AMAROS (II)

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[Capa de brea fresca]

Capa de brea fresca.

Capa de aceite industrial.  Activo jaboncillo.

El salón de clases como un espejo.

Signos que no circulan.  Signos

que patinan de culo, de barriga.

Signos que la astuta serpiente pica

y el ingeniosísimo ratón alcanza.

Esto de ser un profesor, a veces,

esto de ser un miserable payaso, a veces.

Como si no bastara, como si

suficiente no fuera, como si

no tuviéramos ya esta lengua de mosca apretada contra el vidrio.

Estos ojos de mosca apretados contra el vidrio.

Este sexo.

 

[Habría que interpretar] 

Habría que interpretar

el dolor, la ausencia y la muerte.

Interpretarlos y diluirlos

y aceptarlos allí adentro.

Tal como al discretísimo

deterioro de todo.

La poesía es lo único real.

Fríos o maliciosos.

Testigos mezquinos o generosos

da lo mismo.

Oh, mi flor del estercolero!

Oh, mi mulatica hedionda!

Lo cierto es que si te inclinas hacia aquí

escuches.  Y discretamente  entiendas.

Y no menos sonrías

y te reconozcas.

Un ave más.

Un árbol más.

Otro silencioso e inquieto conejo.

Pero, las cosas a veces

no son así.  La poesía

no es así, qué va.

No debe ser así,

De acuerdo.  Entiendo.

Pero no obedezco.

Y ya sé.

Como la serpiente sé.

Como Adán .

Como Eva sé

que me enseñó a ser su hijo

y varón.

Y con mis dedos cortos

y con mis dedos largos

también sé.

(Continuará)

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