Archivo por meses: septiembre 2007

Martín Adán. El más hermoso crepúsculo del mundo/ Jorge Aguilar Mora

Jorge Aguilar Mora, Martín Adán. El más hermoso crepúsculo del mundo (Antología) (México: FCE, 1992)

El Comercio (Perú), 30/1/95
Este volumen constituye la edición mexicana de la obra de Martín Adán [Rafael de la Fuente Benavides] (Lima, 1908 – 1985), una antología tanto de su poesía como de su prosa (íntegra, La casa de cartón). Publicación de impecable factura con un extenso prólogo –153 páginas– firmado por Jorge Aguilar Mora, peruanista mexicano del que ya conocíamos un artículo de 1990: “Las tertulias de Eguren y Mariátegui” (La Gaceta del FCE, No 239). Es aquella larga introducción motivo de esta reseña.
En general, podemos afirmar que no existe un aporte original en lo que se refiere a la crítica de la obra de nuestro distinguido poeta; es, más bien, un decoroso y ordenado informe del estado de la cuestión de los estudios sobre Martín Adán; aunque, eso sí, hay muy interesantes observaciones dignas de destacarse. Fundamentalmente nos interesa, entre otras, aquello de tipificar la producción del poeta peruano entre lo que Aguilar Mora denomina “el ámbito de la rosa y el ámbito de la piedra”: “El ámbito de la rosa: los áridos y helados páramos del pensamiento y de la abstracción donde los objetos son presencias que hacen sufrir con su lucidez. El ámbito de la piedra: las alturas de Machu Picchu, la tentación del abismo […] ahí donde los objetos no son sino son tangibles, donde la vida se vuelve piedra porque la vida es tacto (68-9); curiosa y sutil dicotomía irresuelta –como algunas otras– en la poesía del autor de La rosa de la espinela y La piedra absoluta.Como dicotómica es –según opinión de Américo Ferrari– la base misma de su ejercicio creador: “El quehacer poético es fuente de gozo, pero también de angustia y de temor”, y cita estos versos del vate: Temo el hacer que impone la lenta poesía! (Los sonidos del silencio, Lima: Mosca Azul, 1990) (433).Asimismo, puede ser una veta rica a explorar, considerar las ideas de Mariano Iberico como gestoras de algunos personajes de los poemas de Martín Adán; por ejemplo, los postulados de El nuevo absoluto como modelo –aparte de Altazor– para la escritura de Aloysius Acker (71). Una tercera idea interesante de Aguilar Mora es el insistir en la necesidad de los estudios comparativos (iniciados de alguna manera por Roberto Paoli y no cristalizados de manera suficiente aún por nadie) de la obra del poeta limeño con las de, por ejemplo, Owen (quizá no tan justificada) o Vallejo.
Sin embargo, de lo que adolece este estudio es que se apoya para muchos de sus conceptos en una pretendida biografía de nuestro autor; aquí sí, creemos, se pasa del terreno de la investigación al de la mera especulación.
Lo que sucede es que de Rafael de la Fuente Benavides no tenemos todavía una biografía realmente autorizada; esto lo señala, por ejemplo, Luis Vargas Durand, joven profesor universitario que –con su libro Martín Adán (Lima: Brasa, 1995)– es uno de los que ha calado más hondo en el asunto: “El primer intento biográfico fidedigno y serio es el de Estuardo Núñez en la revista Letras Peruanas en 1951 (Núñez fue también el informante principal de las noticias biográficas en la tesis de Mirko Lauer). La primera biografía completa de Martín Adán fue compuesta por José Antonio Barvo en 1987. No obstante, aún sabemos muy poco del poeta” (7).
Por lo tanto, como lamentablemente también ocurre con el trabajo de otros estudiosos, la crítica de Aguilar Mora es en este punto –esencial para él– meramente especulativa; en palabras del mismo Vargas Durand refiriéndose a la obra de nuestro poeta: “la leyenda ha servido para ilustrar y explicar sus poemas; y su creación, recíprocamente, ha servido a una biografía conjetural” (7). En todo esto, y a modo de conclusión, se percibe que en el prólogo de Aguilar Mora existe un exceso de romanticismo hacia la figura del poeta que a veces preside, afectándolo, el carácter general de muestrario serio de lo que van siendo los estudios dedicados a este poeta peruano hasta la fecha.

»Leer más

Julio Ramón Ribeyro o la tentación del diario íntimo

El País

La joven poeta colombiana Galia Ospina Villalba (1973) ha logrado un texto ameno y muy interesante, Julio Ramón Ribeyro: una ilusión tentada por el fracaso (Bogotá: Fundación Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, 2006). Estudio que tiene de útil estado de la cuestión –maneja una amplia y actualizada bibliografía– junto a felices observaciones sobre la obra general de Ribeyro, producto del ahondamiento en el tema y la fina sensibilidad de la autora. Adicionalmente, este libro trae oportunas y valiosas fotografías de la época y biografía del narrador peruano que, sin duda, suman interés al volumen. Sin embargo, lo que nos ha llamado poderosamente la atención en este libro es la sostenida indagación, por parte de Galia Ospina, en la poética del autor de La palabra del mudo; en particular, a través de la fascinación que tendría este escritor por el género del diario cuyo cultivo sería, finalmente, decisivo en el perfil y originalidad de su obra:

»Leer más

Estado sólido de Rafael Courtoisie

El Expectador

El Comercio (Perú), 18/10/96
Rafael Courtoisie (Montevideo 1958) es un narrador, poeta y ensayista al que ya conocíamos desde algunas antologías sobre lírica contemporánea de su país; ahora lo encontramos plenamente consagrado al haber recibido con Estado sólido (Madrid: Visor, 1996) el importante Premio Internacional Fundación Loewe del pasado año. El jurado estuvo integrado por Octavio Paz, Carlos Bousoño, Francisco Brines, Antonio Colinas y Jaime Siles, entre otros poetas.
»Leer más

Tratado de arqueología peruana/ Roberto Zariquiey

(PUC, 2005

En la tradición de la poesía peruana y latinoamericana se han sucedido buenos ejemplos que han intentado dar cuenta de la arqueología de la región. El modernismo la trabajó como una escenografía lujosa más para devolver a París. Neruda la abrumó de adjetivos que terminaron recubriéndola y alejándonosla. Martín Adán la trató como si fuera su propia alma de piedra aristocrática, aunque no por eso menos húmeda y hospitalaria: “y bañarnos con la india desnuda/ en chorro/ donde sólo alguna agua nos vea”. En los sesenta –de Ernesto Cardenal o Antonio Cisneros– formó parte de una prenda de marca (más o menos verde oliva), y la arquelogía también se dividió simplistamente en dos, como todo, como todos. En el Perú, algo después, Javier Sologuren se planteó el ir a ella de nuevo y desenterrarla. Pero el que ha emprendido la tarea con el recogimiento, temblor y gozo propios –de quien se adentra en un auténtico tabú– es el presente libro de Roberto Zariquiey. Y en esto acierta el poeta, no se pueden tratar las cosas realmente significativas sino con el respeto que inspira un auténtico candor.
»Leer más

DOS POEMAS / Víctor Rodríguez Núñez*

De La Jiribilla

*Víctor Rodríguez Núñez (Cuba, 1955). Ha publicado los poemarios Noticiario del solo, Los poemas de nadie y otros poemas, El último a la feria, Oración inconclusa, Cayama, Con raro olor a mundo y Actas de medianoche. Ha antologado varias compilaciones sobre poesía cubana como Cuba: en su lugar la poesía, Usted es la culpable. Nueva poesía cubana y El pasado del cielo. Recientemente se publicaron y presentaron en Cuba sus traducciones El silo: una sinfonía pastoral y América o el resplandor, ambos del reconocido poeta australiano John Kinsella.

»Leer más

La poesía de Alicia Borinsky, algunas aproximaciones

Boston University

[Número 51 – 53 | INTI: Revista de literatura hispánica]
El presente pretende ser un trabajo de aproximación a la poesía de Alicia Borinsky. Dialogaremos con sus tres poemarios hasta ahora publicados: Mujeres tímidas y La venus de china, reunidos en un solo volumen (1987), La pareja desmontable (1994) y Madres alquiladas (1996), todos bajo el sello de Ediciones Corregidor de Buenos Aires.

»Leer más

La poesía de Luis Hernández: Treinta años después

Vox horrísona

“Io sono nato a Lima, Perú, el 18 de diciembre de 1941. A los cinco años ingresé a un colegio que no me acuerdo cómo se llamaba… después me voy a acordar porque siempre estuve en él. Terminé a los quince años y estudié sicología, sí, estudié simultáneamente sicología y medicina, pero en un tiempo que hubo una huelga me fui a Europa y estuve seis meses en el Instituto Goethe y seis meses en la calle. En la calle pero con zapatos, o sea en la calle con plata. Terminé medicina y trabajé un año en el consultorio 12 de siquiatría del Dos de Mayo… y me di cuenta que la psique humana no es tan profunda, sino que es más o menos así… De ahí me dediqué a médico de barrio”.

Estas declaraciones que Luis Hernández Camarero hiciera a Nicolás Yerovi y que figuran a manera de colofón en su Obra poética completa (Lima: Punto y trama, 1983) creo nos brindan una semblanza sucinta pero muy reveladora del poeta que voluntariamente se nos fuera en Buenos Aires, el año 1977.
»Leer más