches de goma/ sobre El Alto gatuno de un poste”. Christian Vera en tanto autor es ante todo un lector emancipado. Soberano. En la medida en que aún no lo somos los escritores andinos o, al menos, sus poetas. Por eso tan sosamente narcisista o inintencionadamente banal o tozudamente comprometida o fácilmente manipulable por el mercado de valores (verbigracia, Kozer, Milán o Zurita) es todavía aquélla entre nosotros.
23/02/15: Sobre poesía dominicana reciente
22/02/15: André Coyné: Más de medio siglo con Vallejo
André Coyné (1927-2015), es un estudioso fundamental en cuanto a la biografía y poesía de César Vallejo se refiere; en general, en cuanto a través de su trabajo, hemos heredado una imagen sintética del poeta nacido en Santiago de Chuco. Íconos –que acaso ya no cabe se explicite la fuente– cuyos perfiles asoman en cualquier estudio contemporáneo que se emprenda del autor de Trilce; a manera del que han construido unos otros pocos estudiosos: Juan Espejo Aturrizaga, Antenor Orrego, Juan Larrea, la misma Georgette de Vallejo, etc.
Entre sus trabajos compilados en Medio Siglo con Vallejo (Lima: Fondo editorial PUCP, 1999), dos nos parecen en particular relevantes y radicalmente actuales; obvio, en cuanto a las preguntas que sobre la obra de César Vallejo nos hemos hecho hasta el presente. Uno es el titulado, “Una interpretación de Vallejo” (1952); el otro, “Trilce: proceso y sentido” (1988), cuyo último párrafo citamos íntegro:
“quisiera salvar una lectura de Trilce, cuyos lineamientos sólo bosquejé, pero que […] debería permitir a la nueva generación de los lectores defenderse del terrorismo [negritas nuestras] de quienes hasta ahora siguen leyendo el poemario vallejiano de 1922, primero que todo en función de los poemas últimos de diez y quince años posteriores- de su autor” (Coyné 621)
Denuncia de un “terrorismo”, llamémosle parisino [marxista, cristiano o, en términos generales, más o menos ético u holista], que no impide soslayemos el hecho que de Coyné haya, acaso sin querer, instalado otro; no referimos a leer Trilce fundamentalmente en tanto comunicación de orfandad o desamparo: “el presente no se enriquece con el pasado; a cada instante el yo experimenta la destrucción temporal en la soledad irremediable del ahora” (Coyné 130); amén de la lectura canónica del estudioso francés respecto a Trilce I, en tanto y en cuanto “poema de la defecación” [y corolarios poscoloniales: importancia del guano de islas para la economía del Perú, migración, violencia, etc.].
Sobre el otro artículo, “Una interpretación de Vallejo”, casi cuarenta años anterior al dedicado a Trilce, y que constituye en realidad una amplia reseña del libro del profesor español Luis Monguió (César Vallejo. Vida y obra. Lima: Editora Perú Nuevo, 1952), cabe resaltar la –a final de cuentas– incertidumbre de ambos autores europeos ante el tema “nativista” de Los heraldos negros. Con acierto metodológico, Monguió distingue dos formas de “nativismo”:
“una externa que usa y detalla léxico, nombres, personas, objetos y geografía locales como materia poética; y otra, interna, espiritual, anímica, que puede hasta prescindir de aquellos accesorios para expresarse” (Monguió 104)
Y Vallejo echaría mano a estas dos formas en su primer poemario. Coyné, por su parte, y una vez tomado distancia frente a cualquier “nativismo” (sea “externo” o “interno”); se anima a ser incluso más radical: “si en “Huaco” [perteneciente al apartado “Nostalgias imperiales” de Los heraldos negros] encontramos exclusivamente reivindicado un pasado prehispánico, dicha reivindicación es meramente episódica” (Coyné 126-127). Raciocinio, este último, con el que no estamos en absoluto de acuerdo; aunque sí con aquello de que Vallejo: “terminará con las formas tradicionales de la poesía en que encajan todavía los poemas nativistas” (Coyné 127). Verbigracia Trilce (1922) donde Monguió, según Coyné, destaca que esta obra: “coincide con los movimientos europeos de vanguardia en su voluntad de liberarse de la retórica y de las esclavitudes formales; conserva sin embargo un fondo humano particular que bastaría para asegurarle una inconfundible originalidad” (Coyné 129). Originalidad o complejidad, puntualizamos nosotros, fruto de mantener un “nativismo” no episódico, sino inclusivo y palpitante, el cual desarrollará a plenitud justo en aquel poemario.
14/02/15: ¿Hacia dónde va la crítica vallejiana?
SEMINARIOTALLER
ORGANIZA:
“Vallejo sin Fronteras Instituto” (VASINFIN)
Espacio Simón I. Patiño
Del lunes 16 al viernes 20 de marzo
Hrs.: 19:00 a 21:00
Objetivos
-Poner al día la información respecto al “estado de la cuestión” en los estudios vallejianos.
-Ensayar antiguas (consagradas) y nuevas prácticas de lectura o recepción de la literatura; en este caso específico, de la obra de César Vallejo.
-Desarrollar y utilizar los “Objetos Vallejianos” como un medio de entretenimiento y socialización de la obra del poeta entre los participantes y hacia afuera del marco de este curso.
1er día
Seminario:
-Biografía del poeta: Amores, escenarios (Trujillo-Lima), política (Vallejo-Rancière, Vallejo- Serge), horóscopo (Rodolfo Hinostroza), humor.
-Los heraldos negros: Idilio y misoginia, lenguaje profético, Eguren y Vallejo.
Taller “Vallejo Objeto” 1
2do día
Seminario:
-Trilce: Modernización y mestizaje (de Lima), melodrama y mito.
-Poemas humanos: Dialéctica y metafísica, símbolo de la casa en Vallejo, “materia humana” (Jean Franco), “avatares de la carencia” (Alain Sicard), las “tres potencias” (Stephen Hart).
Taller “Vallejo Objeto” 2
3er día
Seminario:
-Narrativa: Actualidad de Escalas, diversidad cultural y racionalidades en El tungsteno, importancia de Sabiduría, dialogismo en la narrativa de Vallejo.
-Libretas de apuntes del poeta; crónicas (Rusia en 1931); pensamiento pedagógico; problemática de las traducciones de su poesía; cartas inéditas; asedios a su Tesis: “El romanticismo en la poesía castellana”.
-Conclusiones
Taller “Vallejo Objeto” 3
Metodología
Conferencias, en cuanto al Seminario; y dinámicas de creación individual y/o colectivas, respecto al taller.
Actividades
Análisis de lecturas. Creación de imágenes y textos diversos sobre la base de los recuerdos de la vida del poeta César Vallejo (biografía, horóscopo, monólogos, relatos, noticias, entre otros) y, también, sobre la base del vallejismo informado durante el seminario a través de una serie de ejercicios escriturales y visuales, tanto individuales como colectivos.
09/02/15: Un chin de amor/ Alma de Hacker
Un chin de amor [Prepucio Carmesí (2000), Un chin de amor (2005), En tiempo real (2007), Una ola rompe (2012) y Boston Angels (2012); reunidas en Prepucio carmesí y otras novelas cortas (Lima: Tribal, 2012)], del escritor peruano Pedro Granados, es una novela-ensayo –texto, a la vez, teórico y práctico — tal como las que se estilaban en el romanticismo del siglo XIX latinoamericano donde el tema de la ciudadanía eran tan álgido; aunque esta vez, paradójicamente, más bien centrada en cómo se construye un post-ciudadano: “Juvenal Agüero”. Efectivamente, si ya Borges en “El Sur” (a través de la biografía de “Juan Dahlman”) debate con “El matadero” de Esteban Echeverría –al reelaborar el asunto del asesinato del inocente héroe “Unitario” a manos de los federales–, ahora “Juvenal Agüero” o Pedro Granados –ya que nos hallamos, aunque apócrifa, ante una sabrosa autobiografía– entra en polémica consigo mismo y pasa de una identidad, digamos, titular a una que va volviéndose interina hasta desembocar en la auto-conciencia de la pura ficción; en otras palabras, de comprobar haberse vuelto un personaje para sí mismo. Su patria, entonces, es ahora la internet, y sus paisanos los otros seres virtuales que, tal como él, efímera o discontinuamente la habitan.
08/02/15: ¿Cómo se reconoce inmediatamente un buen poema?
06/02/15: Casa de las Américas 2015: Mención a Tempo solto, de Amálio Pinheiro
XXII
No sé dónde se alista para mí
la mujer que no tendré
con sus señas de otrora;
no sé por cuáles calles anda perdida
mi propia imagen,
con una extraña compañera
en un tren de última hora;
ignoro en qué estaciones y vías
mi paciente equipaje espera
con mis utensilios caseros;
no sé dónde no fui
o debería haber ido;
ignoro qué otra parte de mí
continúa viajando, solito,
antes de yo ir, luego de haber ido.
(De Regressos) Trad. Pedro Granados
01/02/15: Los poetas Sáenz, Mitre y Suárez desde el teleférico paceño: Materiales de estudio
Conectando con aquel exacto y preciso poema de Eduardo Mitre (Oruro, 1943), “El altiplano”, abordar el reciente teleférico paceño acaso nos permite precisar un tantito más también las propuestas y conexiones entre dos otros poetas bolivianos ilustres; el primero, ícono capitalino, Jaime Sáenz (1921-1986), y el segundo nacido y de obra estrechamente vinculada con la zona oriental, Nicomedes Suárez Araúz (Beni, 1946). ¿Que nos salta a la vista desde aquella tan cableada altura?
El poema de Mitre resume de modo extraordinario el paisaje de suelo lunar o marciano de La Paz, intuido y celebrado por los poetas, y ahora moneda corriente para quien se monta en el teleférico. ¿Qué telurismo o paisajismo o escenario paceño es el que se viene?
Suárez no cita a Sáenz en aquello de la función del “olvido” o de la “amnesia”, a pesar de que el paceño parecería ser en este asunto el padre del cordero; por más que Suárez no tenga reparos en honrar y revelar sus lecturas poéticas:
“C.: ¿Qué autores (tanto nacionales como extranjeros) considera imprescindibles para Ud.??
N.S.: Monseñor Quirós abogaba para que los bolivianos leyéramos a nuestros compatriotas. Leí a algunos de mis contemporáneos, por ejemplo a Pedro Shimose y Jesús Urzagasti. A ellos, y claro, a Raúl Otero Reiche, Óscar Cerruto, Julio de la Vega y Alcira Cardona Torrico considero imprescindibles. De los extranjeros, mi lista incluye a los hispanohablantes Pablo Neruda, César Vallejo y García Lorca, el austriaco Georg Trakl, el alemán Rainer Maria Rilke, los antiguos poetas chinos, los románticos ingleses, los simbolistas de habla inglesa y francesa, los maestros del haiku japonés, en especial Bashô, y al poeta místico Jalaludin Rumi. De los brasileños considero imprescindibles a Thiago de Mello y Astrid Cabral”
Y tampoco Sáenz, ni la crítica especializada, por ningún lado cita a Vallejo o Trilce (1922) en la poesía del paceño. No sólo por aquello de: “El tacto es el mayor milagro por-/ que hace que rueden dos bolitas siendo tan sólo una”; ni tampoco por la mera relevancia del aquel sentido o, en general, del cuerpo en la poesía del peruano y del boliviano: “Quién hace tanta bulla y ni deja/
Testar las islas que van quedando” (Trilce I). Sino porque, para la literatura de Perú y Bolivia, ambas obras constituyen un proyecto social, político y cultural muy semejante:
“esta poesía [la de Sáenz] vehicula una estética espacial, dado que es una falta de espacio lo que la origina: la falta de un espacio donde poder ser-estar y desde el que sea posible conocer [en Trilce, incluir] otredades que la racionalidad dominante niega o silencia /…/ la especificidad del trabajo de Sáenz radica en una voluntad para suscitar el aprendizaje de aspectos no tocados por la realidad, pero manifiestos en prácticas culturales no hegemónicas… o en la cotidianeidad de sujetos subalternos […] En su caso, la desautorización de la lógica autoritaria (ejercida en Bolivia desde los albores de la República y acrecentada con los procesos de modernización) [lo mismo que en el Perú*] será inseparable de la experiencia y del aprendizaje de estas otredades” (332-333)
Elizabeth Monasterios, “La provocación de Jaime Sáenz”. En: Alba María Paz Soldán, Hacia una historia crítica de la literatura en Bolivia (La Paz: Fundación PIEB, 2002) 328-403
*Pedro Granados, “Trilce, muletilla del canto y adorno del baile de jarana”. Lexis, Vol. 31, No. 1-2 (2007) 151-164
¿Prejuicios o regionalismos o la ley de matar al padre funcionando en todo esto? ¿Nacionalismos?
¿Cómo dialoga o dialogará, lo que en otro lugar hemos denominado “práctica poética boliviana de corte colectivo” con el “olvido” u “amnesia” y con aquel teleférico paceño que, por ejemplo, bajando desde El Alto su numerosísimo público se apiña resuelta y animadamente en los shoppings de los barrios burgueses al sur de la ciudad?
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